La ‘familia real’ que veranea en Almería

El descendiente del padre de toda una nación pasea ahora por Aguadulce

El emir, junto a su hijo Lucas y su mujer, la almeriense Chiqui Navarro.
El emir, junto a su hijo Lucas y su mujer, la almeriense Chiqui Navarro.
Álvaro Hernández
17:13 • 11 ago. 2022 / actualizado a las 20:54 • 11 ago. 2022

Esta historia requiere de muchos viajes por el mapa y de uno en la máquina del tiempo. Tiene como escenario principal un tranquilo rincón de Aguadulce, pero va mucho más allá (y viene de mucho más lejos). Esta es la historia de cómo una familia de príncipes terminan pasando sus días de descanso en este punto del mapa, y empieza en el siglo XIX.



En 1808, a apenas 400 kilómetros de distancia de Almería -pero al otro lado del Mediterráneo- nacía Abdelkader, un hombre que terminaría marcando el futuro de su nación. Este descendiente directo de Mahoma fue emir en el norte de África, además de líder espiritual, científico, poeta y militar. Pero, sobre todo, su figura quedó marcada en la historia por ser el padre del estado de Argelia tal y como se entienden a día de hoy los estados modernos.



Entre sus logros (y sus amistades) hubo un poco de todo. Su intervención fue fundamental para que se construyera el Canal de Suez, su nombre fue utilizado para bautizar una ciudad de Estados Unidos, país del que recibió un regalo presidencial único: Lincoln le obsequió con un par de pistolas suyas que hoy se exponen en el Museo de Argel. Su intermediación para salvar la vida de miles de cristianos en Damasco le valió la Gran Cruz de la Legión de Honor del gobierno francés, la Orden de Pío IX del Vaticano, la Gran Cruz del Águila Blanca Rusa y la orden de Medjidie del Imperio Otomano. 



Ahora, el tataranieto del padre de la nación argelina, pasea por Aguadulce con su familia. El protagonista del siglo XXI de esta historia es el emir Lahouari Benarba Ben Mahiedinne Al Hassani.



Almería,2022



Un hombre pausado, tranquilo y amante de las largas conversaciones. Consciente de sus raíces y transmisor de unos valores universales que le valieron a Abdelkader para ser reconocido a nivel mundial, Lahouari Benarba desempeña labores diplomáticas para su país, Argelia, en este Viejo Continente en el que su antepasado tuvo que residir por la fuerza cuando el país cayó en manos de Francia. 



Nacido en Argelia pero educado en Europa (llegó a estudiar Historia del Arte en Barcelona), Lahouari Benarba preside la fundación Les Jeunes du Monde Unis, desde la que intenta transmitir mensajes de unidad alejados de las limitaciones autoimpuestas desde las visiones más radicales de las religiones: Benarba, musulmán, apuesta por lo que él mismo define como una "fe unitaria", apostar por los valores universales compartidos por las principales religiones y apartando las diferencias.



Defensor del diálogo interreligioso, Benarba es un habitual del Vaticano (ha sido recibido en audiencia privada tanto por Benedicto XVI como por Francisco), al mismo tiempo que su residencia madrileña es un continuo ir y venir de diplomáticos y personalidades de los cinco continentes acostumbrados a lidiar con la 'fontanería' de la política internacional, ese trabajo que no se ve pero que permite esquivar más de un choque entre naciones.


Autor de tres libros y a punto de lanzar el cuarto Benarba se define como "tolerante y sensible". "Respetar a los demás es respetarme a mí mismo", plantea el emir (título que tiene más carácter espiritual y religioso que político a día de hoy, y que convierte a su hijo, Lucas, en "príncipe").


Y volviendo al escenario de nuestra historia... ¿Qué hace un emir de Argelia pasando los días de agosto en Aguadulce? Y es ahí donde entran en juego las siguientes protagonistas de la historia: las hermanas Navarro. 


De Argelia a Almería

Hace 16 años, Lahouari Benarba residía en Barcelona, pero acudía con frecuencia a Madrid. Allí, en un acto del archiconocido Rastrillo Nuevo Futuro, que acostumbraba a reunir a los más granado de la sociedad madrileña y la aristocracia española, el emir argelino coincidió con Chiqui Navarro, una almeriense, periodista de formación, que trabajaba por entonces para la marca de ropa infantil Neck and Neck.


En un romance a toda velocidad y tras solo tres meses de relación, Benarba y Navarro se casaban. Y la suya no fue una boda cualquiera: contrajeron matrimonio siguiendo el rito católico, en una ermita de Vera, en una ceremonia oficiada por don Ramón Garrido. 


Así, tenemos a un emir musulmán casado con una católica (que ahora tiene también el título de princesa) y que contrajo el compromiso de educar a su hijo, Lucas, en la fe católica. Por amor y desde Almería. 


Es por eso por lo que esta singular familia real con raíces en el norte de África pasea ahora por Aguadulce, donde se encuentra la casa de Lucía Navarro, cuñada del emir. 


Para rizar el rizo de esta familia, el pequeño príncipe Lucas (12 años) ha sido tocado por la varita mágica del fútbol: jugador del Atlético de Madrid y querido por algún club italiano, el hijo del emir de Argelia está llamado a ser un estandarte de esos valores que defiende su padre.


No en vano, es hijo de musulmán y católico que ya ha hecho la Primera Comunión. Todo un ejemplo de mezcla esos valores universales, esa fe unitaria que defiende el emir. "Abdelkader ya defendía el equilibrio de unos valores universales, la paz y la tolerancia", explica el emir a LA VOZ. 


Y como guinda de este pastel de multiculturalidad y derribo de fronteras religiosas, está el día a día del príncipe Lucas más allá del terreno de juego: el hijo del emir estudia en los Agustinos de Madrid, orden que sigue las enseñanzas de San Agustín, un santo nacido... en Argelia. 


Una joya arzobispal

La estancia de esta 'familia real' en Almería dejará huella en esta ocasión. No en vano, el emir de Argelia, su hijo Lucas y Chiqui Navarro, harán entrega de un presente muy especial a un almeriense por su "ayuda a colectivos desfavorecidos y su búsqueda del diálogo interreligioso".


Ese almeriense no es otro que el sacerdote don Ramón Garrido, que recibirá el viernes una cruz que perteneció al arzobispo Gregorio Modrego (tío abuelo de las hermanas Navarro).


"Don Ramón Garrido ha sacado la Iglesia a la calle y defiende los valores universales desde la fe católica", explican las hermanas Navarro como motivo principal para esta entrega que realizará el propio emir Lahouari Benarba Ben Mahiedinne Al Hassani.


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