En Almería vuelve a ser primavera

Entre los días en los que calima ha cubierto las calles de tierra y los que están por llegar plagados de agua (o eso dicen los meteorólogos) para limpiarlas o embarrarlas, ha llegado la primavera a Almería. Se nota en el azahar que perfuma a los naranjos decorativos, en las flores que se abren a la vida, pero sobre todo en el bullicio que de pronto ha vuelto a las calles. 

Justo ahora, dos años después de que todos viéramos la primavera desde la ventana de nuestras casas, la ciudad vuelve a coger el ritmo que tenía. Vuelven a verse los autobuses escolares llevando a los pequeños a los teatros a disfrutar de que la cultura es segura. Llegan a las puertas del Auditorio Municipal ‘Maestro Padilla’ y al patio de butacas del Teatro Cervantes. 

También se les puede ver recorriendo la ciudad histórica a pie, siguiendo la guía de sus profesores en busca de los detalles de la puerta de la Catedral, esperemos que se marchen sabiendo que el Sol de la Capilla Mayor es de Villalán y no de Portocarrero. 

Pero la ciudad no solo se ha llenado de jóvenes sino que han vuelto los grupos de aquellos turistas de oro que siguen un paraguas, un brazo o simplemente una cabeza, mientras escuchan la historia de la Plaza Vieja (espero que no lleguen a contarle los 22 años que llevamos para rehabilitarla) o conocen lo que hay tras la puerta cerrada del principal templo de la diócesis. 

Y es que, si todo va bien, a pesar de la huelga de transporte, de la guerra en Ucrania, de los últimos coletazos de la COVID y de lo que esté por llegar, que visto lo visto nunca se sabe, las calles de la ciudad parece que vuelven a ser ese lugar de acogida y de vida para los almerienses y para los que vienen a visitarnos. En Almería vuelve a ser primavera.