Junto al mar, vigilando la costa almeriense, custodiando los restos romanos de la fábrica de salazones y la memoria de la aparición de la Virgen del Mar lleva en pie el torreón de Torregarcía desde que la antigua construcción árabe se reconstruyera en el siglo XVI.
Presidiendo este paraje sigue la torre a pesar del olvido al que está sometida por parte de las administraciones desde hace años. Las mismas instituciones que ven como se deterioran las piedras que la sustentan y que nada han hecho desde que se interviniera en ella a finales de los ochenta.
Alrededor de la torre vigía colocaron en 2016 desde el Servicio Provincial de Costas dependiente del Ministerio de Transición Ecológica -antes de Medio Ambiente-, que es el titular de la construcción, una valla y no para proteger a este Bien de Interés Cultural (BIC) desde 1985 de actos vandálicos, sino porque desde la Delegación de Cultura se le instó a que se actuara sobre ella ante el riesgo de derrumbe.
Desde entonces hasta hoy han pasado seis años que se notan en el óxido que se acumula en el metal de la valla que apenas sí se mantiene en pie en algunos tramos.
En este tiempo la torre ha acumulado deterioro y lo más cerca que ha estado de que haya obras de rehabilitación cerca son los trabajadores contratados por el Ayuntamiento de la capital que durante este año han intervenido en la ermita diseñada por Guillermo Langle unos metros más adelante.
Proyecto
Cierto es que en el año 2017, exactamente a mediados de mayo, se anunciaba desde el Ministerio de Medio Ambiente una intervención en esta torre, en la que se encuentra en El Perdigal y en el Torreón de San Miguel de Cabo de Gata. La cuantía era baja, apenas 160.000 euros, pero el objetivo era realizar en la parte exterior de las edificaciones trabajos de reposición y tratamiento de la piedra existente, reparación de la cubierta, sustitución de la escalera mecánica y señalización de ser Bien de Interés Cultural.
El proyecto se anunció pero nunca llegó a ejecutarse en ninguna de las torres, todas ellas necesitadas de intervención.
Desde la Asociación ‘Amigos de la Alcazaba’ llevan desde 2016 reclamando la intervención necesaria sobre la torre. Su vicepresidente, Juanmi Galdeano, recuerda que “la responsabilidad de la conservación, tutela y mantenimiento de los titulares del BIC y en este caso es Costas quien debe hacerse cargo”.
Recuerda que la gravedad de este abandono es aún mayor ya que “se trata de una administración pública” que además “es consciente del mal estado en el que se encuentra la torre ya que en su momento la rodeó con una valla e incluso llegó a contar con un proyecto para actuar” y sentencia que “necesita una intervención”.
Destaca Galdeano que la situación de esta torre no es única, sino que, dentro del mismo paraje también se encuentra “en un estado de abandono lamentable el pozo” y resalta el poco cuidado de la “fábrica de salazones romana”.
Reclama el vicepresidente de Amigos de la Alcazaba un mejor cuidado no solo para esta torre sino para todo el conjunto de torres vigías que protegían la ciudad y que tienen un significado en su conjunto. Sitúa así esta necesidad en el Castillo de San Telmo o la Torre de los Cerrillos, pero en ellas se puede incluir la torre de El Perdigal o el torreón de San Miguel.
Sobre este último se está a la espera de la segunda fase del Plan de Grandes Ciudades para su posible rehabilitación. Desde Costas se muestran interesados en que sea el Ayuntamiento quien se haga cargo de ella aunque desde el Consistorio están a la espera de establecer el procedimiento ya que, según el concejal de Promoción de la Ciudad, Carlos Sánchez, “en su día se habló de una cesión pero después se habló de concesión y está pendiente de un proyecto detallado”.
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