Con la temporada del baño llegan también unas de las principales ‘enemigas’ de los bañistas, las temidas medusas, que ya están siendo avistadas en las playas almerienses. Los voluntarios de Promar, la asociación que se dedica en Almería a la protección y a la defensa de la fauna marina, advierten por ejemplo de que ya han podido presenciar estos días a bordo de su embarcación 'Blancazul' grandes bancos de miles medusas a unas tres millas de la costa.
Estas grandes colonias son conocidas como ‘bloom de medusas’, y están formadas por multitud de ejemplares que aparecen en explosiones demográficas cuando se dan todos los elementos necesarios para su reproducción. Por ello, es cuestión de que las corrientes marinas o los vientos sean también propicios para que estos bancos puedan acercarse a las playas.
¿Habrá entonces este verano más medusas de lo normal? Aunque esto dependerá de muchos factores, biólogos y expertos están de acuerdo en una cosa: cada vez se dan más las condiciones ideales para que la presencia sea también mayor cada año, como explica a la compañía ‘Safe Sea’ Jesús Bellido, doctor en Biología Marina por la Universidad de Málaga, y biólogo del Aula del Mar malagueña.
Pero ¿cuáles son las condiciones que favorecen la presencia de medusas en el Mediterráneo? Aunque son muchos los factores, Francisco Toledano, coordinador de Promar en Almería, destaca cuatro que son fundamentales: “En primer lugar, se han alterado las condiciones del mar, que reciben muchos más nutrientes -a través de las aguas residuales y los nitratos de la agricultura-, y por tanto las medusas tienen mucho más alimento”, comienza.
Agua más caliente
El segundo factor clave es la subida de la temperatura del Mediterráneo debido al cambio climático, una circunstancia que también favorece la presencia de medusas.
Una tercera causa es “la desaparición de una de las principales barreras naturales con que se encuentran las medusas, que son las láminas de agua dulce de los ríos que desembocan en el mar, que cada vez son menores y por tanto también favorece su llegada”.
Y en cuarto lugar, y no menos importante, Toledano señala el hecho de que las medusas cada vez tienen menos depredadores en nuestras aguas. Según explica, entre los grandes depredadores todavía presentes en nuestras costas estarían el pez espada y el pez luna, que sin embargo cuentan cada vez con menos especies.
Otro gran depredador de medusas es la tortuga laúd, aunque no es nada frecuente en esta zona del Mediterráneo. “Aunque la tortuga boba sí es más habitual en las costas almerienses, la medusa no es su principal alimento, ni mucho menos”, expone el coordinador de Promar. También son depredadores naturales de las medusas los tiburones o los atunes.
En definitiva, se trata de un problema de equilibrio, o en este caso de la ruptura del equilibrio preexistente de un ecosistema, de casi imposible solución a corto o medio plazo y muy difícil de resolver en el largo, teniendo en cuenta que la evolución actual no es, ni mucho menos, a mejor, tal y como plantea el Grupo Ecologista Mediterráneo.
Especies
Las medusas que ya han sido avistadas por miles estos días en el litoral almeriense son las más frecuentes en estas aguas del Mediterráneo, la especie Pelagia noctiluca, que es de las más pequeñas, tienen una peligrosidad alta y un alto poder urticante. Igualmente es frecuente en el Mediterráneo la Rhizostoma Luteum, más grande pero cuya picadura es menos peligrosa.
En los últimos años ha llegado a las playas almerienses la temida Carabela portuguesa, que según Francisco Toledano “es la más peligrosa con la que se puede encontrar un bañista en la provincia, y puede provocar problemas graves sobre todo en niños, mayores y embarazadas”.
También habría que incluir entre los grupos de riesgo ante las picaduras de las medusas en general a las personas con algún tipo de alergia, sobre todo en la piel, como dermatitis atópica o urticaria crónica; a los asmáticos o personas con enfermedades que afecten al corazón y aquellas que ya han sufrido alguna picadura con anterioridad.
Lo más frecuente es que tras la picadura salga una erupción con picor y escozor. La mayoría de las medusas que existen en nuestras playas son poco venenosas, por lo que la reacción no suele tener complicaciones importantes, aunque en casos casos excepcionales pueden provocar daños graves e incluso la muerte.
La mejor prevención, no bañarse
La lógica más evidente nos dice que ante la presencia de medusas la mejor solución es no bañarse. También conviene evitar las zonas donde rompen las olas, ya que es donde habitualmente se acumulan los restos de estos animales.
Como apunta el grupo Quirón Salud, cualquier tipo de barreras que eviten el contacto de la piel con la medusa es una buena protección. Por ejemplo cremas solares -entre ellas existen algunas que protegen específicamente de medusas-, o bañadores que cubran la mayor parte posible del cuerpo.
En la arena no se deben de tocar, ya que aunque estén muertas, los tentáculos conservan su poder urticante al menos 24 horas. Y si se está nadando y se ve una, lo mejor es salir del agua tranquilamente, porque si se nada con energía se las atrae.
Qué hacer y qué evitar tras una picadura
Si tenemos la mala suerte de que nos pique una medusa es tan importante saber lo que se debe hacer como lo que hay que evitar, puesto que algunas prácticas habituales están desaconsejadas, como informa el grupo Quirón Salud. La doctora Pilar Cots, alergóloga del Complejo Ruber Juan Bravo, precisa cuáles son las mejores recomendaciones de la literatura médica y científica.
Qué hacer
Según la doctora, lo primero que debemos hacer es lavar la herida con agua salada. A continuación es aconsejable retirar los restos de los tentáculos de las medusas con guantes o pinzas. “Si la actuación es inmediata, debemos aplicar paños calientes (no más de 45 grados), para desnaturalizar el veneno. Después aplicar frío (con una bolsa de hielo) durante 10-15 minutos. Así controlaremos el dolor y evitaremos que se extienda el veneno”, expone.
En el caso de utilizar hielo, este no debe ir directo sobre la piel, sino dentro de una bolsa bien cerrada para que el agua dulce no tenga contacto con la zona afectada. Si persiste el dolor se puede aplicar lidocaína, bien en pomada, gel, crema o spray.
También es aconsejable aplicar un antiséptico en la herida tres o cuatro veces al día durante los dos o tres días siguientes a la picadura. Por último, se recomienda administrar un antihistamínico por vía oral para calmar el picor.
Qué no hacer
La doctora Cots apunta que en ningún caso debemos lavarnos con agua dulce, ya que el cambio osmótico activa los restos de células venenosas que pueden quedar en la piel y esto aumenta la cantidad de veneno inoculado.
Tampoco hay que frotar o rascar la zona afectada, ni secar la piel con toallas o aplicar arena, ni utilizar amoniaco o alcohol.
Otro de los productos que se desaconsejan es el vinagre, pese a que hay muchos artículos y páginas de internet que lo recomiendan. “Sólo es útil en algunos tipos de medusas, en otros es muy perjudicial. No se debe aplicar si la medusa responsable de la picadura es de la familia de las Pelagias, Chrysaoras o Physalias. Es muy importante intentar distinguir la especie a para conseguir el tratamiento más adecuado”, mantiene.
Finalmente, si aparecen signos que hagan sospechar que la persona está padeciendo una reacción alérgica es importante acudir a un centro médico de forma urgente o llamar al servicio de emergencias 112 para que nos dé las instrucciones precisas para actuar.
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