En los primeros tiempos, cuando acababan de poner en marcha la empresa, Abad y Aguirre se encargaban de llevar la luz eléctrica por los barrios más humildes de la ciudad donde en los años cincuenta todavía se utilizaban los candiles de petróleo y las velas. Contaban con la colaboración de Juan Oña, que era el técnico que iba por las casas llevando la tramoya de cables y enchufes.
La instalación eléctrica del barrio de las Perchas y su manzana la ejecutaron ellos cuando era habitual que las mujeres de la vida se alumbraran con lámparas de aceite que eran el recurso más barato. Allí donde iban, los hombres de la luz eran recibidos como enviados divinos porque llevaban en sus manos el milagro de la electricidad.
Además de ganarse la vida con los montajes eléctricos, Abad y Aguirre tenían grandes dotes para darle vida a los aparatos de radio que se estropeaban. Como en aquel tiempo una radio tenía que durar toda la vida, tenían trabajo de sobra y allí iban recogiendo el aparato averiado casa por casa para devolverle la vida en el taller. En la larga lista de radios que arreglaron en aquellos comienzos ninguno tuvo tanta resonancia como la gramola de las hermanas Dolores y Luisa ‘la Tuerta’, que necesitaban aquella máquina cantora para poder trabajar. Regentaban un bar de los que llamaban de planes en el ‘barrio chino’ y tener una gramola con un buen surtido de discos era toda una garantía para la marcha del negocio. Si sonaba la música los besos y las caricias brotaban solos y detrás de ellos venían siempre las monedas.
La empresa salió a la luz en plena posguerra, cuando en 1951 empezó a funcionar en la Plaza de San Sebastián con el nombre de ‘Central Radio’, un pequeño taller donde reparaban las averías de los transistores. Dos años después, la empresa trasladó su domicilio a un amplio local con fachada a la Plaza de San Pedro y a la calle Leal de Ibarra. Así nació Radio Sol, una de las tiendas de aparatos eléctricos más importantes que existieron en Almería.
Detrás de Radio Sol estaban dos socios: Jaime Abad Villar y Alberto Aguirre Mensales. Empezaron dedicándose a la técnica y acabaron montando un próspero negocio que llevó los aparatos de radio y los primeros televisores por toda la provincia de Almería.
Los propietarios fueron célebres por sus ideas novedosas, por un afán constante de superación para traer a la ciudad los adelantos que iban saliendo al mercado. Para ello, no dudaban en desplazarse a Madrid o a Barcelona para estar al día de todas las novedades.
Ellos pusieron de moda las audiciones previas a la compra de un disco. En el invierno de 1955 trajeron el mejor surtido de discos que había en el mercado y establecieron la norma de que los clientes tenían derecho a escuchar el disco antes de comprarlo. Para esa Navidad llenaron los escaparates de aparatos de radio de la marca Askar, que llenaron los muebles de comedor de cientos de hogares de familias almerienses.
Askar llegó a ser una marca de referencia en la ciudad. Tuvo tanto éxito que en octubre de 1958, esta importante firma de electrodomésticos, junto a Radio Sol y la casa de montajes eléctricos Sur-Neón, se asociaron para instalar un gran letrero luminoso en la misma Puerta de Purchena.
Radio Sol llenó las casas de aparatos de radio y también de máquinas de coser ‘Refrey’, que se pusieron de moda en el verano de 1959. La demanda era tan grande que los dueños de la tienda tuvieron que comprarse una furgoneta para llevar los pedidos por todos los pueblos de la provincia.
En los primeros años sesenta la presencia de la furgoneta de Radio Sol en un pueblo era un acontecimiento grandioso. Cada vez que llegaban a algún rincón de la provincia, de los más apartados, medio pueblo se echaba a la calle para ver llegar al vehículo y a los técnicos que les llevaban lo que entonces era el mayor símbolo de progreso: un aparato de radio, una máquina de coser o una televisión.
Cada temporada sacaban un invento nuevo. En 1960 se desató la fiebre de las lavadoras. El establecimiento de Radio Sol se hizo distribuidor oficial de la casa Agni, la marca de las primeras lavadoras que se vendieron en Almería. Para promocionarlas, pusieron en marcha un programa en Radio Juventud que se llamó ‘Trece por docena’, donde se sorteaba una lavadora entre los compradores. Por cada compra se le entregaba al cliente un número, sorteándose entre cada doce compradores la lavadora que hacía trece.
Como eran tiempos de radio y no todas las familias podían adquirir una al tener precios de artículo de lujo, la casa Radio Sol puso en practica un sistema de venta con pagos voluntarios y a comodidad del comprador, mediante la colocación de una hucha electrónica en el receptor que se deseaba adquirir. La tienda le apartaba el aparato al cliente y éste, cada vez que tenía unas pesetas ahorradas, iba y las introducía en la hucha de la radio. Así, hasta que llegaba al precio del aparato y podía llevárselo a su casa.
En los años setenta Radio Sol abrió otra tienda en el Paseo, en la esquina con la Plaza del Educador.
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