En los primeros años de la República la Asociación Almeriense de Asistencia Social inició una importante 'cruzada' para tratar de combatir la pobreza infantil, que afectaba a gran número de niños en la ciudad que tenían serias dificultades para poder hacer al menos una comida al día.
Los próceres de la asociación eran personajes importantes de la sociedad almeriense: Antonio Cuesta Moyano, Fernández Ulibarri, Francisco Burgos Seguí, Francisco Oliveros Ruiz, Vicente Brotons, Ginés de Haro y Haro, Juan Antonio Martínez Limones, y al frente de todos ellos, Eusebio Elorrieta Artaza, el ingeniero de caminos de Bermeo que llegó a Almería en 1912 para incorporarse a la Junta de Obras del Puerto a las órdenes de Francisco Javier Cervantes.
De Eusebio Elorrieta y de los otros miembros de Asistencia Social fueron las gestiones para que el ayuntamiento comprara una casa en el número diecinueve de la calle Magistral Domínguez y la destinara a comedor infantil. Se invirtieron en la compra 24.500 pesetas y se adquirió una cocina con capacidad para 750 raciones a la casa Preckler de Barcelona, por un precio de 5.300 pesetas.
En los últimos meses de 1934 el comedor infantil ya estaba funcionando, dando de comer a diario a trescientos niños y trescientas niñas acogidos por la asociación. No sólo se les proporcionaba el almuerzo, sino que además se les regalaba, cuando llegaba la festividad de los Reyes Magos, ropa para pudieran ir abrigados: a las niñas vestidos de franela o lana, una camiseta, unas bragas, calcetines y alpargatas; a los niños un pantalón de pana o de paño, unos calzoncillos, una camiseta, jersey, calcetines y alpargatas.
Fue en esos años cuando las autoridades de la República, conscientes de la necesidad de incorporar a la mujer al trabajo, fomentó el aprendizaje con las máquinas de coser, poniendo a disposición de las menos pudientes, los medios necesarios para que aprendieran su manejo. En marzo de 1935 se inauguró la casa de máquinas de coser bajo el auspicio de la asociación de Asistencia Social, en un local de la Rambla de Alfareros (entonces calle Primero de Mayo). Allí, un grupo de profesoras formaban a las mujeres en el uso de la máquina y en las técnicas de cosido y bordado.
Las alumnas eran jóvenes faltas de recursos económicos para poder poseer, particularmente, una máquina. Era habitual la estampa de muchas de aquellas mujeres manejando las máquinas de coser con el hijo pequeño en el regazo. La academia se trasladó en los primeros meses de la guerra civil al local de la Tienda Asilo. En el invierno de 1936 había ya había cerrado sus puertas.
Unos años antes había empezado a funcionar en Almería el sorteo benéfico de los Iguales, que en el invierno de 1932 ya repartía los primeros premios por la ciudad. Ese verano, en el mes de agosto, se inauguró al otro de la Rambla, en el camino que iba a la estación, un local que acabaría haciendo historia en la vida social de la ciudad: la terraza del Tiro Nacional. Durante dos décadas fue un referente donde se organizaron desfiles, bailes, competiciones deportivas y noches de cine a la luz de la luna.
En la primavera del año siguiente, los almerienses recibieron la buena noticia de por decreto de 28 de marzo de 1933 se creaba el Museo Arqueológico de Almería, tan importante para impulsar la apagada vida cultural de aquel tiempo.
Todo lo contrario ocurría con la política, donde la actividad no cesaba y donde los conflictos eran diarios. El 24 de abril de 1933 se vivió una jornada trágica cuando un obrero cayó muerto de un disparo en la Puerta de Purchena en una manifestación en la que se pedía un subsidio de tres pesetas para los parados.
En los primeros años de la República convivían a diario las buenas noticias de las medidas sociales para paliar las carencias de las clases más necesitadas y los avances culturales con la inestabilidad política y esa atmósfera de violencia que estaba presente en las calles.
El once de marzo de 1934 el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes declaró monumento histórico-artístico el mihrab de la iglesia de San Juan. Ese año empezó a emitir desde sus estudios en la calle de Arapiles la emisora de Radio Almería y comenzaron los trabajos para la instalación del teléfono automático, que empezó a funcionar en el mes de junio de 1935.
1935 fue un año que quedó grabado en la memoria de los almerienses por la gran nevada que cuajó en la capital, en las primeras horas de la mañana del nueve de febrero. Ese verano se iniciaron los trabajos para levantar el kiosco de la música en el corazón del Paseo de la República.
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