La determinación por querer ser padres y madres no siempre es algo que se tiene que sentir. Tampoco es una 'llamada' a una edad antes de que 'se pase el arroz'. Unos no pueden, desgraciadamente, por diversos motivos. Y otros, simplemente no quieren.
Hay diversas opciones que, no siendo definitivas, son idóneas para aquellos hombres y mujeres que se animan a querer ser auténticos partícipes de la vida de muchos menores, aunque no sean suyos biológicamente. Y la familia de acogida es un perfecta opción.
Jesús y María (nombres ficticios) son pareja desde hace siete años. Hace un año se plantearon ser padres de acogida. Querían hacer algo relacionado con el ámbito social y de voluntariado. Fue entonces durante el confinamiento originado por la pandemia del Covid-19 donde se decidieron y comenzaron la búsqueda incesante de información sobre este mecanismo de protección al menor.
Acogieron a Pedro (nombre ficticio), con una edad de poco más de 12-14 meses. En el caso de esta acogida familiar, está dentro de la modalidad de urgencia, siendo esta la que mejor se acogía a ambos. Este acogimiento está enfocado para aquellos menores que han sido intervenidos de forma inmediata, en edades comprendidas entre 0-7 años, y que necesitan salir del entorno de su familia biológica.
Partiendo de la premisa que cualquier gestión con la administración es tardía y desesperante, afortunadamente la solicitud para acoger de forma temporal a un menor parece que sigue los tiempos justos y necesarios.
"Conocimos a Mari Carmen, persona que nos inició. En la primera reunión nos informaron sobre la acogida, y a partir de ahí ya éramos nosotros quienes hacíamos la propuesta a la Junta de Andalucía. Diríamos que los tiempos han sido 'normales', pues es una decisión que hay que madurar", trasladaba María.
"Al principio te da un poco de vértigo principalmente por el desconocimiento que hay a nivel general sobre la acogida, y luego a nivel personal, porque no tenemos hijos y era un reto doble", explicaba María, "por otro lado, era algo que nos apetecía hacer y la verdad que está yendo todo muy bien".
Siendo su experiencia bonita y enriquecedora, explicaban que la mayor complejidad reside en explicar al entorno en qué consiste ser una familia de acogida temporal: "siempre caen en la misma trampa, hay mucha confusión", decía Jesús, "realmente hay muy poca información, y mucha gente cree que existe la posibilidad de que te lo puedas quedar y eso es lo que genera más conflicto. Pero con los meses, ya se calma la idea del porqué no nos quedábamos con él", añadía María.
"En nuestro caso no nos planteamos adopción. Nosotros no hemos querido ser padres, por eso optamos por esta modalidad, con la perspectiva de poder volver a nuestra vida. Queríamos hacer algo a nivel social, y aunque teníamos vértigo, estaba adaptado a nuestra forma de vida", contaban ambos, llegando siempre al mismo punto en común.
Esta modo de vida sigue siendo abrumador para la sociedad. Un hombre o una mujer que no quiera ser madre, como si el hecho de tener un vientre implicase la obligación moral de procrear, tener una familia y un extenso etcétera que bien responde con los tópicos de la familia.
Sin embargo, lo que sí tendría que ser de alabar es que cómo seres humanos de forma altruista deciden alimentar, dar compañía, velar y proteger a menores que no tienen un hogar en un determinado momento, para que cuando su familia biológica haya superado sus dificultades, puedan volver a estar con ellos.
Y así lo explicaba Mari Carmen, responsable del programa de Acogimiento Familiar de Cruz Roja en Almería: "Cualquier niño o niña tiene derecho a tener una familia, hay muchos que desafortunadamente no pueden vivir con sus familias, y también hay otros muchos que están en centros y que no pueden estar con familias. Y en el caso de este niño es muy afortunado".
Esta acción demuestra que la magia está en estos núcleos de personas que se forman entorno al hecho de acoger. "Celebramos el cumpleaños del niño e invitamos a familiares y amigos. También lo hicimos como forma de agradecimiento a todas esas personas que se implicaron con él y con la experiencia. Y aprovechamos para reforzar esa idea de lo importante que es quitar el sentimiento de pena, sobre todo cuando se vaya", contaba Jesús.
Qué típico del ser humano pensar en el futuro, pero es el cepo perfecto en el que todos caemos. Sí, el niño se irá como así se estipula. "Realmente hay que valorar el bien que se puede hacer por estos niños, como adulto ese apego lo gestionarás mejor que si ese niño no estuviera con una familia. Ese miedo a lo desconocido y hacer cosas que nos puedan hacer sufrir, pero en realidad esto ha sido gratificante"
El sufrimiento por su partida es inevitable, pero como cualquier duelo por la partida de alguien que tiene que retomar su vida, de forma consciente o inconsciente. Quizá hay que romper esa barrera como bien recalcan ellos, "el miedo a lo desconocido", y conocer la felicidad que se les podría dar a esos niños y niñas que no han elegido las dificultades que atraviesas sus familias. Y esta es una manera de hacer la vida más fácil al resto.
¿Qué es el acogimiento familiar?
El acogimiento familiar de Cruz Roja es una medida del Sistema de Protección a la Infancia, que consiste en que una familia o una persona acoge de forma temporal en su hogar a una o varias personas de menores de edad como alternativa al acogimiento residencial.
Se trata de una alternativa de convivencia en familia para niños y niñas que se encuentran en una situación difícil, con el fin de proporcionarles un entorno familiar estable cuando las circunstancias les impiden desarrollar su vida con su familia de origen.
Es importante diferenciar entre el acogimiento familiar y la adopción. Ambas son medidas de protección jurídica que responden a necesidades infantiles. Sin embargo, la adopción es irrevocable, generando a su vez vínculos jurídicos entre padres y niños equiparables a la maternidad y paternidad biológica.
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