Solidarios frente a corruptos en pandemia: “Lo volvería a hacer”

Almería fue una de las provincias más activas en la fabricación de equipos de protección

Germán Granados aportó unos 15.000 euros de su bolsillo para fabricar equipos de protección.
Germán Granados aportó unos 15.000 euros de su bolsillo para fabricar equipos de protección. La Voz
Miguel Cabrera
20:59 • 16 abr. 2022

La pandemia del coronavirus, la crisis más grave para la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial, nos ha mostrado también la mejor cara del hombre, la de la solidaridad de millones de personas de todo el mundo que han puesto todo de su parte de manera altruista para ayudar a los demás. Y Almería no solo no ha sido una excepción, sino que ha destacado especialmente en esa labor humanitaria  en los peores momentos, cuando muchas personas morían en las residencias y los hospitales carecían de equipos de protección. 



Desde el minuto cero, miles de personas de la provincia, con la ayuda también de empresas e instituciones, emplearon jornadas de hasta 14 horas diarias, no solo sin cobrar, sino contribuyendo con dinero de su bolsillo en la fabricación y el transporte de mascarillas y equipos de protección para repartirlos en Almería y en toda España.



Pero como dice a este diario uno de los voluntarios que lideraron en Almería la fabricación de equipos de protección, “esto es España”, y aunque  en los peores tiempos de la crisis podía ser difícil siquiera imaginar que en una situación tan crítica también pudieran existir corruptos que se aprovecharon de la desgracia colectiva para su enriquecimiento personal, fue una triste realidad paralela.  Y fue una realidad, además, que supuestamente tampoco se limitó a un caso aislado, como demuestran las investigaciones que ya se han acometido desde distintos ámbitos con los más distintos protagonistas.



En el peor momento En los últimos días, por ejemplo, el titular del Juzgado de Instrucción nº 47 de Madrid, Adolfo Carretero, ha destacado la “gravedad” de los delitos por los que han sido denunciados por la Fiscalía Anticorrupción los empresarios Luis Medina y Alberto Luceño, acusados de haber percibido alrededor de seis millones de euros en una operación de compra de material sanitario del Ayuntamiento de Madrid que costó en total 12 millones, teniendo en cuenta además, subraya el juez, que pudieron cometerse, “en el momento más álgido de la pandemia de covid-19, con miles de fallecimientos diarios”. 



Aunque este puede ser el caso más notorio, en los últimos meses se han conocido otros en los que también se investigan casos de corrupción por presuntos cobros de elevadas comisiones irregulares, como ha sucedido en la Diputación de Almería con el ‘caso mascarillas’, que de momento ha llevado a la dimisión del diputado popular Óscar Liria. 



Además, este caso ha tenido como escenario una Administración que se ha distinguido muy especialmente en el ‘lado bueno’, por su aportación humanitaria en esta crisis, gracias al descomunal trabajo de su servicio de Protección Civil, una organización ejemplar a todos los niveles. 






Enfermero y voluntario

Entre los 70 voluntarios que dedicaron todo su tiempo y un poco más, especialmente en los dos primeros meses del confinamiento está José Miguel Garrido, quien además compaginó esta labor con su trabajo como enfermero en el 061 de la capital, lo que le llevó a prolongar su trabajo en muchos días desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la madrugada.


Al margen de su atención sanitaria como enfermero, Garrido no solo trabajó arduamente en el reparto del material de protección tan necesario aquellos días, además de alimentos a personas necesitadas, sino que también colaboró en su fabricación


Por ejemplo, entre otros era el encargado de llevar el hilo para hacer pantallas protectoras a quienes la fabricaban en Almería, entre ellos varios profesores de la UAL, y cuando estaban confeccionadas las repartía por toda la provincia. Pero eso no es todo, puesto que además sacó tiempo para instruir al personal de muchas residencias de mayores, desde Íllar a El Ejdo o Roquetas de Mar,  para actuar frente al virus.


Al igual que muchos de los que tanto trabajaron aquellos días por los demás consultados ahora por este periódico, José Miguel Garrido prefiere no pensar demasiado en ese puñado de personas que aprovecharon la pandemia para lucrarse: “Al ifnal es la ética y los principios de cada uno, allá cada cual con su conciencia y con sus actos”, dice. 


Adelantados

Y como tierra emprendedora, en Almería hubo incluso quien se adelantó a todos y comenzó a fabricar equipos de protección tres días antes del confinamiento, de que España entera se paralizara. 


Fue el caso de Germán Granados, propietario de GP Tecnic, una empresa de El Ejido dedicada al desarrollo y fabricación de herramientas para la agricultura, quien pudo ser uno de los primeros españoles que se puso manos a la obra, atendiendo a la situación que ya podía vislumbrarse en otras partes del mundo.


“Mi padre y yo veíamos en las noticias la situación de China y decidimos empezar a fabricar mascarillas y pantallas de protección facial con plástico e impresoras 3D, algo que nunca antes habíamos hecho”, recuerda. 


Granados paralizó la producción por completo durante el confinamiento y se dedicó de pleno a esta labor junto a su progenitor, Manuel, “sin parar, produciendo prácticamente las 24 horas del día”. Gracias a esta empresa se confeccionaron alrededor de 5.000 mascarillas y 15.000 pantallas.


