No ha podido ser más claro el Presidente de la Junta de Andalucía al plantearle una adivinanza a Antonia Sánchez Villanueva en la entrevista que publicó este periódico: “A la legislatura le queda de enero a junio”, dice Moreno Bonilla, pero añade una serie de cauciones que no descartan en absoluto un adelanto electoral. “Ahora mismo estamos en minoría. ¿Cuánto tiempo podemos aguantar?” Nadie mejor que él podría responder a esta cuestión de la que a la mejor tenemos respuesta la noche del 13 de febrero cuando se nos informe del resultado de las elecciones en Castilla y León.
No resulta muy difícil suponer que al Gobierno de la Junta no le será fácil convalidar los decretos de funcionamiento y las transferencias de crédito, sin los cuales la Administración andaluza entrará en parálisis. Pero hay una fecha clave, la de ese domingo de febrero que medirá la dimensión de la victoria de Fernández Mañueco, un termómetro imprescindible para calibrar las posibilidades de Pablo Casado a nivel nacional. Nadie pone en duda que si ese presumible triunfo de los populares en tierras castellanos se viera reforzado semanas después por Andalucía, el camino del centro-derecha a la Moncloa se vería más expedito. Y he aquí la decisión a tomar por Juanma Moreno, él solito, encerrado en su despacho del Palacio de San Telmo: adelantar o no adelantar los comicios en la Comunidad que correspondería celebrarlos el 27 de noviembre.
Como ha explicado el propio presidente el tiempo efectivo de la legislatura vencería en el mes de julio. Es decir, que se fija la fecha electoral para el domingo 26 de junio o, si como él mismo reconoce, la mayoría parlamentaria queda descompuesta hasta el extremo del bloqueo, la solución sería la primavera, dentro de las dificultades que la estación tiene en Andalucía: Semana Santa, ferias y fiestas repartidas por toda nuestra geografía: Sevilla, Córdoba, Jerez, Granada, entre otras y Romería del Rocío (6 de junio, Lunes de Pentecostés). La verdad es que la elección de fecha sería un quebradero de cabeza para la única persona que según en Estatuto de Autonomía de Andalucía tiene la facultad de firmar en el BOJA la convocatoria electoral.
Nunca hasta ahora, en los cuarenta años de procesos electorales en nuestra Comunidad el Partido Popular había tenido el viento tan a favor. No hay una sola encuesta que no le otorgue la victoria a los populares. ¿Con mayoría absoluta? Eso está por ver. Pero, desde luego, los sondeos conceden al centro-derecha mayoría bastante para formar gobierno, acaso con la ayuda de VOX que para entonces –es de esperar- se haya bajado ya de la incomprensible supremacía que le llevó a no votas los Presupuestos en las Cinco llagas y, según todos los indicios, a mantenerse en el machito desde entonces.
Méritos ha hecho el Gobierno de Moreno Bonilla para merecer tan buena nota del pueblo andaluz. La gestión política y administrativa ha dado un benéfico giro de ciento ochenta grados y resulta muy difícil no reconocerlo, de no ser por las anteojeras que suele poner la conducta sectaria de los partidos en la oposición. Para muestra un botón: los almerienses hemos asistido ojipláticos a la lluvia de millones de dinero público que nos ha caído desde la Alcazaba en un Consejo de Gobierno destinado a remediar no pocas carencias de la provincia, maltratada desde La Moncloa y escasamente atendida desde Sevilla cuando gobernaban los socialistas. Tan cierto es lo que digo, que está siendo convalidado por la opinión de los andaluces reflejada en las encuestas.
Este cambio de rumbo en Andalucía lo está protagonizando un señor al que apenas conocíamos cuando se propuso como candidato: Juan Manuel Moreno Bonilla, andaluz nacido en Cataluña, de modesta familia, sin titulaciones universitarias, sencillo en el trato y que después de dos años en san Telmo ni va de Superman ni ha cambiado de costumbres. Hasta cogió el Covid como cada quisque. Tiene un buen equipo de Gobierno que, sin alardes, está cumpliendo sus promesas electorales y le ha metido mano a la pandemia poniendo a Andalucía de las últimas en contagios y de las primeras en vacunas. O sea, que como en toda buena democracia la rutina de la normalidad es la nota dominante de su mandato.
Lo sabemos casi todo de Juanma, menos el secreto que guarda sobre la fecha de las elecciones andaluzas. Aunque con el adivina adivinanza que le soltó a la subdirectora de este periódico podemos hacernos una idea. ¡Qué buen alumno del maestro Rajoy! ¿O sí?
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