Quizá el mayor reto al que se enfrenta la sociedad almeriense en los próximos tres años es la llegada del AVE. Como ya ocurrió con el tren convencional, Almería va a ser, otra vez, la última (o una de las últimas provincias) a las que llegue la alta velocidad ferroviaria. Nuestra posición en el mapa provoca esa condena en los plazos.
Pero no es solo nuestra lejanía periférica la que provoca el ocupar el último puesto en el ranking de las comunicaciones ferroviarias. Junto a esta realidad geográfica irremediable -Almería está situada casi extramuros de la geografía de España- hay otra circunstancia que influye de forma extraordinaria en que a esa realidad se le añada otra dificultad añadida. Desde que el cínico Rodrigo Rato asegurara hace ya 25 años que Almería estaría conectada con Murcia antes de 2005, los avances en esta aspiración siempre han transitado por vía lenta, cuando no han permanecido años en vía muerta. Más de dos décadas hablando del AVE a Almería y todavía estamos instalados en la incerteza de no saber cuándo llegará el primer tren de alta velocidad a la estación de Almería.
Mientras el Gobierno de Pedro Sánchez asegura una y otra vez que en 2026 se alcanzará esta aspiración irrenunciable para consolidar el futuro de la provincia, no son pocos los que desde la experiencia de los incumplimientos reiterados o desde el posicionamiento político en busca de réditos electorales desconfían de esa fecha.
Gobierno y oposición llevan años enzarzados en un fuego cruzado sobre la responsabilidad de que la alta velocidad no haya llegado todavía Almería. Un fuego dialéctico que irá en aumento a medida que nos acerquemos a cualquier cita electoral. Las elecciones andaluzas del 19 J, las municipales del próximo mayo y las generales previstas para final de 2023 van a ser elementos motivadores para que el intercambio permanente de disparos acusatorios vaya en aumento hasta alcanzar un tono ensordecedor. Escuchar al PP clamar ahora por los retrasos en el proyecto cuando en siete años-siete-no hicieron nada (bueno sí hicieron algo: tapar los túneles) y no se les escuchó ni un susurro es, cuando menos, sorprendente. Comprobar cómo la insistencia del gobierno de que se cumplirán los plazos no va acompañada de la rapidez que precisan las obras es, cuando menos, desconcertante.
la política española lleva años instalada en un ruido permanente en el que los ecos son más importantes que las voces. La realidad no interesa, lo que se pretende desde los partidos es la construcción de una ´verdad’ prefabricada que se adapte a sus intereses electorales. Ante esta situación, que tanto fatiga a la inteligencia, es imprescindible exigir a los representantes políticos almerienses que, en una cuestión de importancia tan extraordinaria como la llegada de la alta velocidad, se alejen de cualquier posicionamiento que perturbe su alcance.
Los partidos políticos almerienses debían por una vez procurar que el silencio deje paso a los argumentos de la comisión técnica creada por la Cámara de Comercio para evaluar semana a semana y mes a mes todos y cada uno de los tramos en los que se divide el trazado entre Murcia y Almería.
Introducir la guerrilla política en este tema y a estas alturas y ante lo vivido hasta ahora, es un elemento que, no solo no colabora en la consecución del objetivo, sino que solo puede perturbarlo.
El descrédito en el que han caído los plazos y las promesas de este gran proyecto hace imprescindible que sea los que saben y solo los que saben, sin estar contaminados por intereses electoralistas, los que hagan el seguimiento y la valoración de lo que se hace y de lo que no se hace, de los plazos que se cumplen y de los objetivos que se incumplen, de verificar con rigor profesional el cumplimiento o no del cronograma en el que está diseñado el trayecto hacia la llegada del AVE. La comisión técnica sabe de movimientos de tierras, de viaductos, de pasos inferiores y pasos superiores, de túneles… de todas aquellas obras que hay que hacer en el trazado y son ellos- y nadie mejor que ellos, los que pueden hacer un diagnóstico preciso de si los plazos se cumplen o no. Dejémosle trabajar.
Y dejemos el ruido de una puñetera vez. La llegada del AVE es tan importante que nadie debería poner sus sucias manos sobre una aspiración tan importante para la provincia.
La demagogia no es un material sobre el que construir el futuro.
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