En total, pudo invertir alrededor de 30.000 euros en este material, aunque la mitad se consiguió gracias a donaciones de agricultores y cooperativas que se unieron a su iniciativa. Germán Granados aportó el resto, 15.000 euros, de su propio bolsillo.  


Vidas en peligro

Pero no solo empleó mucho tiempo, trabajo y dinero, sino que este empresario también puso en peligro su vida y la de su padre, con 62 años, puesto que recibió en su empresa a muchos médicos de  los hospitales almerienses, así como agentes de la Policía Local y de cuerpos de seguridad del Estado que acudían a él para conseguir equipos.  


Por estos motivos, Germán se muestra especialmente indignado con quienes en aquellos momentos aprovecharon para conseguir grandes beneficios. ”Solo un malvado puede apropiarse de cinco millones de euros, con los que se habrían salvado muchas vidas. Alguien me preguntó entonces por qué yo no vendía el material, pero no cobré nunca porque no quise, porque solo pretendía ayudar”, dice. 


Granados envió material a hospitales de Huelva, Motril, Salamanca, Granada, Teruel o Zaragoza, además de a todos los almerienses, entre otros, y finalmente se unió a la plataforma creada en la Universidad de Almería, que fue una de las más activas de todo el país y que igualmente distribuyó distintos materiales a otras zonas de todo el país, allí donde eran más necesarios para todos.




Desde la UAL

Dos profesores de  Ingeniería de la UAL, Alfredo Alcayde y Javier López, crearon una plataforma que también fabricó miles de equipos de protección  con impresoras 3D que se distribuyeron gratuitamente por toda España, especialmente a hospitales y residencias. 


En solo unos días este grupo de ‘makers’ ya tenía 400 colaboradores de toda Andalucía y al que la Universidad de Almería -muchos estudiantes de ella también se sumaron como voluntarios- cedió todos los medios de que disponía.


Alcayde reconoce que entonces ni se pasaba por la cabeza la posibilidad de que algunos estuvieran haciendo su agosto, y por otro lado cree que si se hubiera sabido entonces habría sido mucho peor, puesto que podría haber cundido la decepción entre muchos de los que colaboraban de forma altruista y de buena fe. Y es que, como también han puesto de manifiesto otros voluntarios, el profesor reconoce que muchos voluntarios tuvieron que poner dinero de su propio bolsillo para poder fabricar los materiales que tanto se necesitaban.




Batas en El Ejido

“Un día en el invernadero, dándole vueltas a los melones, me pregunté: ¿de qué están hechas las batas de los sanitarios, y qué mejor que los plásticos? Con esta idea acudí a un amigo que entendía de costura y ahí comenzó todo”. Así recuerda Noelia Pérez, una agricultora de El Ejido, los primeros pasos que le llevaron a poner en marcha toda una fábrica de batas, patucos, guantes, gorros y mascarillas -que realizaron con las mantas térmicas para proteger los cultivos-.


Con el paso de los días, se fueron uniendo voluntarios y consiguieron la cesión de una fábrica de decoración en el Poniente, Serastone (“que se volcó con la causa”) en la que llegaron a trabajar una treintena de personas cada día, e incluso el Palacio de Congresos de Aguadulce, desde el que se distribuyó el material. Se repartieron más de 50.000 batas, varias miles de mascarillas  de tres capas, y colaboraron más de 400 personas, mientras que empresas de la comarca, como Sotrafa, Solplast o Naturplast cedieron materiales.


Noelia también se centró prácticamente en este trabajo prácticamente todo su tiempo -al margen del mínimo empleado para echar un vistazo a su invernadero-, mientras que su marido, David Martín, dejó temporalmente la agricultura para repartir material como camionero. Después de todo este trabajo de tanta gente, Noelia no puede entender la actitud de los que están siendo ahora investigados por corrupción: “Está claro que el dinero lo mueve todo, y siempre habrá oportunistas, allá ellos con su conciencia, pero al final todo vuelve. Yo no voy cambiar por ellos y volvería a hacer lo mismo”, proclama.




Guardia Civil

Muy similar es el pensamiento de Francisco Magaña, un guardia civil que coordinó, desde Jusapol, una asociación de la Benemérita y la Policía Nacional, la elaboración de mascarillas y EPI. Para empezar, el Ayuntamiento de Benahadux les cedió unas instalaciones y además de agentes de ambos cuerpos, y mue especialmente jubilados,  se unieron muchos particulares de toda la provincia y las asociaciones de mujeres de Huércal de Almería, Benahadux, Gádor, Pechina y Alhama. También empresas como Plastimer cedieron plásticos para la confección de los equipos. Magaña, después de su jornada como guardia civil, dedicaba el resto del día a esta tarea. 


Y ante los ‘malos’ de esta película dice: “Estoy acostumbrado a ver delincuentes de todo tipo, y aunque estos son unos golfos, solo siento pena por ellos. Nuestra gente lo ha hecho todo sin condiciones y sin mirar el dinero, porque también puso mucho de su bolsillo, además de esfuerzo y trabajo, y lo que de verdad nos llena es que pudimos salvar muchas vidas”, dice con orgullo.


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