Luis Crespo estuvo en la gestación y nacimiento de lo que hoy es reconocido como uno de los centros más importantes del mundo para la investigación de la energía solar. El CIEMAT ha querido premiar su trayectoria y desde esta semana el edificio CESA 1 de la Plataforma Solar de Almería lleva su nombre.
Crespo es referente del sector termosolar español a internacional (ha sido presidente de la Asociación Española para la Promoción de la Industria Termosolar, Protermosolar), tanto en lo relativo a la investigación como en el despliegue de centrales que situaron a España y a sus empresas como líderes mundiales en este tipo de tecnologías renovables.
Nacimiento.
Cuenta que la Plataforma nació como consecuencia de la crisis del petróleo en la década de los 70. Como respuesta un grupo de países de la Agencia Internacional de la Energía decidieron promover el proyecto Small Solar Power Systems, para desarrollar proyectos técnica y económicamente viables.
Las células fotovoltaicas ya funcionaban pero eran enormemente caras y se apostó por un ‘campo de espejos’ para concentrar la energía solar y obtener de ello energía ‘limpia’. Nueve países apostaron por este modelo, pero fueron España, Alemania y Estados Unidos los que más apostaron y para la creación del centro situado en Tabernas.
La ubicación.
Luis Crespo afirma que hubo una dura pugna de varios de los países pata albergar una plataforma de este tipo, pero finalmente España se llevó el ‘gato al agua’. Sin embargo Almería tuvo que pelear su candidatura con otras provincias andaluzas, particularmente Huelva, pero los estudios cantaban y Almería aparecía en los mapas de radiación solar con los mejores datos y Tabernas, con una gran planicie a 600 metros de altura y en terrenos de escaso valor agrícola fue considerado como el emplazamiento idóneo.
Cuenta que fueron tiempos “alocados y muy enriquecedores, con muchas personas de diversos países y multitud de empresas contratistas en sana competencia por ver qué central sería la primera en conectarse en red. El multiculturalismo estaba presente. No conseguimos que los americanos aprendieran español, pero sí que asumieran una especie de ‘esperanto’. Claro que nosotros asumimos que a Bienvenido Valverde pasara a llamarse Welcome Green Valley” (dice entre risas).,
Sus funciones.
Su papel en la Plataforma fue de ingeniero de sistemas del proyecto CRS (la planta de torre con receptor de sodio), además de coordinar los trabajos de construcción, además de compartir esfuerzos con los técnicos de CASA en al diseño de sus heliostatos.
La primera piedra se puso en enero de 1980 y sólo un año y medio después, en septiembre de 1981, fue la primera central en conectarse a la red.
Cuenta que, además de su función técnica, “tuve que hacer de asistente social del grupo” y pone como ejemplo cuando acompañó al ginecólogo a una austriaca embarazada ya que su marido no sabía nada de español, e incluso organizar cetrerías para un ingeniero alemán que vino con dos halcones.
El accidente.
Asegura que hubo un momento que hizo peligrar la continuidad de la Plataforma; fue en el verano de 1986, cuando se produjo un incendio en una nave al entrar en contacto el sodio de uno de los sistemas con el agua y producirse una explosión con graves consecuencias.
Aquello fue catastrófico para el futuro de la central porque todos los países participantes, salvo España y Alemania, aprovecharon para dar por terminada su participación en el proyecto. Sin embargo lo que fue una amenaza se convirtió en oportunidad gracias a los 400 millones de pesetas abonados por el seguro, indemnización a la que renunciaron los países que se retiraron tras una hábil negociación del propio Crespo.
Aquella inyección económica permitiría garantizar el presupuesto y firmar un acuerdo de explotación conjunta e indefinida con Alemania, que incluía el reparto de costes de la Plataforma Solar de Almería. “Esa es la historia de una catástrofe que se convirtió en tabla de salvación de esta instalación singular que ha sido tan importante para el liderazgo de nuestro país a nivel de industria de esa tecnología”.
Transbordador Hermes.
Luis Crespo relata un ensayo “del que como ingeniero estoy particularmente orgulloso; fue cuando la Agencia Espacial Europea, a propuesta de Francia, diseño a mediados de los 80 el transbordador espacial Hermes, la alternativa europea a los americanos.
Uno de los aspectos más delicados era la protección del morro y los ángulos de ataque de las alas para protegerlas de las altas temperaturas en su reentrada a la atmósfera, un aumento de 2.000 grados. Tras varios ensayos sin éxito, se hizo el encargo a la PSA y se elaboró un diseño en piezas del tamaño de una paellera apuntando heliostatos “y lo logramos”.
5.000 lunas.
Relata con emoción la realización del ‘test del hombre lobo’, “que me trae a la memoria e nuestro amigo Alfonso Sevilla, entonces director de la Plataforma”. Ese día, noche clara de luna llena, pusieron en posición de seguimiento lunar los heliostatos: “Nos situamos en la torre de la planta, a 60 metros de altura y dimos la orden de seguimiento; fue increíble ver a nuestros pies todo el campo de espejos se volvía brillante y reflejaba sobre nosotros una concentración equivalente a unas 5.000 lunas, la luz de un día ligeramente nublado.
Tras temer que nos saliera pelo, como a los hombres lobo, los que estábamos allí junto a Alfonso Sevilla, nos vimos invadidos por una profunda emoción, nos felicitamos, nos abrazamos por esa experiencia vivida en primera persona y brindamos con cava, cuenta Luis Crespo, que considera aquella experiencia como "un momento único en la vida”.
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