Miguel Hernández dejó escrito: “Me llamo barro aunque Miguel me llame. Barro es mi profesión y mi destino que mancha con su lengua cuanto lame”. Y es que no hay mejor forma de resumir la vida personal y profesional del maestro artesano Antonio José Flores, afincado en el barrio almeriense de Costacabana, junto al mar Mediterráneo al que escribió el cantautor Joan Manuel Serrat.
Flores lleva junto a la arcilla tanto tiempo que casi se podría decir que ha sido el propio barro quien ha ido moldeando su propia vida. Ingenioso y creativo desde pequeño, Flores inició su carrera artística con apenas 17 años, cuando comenzó a estudiar en la Escuela de Arte y desde entonces su profesión ha ido acompañándolo en todo momento. Tanto que él mismo reconoce que no siente que trabaje, ya que es tanto lo que disfruta este almeriense con su labor diaria que no lo considera un trabajo al uso.
Lejos de lo que podamos pensar aquellos que nos consideramos más cerca del desconocimiento que del conocimiento profundo del arte que se muestra delante de nuestras narices, la familia de Flores no cuenta con antecedentes ligados a esta profesión. Donde él ha labrado su propio futuro a través de sus decisiones. “Mi abuelo por parte materna era herrero y tenía una fragua. Yo nací en El Ejido y me vine a vivir siendo muy pequeño aquí junto a mis padres. Hoy me dedico a algo que siempre me llamó la atención y siempre lo tuve muy claro, por lo tanto, toda mi vida ha estado relacionada con este arte".
Ventas
Hay prácticas que se van perdiendo con el paso de las generaciones. Entrar en la casa de nuestros padres o nuestros abuelos es entrar en un rincón que, a través de los muchos objetos elaborados en barros de diferentes puntos de la geografía, se podría hacer un resumen de los lugares por los que se han pasado. Pero también de los que hemos conseguido traernos un pellizco moldeado por las manos de los artesanos. Una costumbre que parece haber cambiado para algunas personas, dado que “con mayor frecuencia, no sé si por la sostenibilidad o por la utilidad, la gente prefiere comprar una taza o un cuento elaborado por un artesano antes que una taza en un bazar, o incluso, algo de plástico. Mi percepción es que lo que vendo se aprecia como algo más. Y creo que actualmente hay un boom”, señala Flores.
Aprendizaje
Si hay algo que ha cambiado el hábito sociales que teníamos concebido hasta hace unos años, eso ha sido gracias a las consecuencias de la pandemia. Fruto de pasar largos períodos refugiados de un virus, ha hecho que un gran número de personas hayan buscado y encontrado nuevas vías de escape para vencer todo aquello que el covid-19 comenzó a mostrarse en su cara más dura. “Hay mucho interés por aprender a trabajar con el barro. Siempre me he dedicado a dar cursos a quienes han mostrado ese interés. Antes de la pandemia he tenido alumnos pero no tantos como los que ahora tengo, de hecho he tenido que ampliar los turnos de la formación. El interés ha crecido tanto que tengo lista de espera de alumnos para aprender el oficio.
Pandemia
La pandemia ha sido un azote para todos los sectores económicos de nuestro país y también de la provincia. Sin embargo, no fueron pocos los que se salvaron gracias a que supieron revertir una situación aparentemente negativa en toda una oportunidad. Antonio Flores se arriesgó y, contra todo pronóstico, venció el pulso que un virus estaba consiguiendo vencer hasta conseguir un resultado lejos del esperado: “A mí la pandemia sólo me ha afectado los tres meses que duró el confinamiento más duro. Después de ese tiempo puedo decir que la pandemia no me ha afectado económicamente, todo lo contrario”.
Técnica
La línea por la que se ha inclinado el artista almeriense en los últimos tiempos es en la fabricación de objetos “útiles”, para los que utiliza arcilla de altas temperaturas y esmalte que él mismo fabrica. A los que decide acompañar con diferentes tipos de grabado en la cerámica. “Decidí hacer cerámica en alta temperatura por la resistencia del material. Porque la idea es que la gente usara lo que comprase. Es decir, que la gente cogiera un cuenco y sea su cuenco favorito para presentar una ensalada. Esta es actualmente mi línea de trabajo". Unos trabajos a los que suele imprimir diferentes texturas y esmaltes que le dan a sus diseños un aspecto único y atrayentes a la vista.
Que un objeto consiga seguir cumpliendo su función de generación en generación es el mejor garante de calidad que un artista puede tener a lo largo de su carrera, “eso y sobre todo que la gente conozca que es tuyo”, señala Flores. Un artista que nunca firma sus trabajos pero que sus clientes consiguen relacionar rápidamente a sus manos y a su taller. “Las tiendas a las que llevo material me suelen decir que sus clientes conocen mis trabajos y eso es lo más importante porque la propia obra habla por sí sola. Creo que hay que ser honesto en el trabajo y humilde. Solo utilizo Instagram para subir mis trabajos con el objetivo de que me conozcan. Sin embargo, me niego a vender. No me veo empaquetando tazas diariamente para enviarlas a Finlandia o Alemania.
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