Odu Carmona (Olula del Río, 53) sin saberlo, descubrió muchos años después de pintar profesionalmente que su estilo tenía conexiones con el de Georgia O´Keeffe porque un amigo se lo dijo, y se produjo la serendipia. Menuda, metódica, profundamente vital a pesar de los problemas de salud que la acompañan desde los 20 años, ha sido tocada por la mano, o el pincel de nada menos que Antonio López antes incluso de que éste pisara por la comarca del Almanzora (logro en el que ella tuvo mucho que ver). Sus exuberantes flores y frutas están recorriendo varios municipios en una exposición bajo el nombre de Floralia.
¿Cómo aprendió a pintar, sola?
Sí, yo desde niña siempre he dibujado, me llevaba premios en el colegio, en el instituto. Me influyeron varios pintores locales. Tengo un cuadro titulado Casa del pintor Garren, porque esa puerta me abrió a mí la puerta de la pintura. Un día, con diez años, toqué a esa puerta y me abrió su mujer, yo dije que quería ver al pintor y enseguida me hizo pasar, y aquello era más que un museo.
Sufrió síndrome de Stendhal.
Sí, se me ponen lo pelos de punta al acordarme todavía, estaba que no daba crédito a lo que veía. Subimos a la buhardilla, me trató de maravilla, me animó a seguir pintando.
¿Cómo ha evolucionado su estilo?
Pinto de todo, me formo en todas las temáticas, pero no expongo todo. Las exposiciones son otra cosa, es tu interior, tu sentir, tu inspiración, tu mundo.
¿Cuál es el mundo de Odu Carmona?
Mi mundo interior es el mundo vegetal, es ese mundo sensual. Yo la vegetación la comparo con el ser humano: un planta nace, tan tierna como un bebé, luego crece y echa flores para atraer a los polinizadores, igual que el ser humano. El momento de la floración, que es tan efímero, es el que intento plasmar. A veces la gente no ve ese trasfondo. Detrás de toda mi obra hay un inmenso amor a la naturaleza.
¿Cómo han influido sus problemas de salud en su obra?
Mi enfermedad me cambió la vida totalmente pero mi forma de ser, positiva, me ha llevado a llevarlo todo lo mejor posible. Estuve 20 años en diálisis, pero eso lo integré en mi vida, yo no he dejado de viajar por ejemplo, preparaba los viajes y allí donde voy me dializaba. He tenido limitaciones pero he intentado llevarlas lo mejor posible. Cuando al fin recibí el trasplante fue un antes y un después.
¿Cambió su pintura tras el trasplante?
Sí, totalmente, en el color. Cuando me llamaron para el trasplante tenía un cuadro a medias y en ese cuadro noté que los colores eran más chillones en la parte que seguí pintando después de trasplantada.
¿Cómo vivió su reclusión de 20 meses por la pandemia?
No pensaba que fuera tanto tiempo y pensé que me vendría de maravilla. No paraba de pintar, mi marido me decía que me iba a dar algo las primeras semanas. Mi doctora me avisó de que me encerrara unos días antes del confinamiento. me llevé material a casa y me hice mi pequeño estudio allí. Yo me planteé hasta dejar de dar clases, era maravilloso. Se me pasaba el tiempo volando. Iba sacando obra propia mezclado con encargos y empecé plantearme la exposición. Era un disfrute. No he pasado en los 20 meses ni un solo mal día, ni un mal momento.
¿Qué ha supuesto para usted la apertura del Museo casa Ibáñez?
Tener un museo como ese a cinco minutos de mi casa es una suerte enorme, y el privilegio de que una obra mía está ahí, que eso es de por vida. Cuando me lo comunicaron me emocioné muchísimo. Y de Andrés (García Ibáñez) pues es que hemos sido vecinos toda la vida y somos amigos desde pequeños. Siento una admiración por él como pintor impresionante, yo digo que en todos los siglos nace un genio y en el siglo pasado fue él.
¿Hay algo que le obsesione últimamente?
No es obsesión, pero sí hay algo que me interesa especialmente: las mujeres pintoras olvidadas en la Historia. Di una charla hace unos años, y de vez en cuando me llaman para hacerla de nuevo sobre ese tema. También he notado cómo de tener que superar que los hombres nos hayan ninguneado hemos pasado a que hoy en día nos lo hacemos entre nosotras, y eso lo remarco, tenemos que ayudarnos entre nosotras.
Alguna frase que tenga siempre muy presente.
Que la vida es maravillosa. Yo estoy preparada para irme de este mundo en cualquier momento, yo analizo y pienso que todo lo que he soñado lo he conseguido, así que si me tengo que ir pues cuando me toque, no pasa nada, es parte de la vida.
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