Paz en la tierra y turistas para Almería

En 1967 Almería tomó por bandera su feria de invierno para promocionar el turismo

Dos jóvenes mirando la ciudad desde el torreón de levante de la Alzaba.
Dos jóvenes mirando la ciudad desde el torreón de levante de la Alzaba. La Voz
Eduardo de Vicente
19:35 • 28 mar. 2022 / actualizado a las 20:55 • 28 mar. 2022

Para la Navidad de 1967 el Ayuntamiento de Almería acordó incorporarse a la campaña que con el eslogan ‘Paz en la tierra’, puso en marcha en las principales ciudades del país el Ministerio de Información y Turismo.



Aquí también nos sumábamos a esa petición de paz para todos los habitantes del planeta, pero además, como nos sentíamos ambiciosos, queríamos algo más. Queríamos paz y pan, y ese segundo objetivo pasaba en aquel tiempo por engancharnos a ese tren del turismo que se empeñaba en pasar de largo una y otra vez



Teníamos el cine que había abierto nuestros paisajes al mundo, pero era preciso que Almería tuviera también protagonismo en televisión, que era el medio de comunicación revolucionario de aquella década, tanto que en nuestra ciudad, en aquel año de 1967, había listas de espera para conseguir una antena receptiva.



Había que suscitar el interés de las cámaras de Televisión Española como fuera para que vinieran y enseñaran al mundo nuestro incomparable clima invernal que nos permitía disfrutar del sol casi todos los días del año. Con ese objetivo se había puesto en marcha el eslogan ‘Almería, donde el sol pasa el invierno’, y con esa aspiración la comisión de Festejos tomó como bandera nuestras humildes fiestas de invierno.



Fue el señor Gómez Fuentes, responsable de Festejos, el que enarboló esa bandera y trató de darle un nuevo impulso a los festejos de invierno, que hasta ese momento no pasaban de ser poco más que un ensayo pobre y descafeinado de la feria de agosto.



La feria de invierno



El atrevido concejal pensó que la inminente inauguración del aeropuerto, al que le faltaban los últimos detalles para abrir sus pistas, nos obligaba a poner en tensión  todas nuestras fuerzas y por eso se le ocurrió organizar unas fiestas de cuatro semanas que empezaran en diciembre y acabaran después del día de Reyes. “Unas fiestas de cara al exterior para propagar nuestro clima invernal, único en el mundo”, llegó a decir el señor Gómez Fuentes.



Para poder ser unas fiestas atractivas con repercusión nacional había que ganarse  el interés de Televisión Española, aprovechando que para esas fechas iba a enviar a nuestra ciudad a un equipo de profesionales bajo la dirección de Miguel Martín García, jefe de los Servicios Informativos, con la intención de preparar los reportajes que completaran la visita de Franco para inaugurar el aeropuerto.


Desde la comisión de Festejos se puso en marcha un operativo ambicioso para que las fiestas de invierno fueran ese atractivo que sirviera de cebo para enganchar a TVE. Había que fomentar al máximo las pruebas deportivas marinas en esas fechas de Navidad, así como el cross de las  Dunas, la romería de Torregarcía y como principal atractivo, organizar una gran corrida de toros para recibir el nuevo año. Con este objetivo se puso a trabajar el concejal de Festejos y con las nueve pesetas que quedaba en el presupuesto cuando tomó la decisión de ampliar e intensificar las Fiestas de Invierno. El propio edil tuvo que empezar poniendo quinientas mil pesetas de su bolsillo para echar a andar, cantidad que le fue devuelta íntegramente unos meses después por parte del Ayuntamiento. 


En el mes de noviembre, la maquinaria del despacho de la comisión de Festejos trabajaba a todo ritmo preparando esas inigualables fiestas que tenían que servir de reclamo para que la única televisión que teníamos en España le contara al resto de compatriotas lo afortunados que éramos los almerienses en cuestiones climatológicas. Es verdad que estábamos aislados, que nuestras carreteras eran caminos infames, que estábamos considerados como una de las provincias más pobres del país, pero a cambio teníamos un sol que no nos fallaba ni en diciembre, y eso había que aprovecharlo en una época en la que casi todas las actividades políticas se orientaban hacia la promoción turística, clave del desarrollo económico español.


Así, con el dinero justo y con muchas ganas, los responsables de organizar las fiestas se pusieron manos a la obra. El primer paso fue  darle otro color a la ciudad para que la gente comprendiera que aquello iba en serio. Para conseguirlo era fundamental contar con una iluminación extraordinaria que lo fuera de verdad. En la Almería de 1960 cuando se hablaba de iluminación se recurría como única vía posible a la Casa Segado, habitual instaladora de las luces de la Feria, una empresa seria, pero que carecía de material adecuado para montar la iluminación de las nuevas fiestas invernales que había soñado el concejal.


Buscando esas luces diferentes, el señor Gómez Fuentes cogió la maleta y se fue a Puente Genil, a entrevistarse con el prestigioso instalador que iluminaba Córdoba en los días grandes. En unas horas firmaron el acuerdo por el que la empresa se comprometía a realizar el montaje en una sola noche.



Temas relacionados

para ti

en destaque