Entre toda la variedad cultural que existe en la provincia, el enoturismo es una de las opciones que más interés despierta en Almería. Gastronomía, geografía e historia concentradas en un sorbo de caldo de uvas por las que muchas personas deciden apostar y que a nadie deja indiferente. Este podría ser uno de los muchos motivos para practicar este tipo de turismo en una provincia caracterizada por una orografía única que se ve reflejada también en la industria vitivinícola que vela por salvaguardar los sabores y cultivos más autóctonos.
“Ahora está de moda saber de vinos, por eso cuando vienen a la bodega tienen la oportunidad de aprender y de ver in situ cómo se elaboran los vinos y, sobre todo, de aprender a catar. La demanda de este tipo de turismo es muy alta no desde hace poco sino desde hace algunos años”, señala Virginia Bosquet, enóloga de la bodega familiar Cepa Bosquet, en la Alpujarra Almeriense.
Tras el estallido de la pandemia, los movimientos generados por el turismo en general y por el enoturismo en particular, se vieron pausados a causa de la situación sociosanitaria que generó la Covid-19 en nuestro país. Muchas bodegas vienen de sufrir ese ciclo en blanco que sirvió a muchas de ellas para reinventarse y volver a resurgir. De ahí que, en cuanto las restricciones se flexibilizaron, el retorno de turistas a las bodegas no se prolongó en el tiempo y la vuelta se produjo de manera inmediata y con mayor necesidad para conectar con el sabor de un proceso que comienza con la recolección de la fruta y finaliza con el embotellado de los caldos.
El propio enclave de la provincia de Almería ya es digno de una ruta cultural que se adentre por todas las curvas naturales que en ella existen. Una de las zonas con mayor atracción es la Alpujarra Almeriense, situada a caballo entre la capital, la costa, los invernaderos y el Poniente. Un entorno marcado por el contraste de la alta altitud de sus montañas que trasciende hasta rozar el cristal de las copas para el deleite del paladar de los catadores.
Orografía única
“Nuestra bodega está ubicada en Fuente Victoria, pero los viñedos los tenemos plantados en Laujar de Andarax, y si algo caracteriza a los terrenos de esta zona es la diversidad que tiene en lo relacionado con los tipos de suelo y con la altitud: en una comarca tan pequeñita nos podemos encontrar hasta siete u ocho tipos de suelos distintos. Mientras que las viñas las tenemos plantadas desde los 950 hasta los 1.200 metros de altitud. De ahí que una misma variedad de uva, dependiendo en qué tipo de suelo esté plantada nos está dando vinos completamente diferentes. Por lo tanto tenemos un juego de viñedos que nos permite elaborar diferentes variedades de vino”, señala Bosquet. Algo que contrasta con otras zonas más extensas en números de hectáreas pero carecen de la diversidad y riqueza que ofrece el terreno de esta zona de la provincia.
El perfil de los visitantes que deciden unir al vino a sus viajes de placer es tan variado como la propia cultura vitivinícola; hasta allí acuden personas de todas las edades y de todos los puntos de la geografía española y europea. Siendo la nacionalidad sueca la que con mayor frecuencia acude a este tipo de visitas buscando el contraste que ofrece de manera natural la provincia de Almería a los turistas.
Vijiriego, la variedad recuperada
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