El viernes pasado se produjo el enésimo robo en el paraje de Cortijo Guillén, de La Cañada. Fue sobre las 12 de la noche. Amparados de nuevo por la oscuridad y la falta de iluminación, puesto que el barrio carece de alumbrado público, los ladrones arrancaron la reja de una ventana para acceder al interior de una casa que en ese momento estaba vacía.
El cortijo contaba con alarma y los propietarios, un matrimonio que se encontraba entonces en La Cañada, acudió de prisa y corriendo cuando comprobó que había saltado. Al llegar, los asaltantes ya se habían dado a la fuga. Habían robado un televisor y otros electrodomésticos, según otros vecinos. Tras presentar la denuncia, acudieron a la vivienda agentes del Cuerpo Nacional de Policía.
“La policía solo viene al barrio cuando denunciamos un robo; porque ni la Policía Local ni la Nacional patrullan habitualmente, y de hecho no han venido una sola vez este mes, pese a la oleada de atracos”, se lamenta María del Mar Hernández, una de las vecinas que ya están recogiendo firmas para reclamar que la Administración dote al barrio de alumbrado público y de vigilancia policial.
Los habitantes de la zona de Cortijo Guillén -donde según dicen viven más de un centenar de personas en unas 40 viviendas- ya están tramitando también las gestiones administrativas para constituirse como asociación de vecinos, al igual que ha hecho ya otro barrio limítrofe que también se enfrenta a los mismos problemas, el de Cortijo Córdoba.
Tres asaltos en una semana
Los vecinos presentan las pruebas que a su entender justifican más que sobradamente sus peticiones: solo en la última semana han sufrido un robo y otros dos asaltos a sus viviendas en los que las alarmas consiguieron que finalmente los ladrones no pudieran entrar en las casas y robarlas.
Y en agosto son ya más de media docena los intentos o los robos. Otro de ellos, del que también informó este periódico hace dos semanas, se produjo en condiciones muy similares al del viernes: los asaltantes arrancaron de cuajo la reja de una ventana en la casa de Manuel Salmerón y accedieron al interior para robar dinero en metálico y joyas, mientras su mujer dormía en una habitación contigua. Por fortuna, la llegada a la casa de Manuel provocó la huida de los ladrones, que no llegaron a entrar al dormitorio donde se encontraba la mujer.
La oleada de asaltos de los últimos días y semanas ha llevado a los vecinos a organizar patrullas de vigilancia nocturna en la que, provistos de linternas y por grupos generalmente de tres personas, recorren las calles y caminos rurales del lugar hasta bien entrada la madrugada.
Pese a estas patrullas, los robos no se han frenado. “Ha llegado un momento en que al oscurecer la gente no se atreve ni a salir a la calle, porque incluso para tirar la basura tenemos que salir en grupo y con linternas”, dice una vecina.
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