Esta Navidad los vecinos del casco histórico no tendrán ningún banco cercano si les toca la lotería. El cierre, el próximo diez de diciembre, de la sucursal de Cajamar de la esquina de la calle de la Reina con el Hospital Provincial, dejará sin oficinas de cabecera a miles de usuarios que no tendrán otra salida que buscar refugio en el Paseo o en la alejada sucursal de la Avenida del Mar, frente al Ancla de Pescadería, que por ahora va a seguir abierta.
El cierre de la oficina del Hospital puede ser la estocada que le faltaba a este distrito del casco histórico para seguir perdiendo vida. Su presencia generaba una actividad incesante a diario en toda la manzana ya que contaba con cientos de usuarios. Era difícil encontrar un cajero libre a media mañana y las colas eran frecuentes frente a los mostradores, por lo que su cierre no se debe a la falta de clientes, sino a esa política feroz que han emprendido las entidades bancarias para aumentar sus beneficios anuales aunque sea a costa de sus parroquianos y de sus propios trabajadores.
Aquí lo que importa es la ganancia, pura y dura, y el factor humano, el valor de servicio público, queda relegado a la mínima expresión. Después escucharemos las cifras mareantes de las cajas de ahorro sacando pecho en el momento de anunciar sus millonarios beneficios, mientras se sigue despidiendo a trabajadores jóvenes que los convierten en jubilados prematuros y se siguen cerrando sucursales para ahorrar gastos.
Atrás quedan ya los años dorados, cuando volvías una esquina y te encontrabas con un banco, cuando el funcionario del mostrador te trataba como a Onassis aunque tuvieras cinco mil pesetas en la cartilla. Recuerdo cuando mi padre me mandaba a pagarle la mutualidad de autónomo a la oficina de la Caja de Ahorros de la calle Velázquez que el encargado salía para darme caramelos. Te sentaba en una silla y te preguntaba por los estudios y por cómo estaba la familia.
En los últimos años se ha vivido una auténtica escabechina en el casco histórico donde no ha quedado una oficina en pie. Cerraron en la calle Velázquez, en la calle de la Reina, las de la Plaza de Pavía, la de la Plaza de Marín, la concurrida sucursal de la calle de Jovellanos con Mariana, la de la calle Trajano, la del bloque de la Palmilla, en Pedro Jover, y ahora se marchará la del Hospital, que tanta falta hacía y tanto servicio prestaba a diario. Hasta el vendedor de Iguales que se coloca en la esquina del banco, el bueno de Juan Carlos Cerdán, puede convertirse en uno de los damnificados.
La Asociación de Mayores y Jubilados del Casco Histórico, ante la alarmante huida de las cajas, ha remitido un escrito al alcalde de la ciudad para que intente buscar una solución. La asociación califica el cierre como un “hachazo al casco histórico que va poco a poco languideciendo por la falta de servicios fundamentales”.
En el escrito, firmado por su presidente, Miguel Bisbal, se asegura que “estas políticas empresariales de las entidades bancarias son muy lesivas, especialmente para las personas que tienen dificultades para utilizar las nuevas tecnologías”, y se pide a las autoridades que tomen las medidas oportunas para que el casco histórico no siga perdiendo fuerza.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/12/almeria/226605/las-cajas-abandonan-el-casco-historico