“Aunque las dimisiones del Alcalde y de todos los concejales eran esperadas, porque ya se estaba diciendo desde hacía varios días, entre el público que asistió ayer a la sesión, causó sensación y anoche fue el comentario en todos los centros. Ha sido el primer caso que se ha dado desde hace muchos años, en nuestra capital, que un Ayuntamiento en pleno dimita, siguiendo al Alcalde”.
Respiren. En Almería no ha dimitido nadie en estos días en los que no ha leído el periódico. Este texto es un extracto de la crónica de una dimisión en bloque de una Corporación municipal allá por 1924 publicada en La Crónica Meridional.
¿Se imaginan que esto pudiera ocurrir en la actualidad? Ciertamente la ley electoral tiene sus recursos para que haya rápidamente sustitutos pero, evidentemente, si se nos hace casi imposible pensar en que dimita un concejal, como para que lo hicieran 27.
Años convulsos
Era por entonces alcalde Manuel Hernández Rodríguez. Había llegado a la Alcaldía apenas un año antes después de que la llegada de Primo de Rivera hubiera acabado con la disolución de todos los ayuntamientos, incluido el almeriense. En ese año de trabajo lo cierto es que el país vive sometido a múltiples cambios que se efectúan desde el gobierno del Directorio y el último era el Estatuto Municipal de 1924 que, aprobado el 8 de marzo de ese año, y con el objetivo de acabar con el ‘caciquismo’, abogaba por un proceso electoral para elegir a los concejales y que estos eligieran al alcalde.
Comienzan entonces charlas para explicar el estatuto, se habla de nuevas disoluciones de ayuntamientos, todo se revoluciona y con ese caldo de cultivo se convoca sesión plenaria en el Ayuntamiento de la capital el 22 de marzo.
Arranca el pleno dando la conformidad a unos vecinos de Cabo de Gata para la realización de un camino, se da el visto bueno a la ampliación de maquinaria para la fábrica de hielo de Juan Lirola, pagos... Todo parece normal hasta que llega el último punto: “diose cuenta de un oficio presentado por el concejal y primer teniente de alcalde presentando la dimisión de los dos cargos por impedirle sus ocupaciones atender a las funciones de los mismos”.
Al teniente de alcalde le siguió rápidamente el alcalde, Manuel Hernández, que presentó su dimisión “irrevocable” ya que consideraba que estaba ejerciendo el puesto “interinamente y para los cuales no cree reunir la aptitud suficiente”.
¿Se imaginan a un político afirmando que no cree que tenga la aptitud para su cargo? Me cuesta. Aunque claro, no perdamos de vista que en todos los mentideros se hablaba ya de disolver ayuntamientos y es mejor irse a que te echen, y más si tienes una excusa elegante.
Decisiones
Los argumentos parece que le gustaron al resto de los miembros de la Corporación que se suscribieron a las palabras del regidor.
Pero claro, como “los concejales dimitientes no proceden de la elección popular sino que fueron designados por mandato del poder ejecutivo” se decide que voten la marcha pero que se envíe el acta para que certifique la dimisión el Gobernador Civil, Sánchez
Ortega, que los nombró. No hubo pegas.
A pesar de que todo el mundo esperaba que hubiera cambios en el Ayuntamiento, lo cierto es que una marcha en bloque se convirtió en la comidilla de las tertulias de la ciudad durante días. Se hablaba de los tres concejales que no habían ido a la sesión pero que dimitieron también tres días después, de los motivos reales de la marcha, pero sobre todo, de los nombres para sustituirlos. Decía Diario de Almería el 25 de marzo que se “podría llenar un periódico” con los nombres que sonaban.
Y es que, a pesar de que se suponía que el Estatuto Municipal debía traer elecciones, lo cierto es que fue el mismo Gobernador Civil el que eligió al nuevo equipo apenas unos días después. El 30 de marzo ya estaban tomando posesión.
Sería una Corporación con 34 concejales, ahí es nada, que encabezaría como alcalde Antonio González Egea. Les dio la bienvenida el general Sánchez Ortega tras despedir a los salientes con buenas palabras, y se marchó para dejar el mando al nuevo alcalde.
Dijo González Egea al tomar posesión que no sabía si tenía condiciones para el cargo, pero lo cierto es que traería asfaltado de calles, la mejora de la red de abastecimiento de agua, sería mediador para la construcción del campamento ‘Álvarez de Sotomayor’... pero eso ya es otra historia.
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