La UNESCO avisa: 100% de riesgo de tsunami en un plazo de 30 años

La palabra tsunami (que tiene su origen en Japón y significa ‘gran ola’) asusta a quienes la escuchan y, sin embargo, la mayoría de las personas, en Almería y en cualquier otra parte del mundo, lo perciben como una amenaza lejana, una posibilidad que está fuera de sus pensamientos.

Para concienciar sobre este asunto acaba de ser dado a conocer el informe realizado por la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) que, recogiendo los cálculos de la comunidad científica internacional, sostiene que ”hay un cien por cien de posibilidades de que se produzca un tsunami en el Mediterráneo en los próximos 30 años".

¿Habrá que esperar realmente 30 años para comprobar esa previsión?. Según la Sociedad Geológica de España ese periodo es el que se recoge para que llegue a producirse, pero podría ocurrir desde este momento y hasta esa fecha, lo que obliga a estar preparados.

Conocimiento

Para la UNESCO, una de las cuestiones que es necesario abordar de inmediato están relacionados con la prevención de este tipo de fenómenos y la extensión de un mayor conocimiento por parte de la población. Entiende el organismo internacional que en el Mediterráneo, “las autoridades subestiman la gravedad de la amenaza de tsunami”, y los estudios científicos muestran además que las poblaciones ribereñas, como es el caso de las almerienses “no están suficientemente sensibilizadas”.

Advierte además que el nivel de riesgo se calcula teniendo en cuenta la probabilidad de que se produzca una ola destructiva como el número de personas que podrían verse afectadas por ella. En el caso de Almería, las costas del levante o la Costa del Sol, advierte que son zonas muy desarrolladas en términos de población, infraestructuras construidas o turismo en relación con otras zonas costeras como el Pacífico Sur, que a pesar de tener un riesgo mayor de tsunami, no se verían afectadas por sus efectos devastadores.

Entre sus recomendaciones están la necesidad de formar a las poblaciones costeras para que sepan cómo actuar en el caso de tsunamis, o el desarrollo de sistemas avanzados de alerta contra tsunamis, diseñados para responder a los provocados por la actividad sísmica.

La ola ‘gigante’

Los estudios señalan como zonas de alto riesgo de generación de maremotos en el Mediterráneo occidental dos puntos, uno situado en las costas de Argelia y el otro en los fondos del Mar de Alborán. En ambos casos las grandes olas podrían desplazarse a velocidades de entre 400 y 700 kilómetros por hora.

En el caso de Almería ambos orígenes afectarían a las zonas costeras. Si el maremoto se produce frente a Argelia tardaría en torno a los 50 minutos en llegar al litoral de la provincia. Si el origen se sitúa en el Mar de Alborán ese tiempo sería inferior, entre quince minutos en el litoral de Poniente y 25 a 30 minutos en el Cabo de Gata y litoral de Levante, lo que acentúa la importancia de disponer de un sistema de alerta urgente, y un mayor nivel de conocimiento de la población de las zonas costeras para saber cómo actuar y disponer de tiempo para ponerse a salvo.

Precedentes

Un grupo de investigadores y científicos de universidades del levante español ha publicado recientemente en la revista de la Sociedad Geológica de España los últimos estudios realizados en torno a los tsunamis y rebela que el último gran tsunami vivido en Almería está relacionado con el terremoto de 1522, con afectaciones en el Golfo de Almería y el Cabo de Gata.

Aún más importante fue el que arrasó las costas almerienses en el año 365, el mayor de los que se tiene constancia, que arrasó Adra y las costas del Poniente y dejó a su paso centenares de muertos y desaparecidos.

Como muestra de los efectos que esos y otros tsunamis de menor intensidad han dejado en las costas almerienses se citan por parte de los geólogos la existencia de ‘bloques de tsunami’ en numerosos enclaves del litoral de la provincia: se trata de depósitos de rocas y otros materiales, algunas de gran tamaño, que fueron arrojadas a tierra por la violencia del fuerte oleaje.