Quedan solo dos supervivientes: sor María Dolores Valverde y sor Beatriz Mañero, las dos monjitas de la Casa Nazaret de Almería, que serán relevadas en breve por dos frailes franciscanos de la Cruz Blanca, con sede en Ceuta. Nadie quiere que se vayan, tras décadas atendiendo a los menesterosos, a los que no tienen nada, allí en un cerro del barrio de La Esperanza, frente a los ayes flamencos de la Peña El Morato. Pero se tienen que ir, porque así lo quiere la congregación a la que pertenecen, la del Sagrado Corazón de Jesús, con base en Bilbao. De allí vino hace una fechas la generala de la orden a comunicarle al obispo don Antonio que no pueden seguir haciéndose cargo de su Casa almeriense.
Los voluntarios de la Asociación Familia Nazaret no quieren que se marchen por la labor que llevan haciendo y la organización impecable de esta Casa de Acogida por la que ha pasado algún ilustre como el célebre extra de cine, el Habichuela. "Lo estamos pasando muy mal, pero no podemos hacer nada porque tenemos voto de obediencia", admite sor María Dolores. Ella, natural de Laujar de Andarax, donde mana el agua más cristalina de la provincia, con 78 años, dice que aprovechará para pedir una excedencia y cuidar a su hermana enferma.
Sor Beatriz, sobrina del empresario vasco Javier de Ybarra, secuestrado y asesinado por ETA en 1977, volverá a Bilbao porque no le queda más remedio. La Asociación, los voluntarios, los residentes, los ancianitos que han convivido con la monjas no tienen nada en contra de los frailes, pero prefieren que se queden ellas, que sigan ellas atendiendo ese santuario de paz y de ayuda al impedido. Allí quedan 35 residentes, cuando en otro tiempo llegaron al centenar, al igual que llegó a estar atendido el Centro por diez hermanas. "El obispo tampoco puede hacer nada" -dicen- "aunque lo ha intentado".
Allí trabajan cinco personas en nómina atendiendo la limpieza , ayudando a levantarse a los necesitados y un grupo de voluntarios hacen la comida y dan compañía a estar personas que llegan allí ancianas o enfermas, cuando no tienen recursos ni otro sitio donde ir. No todos son mayores, hay un joven inmigrante enfermo de riñón esperando un trasplante, mientras otros van en silla de ruedas. Tienen su patio, su sala de ocio y su fisioterapeuta. La residencia depende de la Asociación Familia Nazaret presidida por José Miguel Moreno Pimentel.
La Casa Nazaret, nacida en 1971, desde donde se divisaban las últimas cuevas de La Fuentecica, ha sido uno de las causas más nobles que ha engendrado esta ciudad, a iniciativa del sacerdote don Juan Sánchez, el abogado Juan Pérez, el arquitecto Javier Peña que diseñó la estancia y un montón de innumerables voluntarios más que han ayudado a que sobreviva con sus donaciones y el complemento de la Congregación. Ahora se abre una nueva página en la historia de la Casa Nazaret, que nadie sabe hacia dónde conducirá.
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