Ayer nos dejó, a los 67 años de edad, José Manuel Miralles García.
Jose pasó su adolescencia identificando y dibujando los paseriformes que visitaban a lo largo de las estaciones del ciclo anual la pequeña arboleda del entorno de la Bola Azul en donde vivía y trabajaba su padre, jefe del personal subalterno del centro y en donde desarrolló, posteriormente, su actividad profesional como funcionario del SAS. En la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos comenzó su transformación de fotógrafo vocacional a profesional.
José Manuel Miralles y Lorenzo García formaron durante los años setenta y ochenta una pareja de ornitólogos excepcional, a la cual tuve la suerte de conocer. Me enseñaron a entender el ritmo estacional de los paisajes y ecosistemas almerienses, gracias a la dinámica cambiante de las aves migratorias. Su participación en 1980 en la elaboración del Catálogo de Espacios Protegibles de la Provincia de Almería fue esencial para configurar una propuesta valiente y radical de la que derivó, posteriormente, la Red de Espacios Protegidos de la Provincia de Almería de la Agencia de Medio Ambiente.
Su finura y elegancia para dibujar escenas sobre sistemas ecológicos se plasmó, en primer lugar, en el libro que publicamos sobre el Cabo de Gata del año 82, con algunos dibujos y fotografías excepcionales y, posteriormente, en una colección de láminas sobre ecosistemas semiáridos de la geografía provincial, editada por el Instituto de Estudios Almerienses, que todavía permanecen, después de muchos años, en multitud de despachos oficiales y privados y salas de estar de numerosos hogares. Su firma ha quedado para siempre impresa en los maravillosos mosaicos en color que se localizan en todos los miradores del parque natural de Cabo de Gata revelando de una manera científica y, al tiempo muy didáctica, los tesoros de la fauna y de la flora que alberga cada rincón del parque.
“Lo importante es saber integrarse en cada paisaje…” Así resumía su filosofía ante la fotografía de la naturaleza a preguntas del periodista Miguel Ángel Blanco. A finales de los setenta participó muy activamente en la lucha contra las cacerías de aves acuáticas que se llevaban a cabo todos los otoños en las Albuferas de Adra. La visión in situ de estas cacerías que consistían en disparar, indiscriminadamente, a los patos nadadores y buceadores, incluyendo las malvasías, que no tenían escapatoria fuera de su hábitat de los charcones, contribuyó a su proceso de concienciación sobre la necesidad de proteger los humedales almerienses. Finalmente se consiguió la prohibición de manera definitiva de la caza de aves acuáticas en todos los humedales de nuestra provincia.
Durante los años 80 y 90 José Manuel Miralles participó en todas las Aulas de Ecología que se convocaban cada año desde la Uned, siendo el autor de los diferentes carteles con los que se difundían su contenido entre los participantes inscritos. La foto-cartel sobre la hembra de la alondra ricotí dando de comer en el nido a sus pollos, realizada desde su hide con su cámara oculta, que tardó varias primaveras en conseguir, en la estepa litoral del Cabo de Gata, fue conocida y celebrada a nivel internacional por ornitólogos y naturalistas. También fue el autor de varios carteles anunciadores, por parte de la Agencia Andaluza de Medio Ambiente, de los días mundiales del medio ambiente.
En el año 85 elaboró y difundió su audiovisual 'Valores ecológicos del litoral almeriense' dirigido a profesores y alumnos de diferentes etapas escolares que tuvo gran repercusión y difusión especialmente en los centros de enseñanza de nuestra provincia. Participó como protagonista clave, dibujante y fotógrafo, en varias guías sobre la naturaleza de Almería que se publicaron desde el Instituto de Estudios Almerienses de la Diputación provincial.
Estas guías contribuyeron de manera decisiva a crear un clima favorable al conocimiento y valoración de los ecosistemas semiáridos tan denostados tradicionalmente entre nosotros, frente al valor sociológico mayoritario de los paisajes arbolados y agrestes de montaña. Manejó un inmenso archivo de miles de diapositivas ordenadas por especies y hábitats con una precisión y delicadeza que siempre nos llamó la atención a sus amigos en una persona tan bohemia en su vida cotidiana. La actividad de fotografiar era para él un acto casi religioso en donde se fundían la dimensión de ornitólogo experto con la dimensión de artista de la estética fotográfica. Sus convicciones ecologistas han sido absolutamente radicales contra todo tipo de agresiones al medioambiente y siempre apostó por la educación ambiental como solución hacia el desarrollo sostenible.
Es necesario que el Centro Andaluz de la Fotografía, con sede en nuestra ciudad, depositario del legado fotográfico de Miralles, lo ponga en disposición de ser consultado por los amantes de la naturaleza y de la fotografía.
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