Francisco Bermúdez toma de la mesa una semilla de haba y le arranca un pedazo de la cáscara. “Aquí se concentran, sobre todo, estas moléculas que hemos descubierto en nuestro grupo biotecnológico Beyond Seeds, y que son efectivas en la lucha contra el cáncer de colon”, dice. “Pero había un problema: nosotros queríamos hacer un quimiofármaco oral, y había que solucionar cómo pasar el PH ácido del estómago”.
Empezaron, pues, a buscar portadores que les permitieran llegar al intestino grueso, y surgió otro proyecto, Nanointec, con la colaboración del departamento de Química Orgánica de la Universidad de Granada. Y que tiene como objetivo desarrollar nanopartículas.
“Ellos utilizaban estas nanopartículas de sulfato cálcico amorfo, de 20 nanómetros, que son inocuas para el ser humano, en la reconstrucción de huesos humanos, y empezamos a cruzar sus investigaciones con nuestras moléculas”, explica. “Es decir, esta nueva tecnología tiene la capacidad de cruzar diferentes disciplinas para ayudarse y generar nuevos conocimientos. Y eso es lo que estamos consiguiendo constantemente”.
Transversalmente, unieron los conocimientos de biotecnólogos y agrónomos con ingenieros químicos, y lograron aislar moléculas de origen natural. “Pues otro de los factores que tenemos en nuestro nanofármaco, es que las moléculas no son de síntesis”, apunta Francisco. “Son creadas por la propia semilla y aisladas con nanotecnología. Esta es la gran serendipia tecnológica que surgió y el gran descubrimiento que hemos hecho”.
“Conseguimos que haya una afinidad entre las características de las nanopartículas, y las moléculas que aislamos. Una familiaridad, que hace que se unan bajo unas condiciones tecnológicas específicas que el equipo de científicos maneja, y que ya están bajo patente”.
Ciencia
¿Y qué ventaja, además, tiene esto?, se pregunta Francisco, y sonríe. “Pues que las moléculas adheridas a nuestras nanopartículas aumentan el efecto antitumoral, disminuyendo la dosis efectiva. Además, nuestras nanos, que se pueden inyectar perfectamente en el flujo sanguíneo, porque son compatibles con el ser humano, tienen la particularidad de que las desagregan en condiciones de PH ácido. Y, como las células tumorales tienen un PH superior al de las células normales... llegamos al tumor. Esto se demuestra en el artículo que publicamos en la revista internacional donde se explica científicamente su efecto”.
Todo esto, ahora mismo, está testado en animales. “Nos queda mucho trabajo para llegar a hacer un producto comercial. Pero bueno, hemos diseñado una nueva tecnología de hacer fármacos..., y esto es un nuevo mundo que se abre”.
Pero en Beyond Seeds no se detienen ahí. “En Nanointec, además, hacemos nano-fertilizantes”, dice Francisco. “Con la misma tecnología somos capaces de aislar otras moléculas. Por ejemplo, a nuestras nanopartículas les adherimos aminoácidos, minerales, moléculas con un efecto insecticida y biocida procedente de plantas... Y hemos abierto un campo de investigación tremendo. Fertilizantes de alta precisión”.
Precisión
Es una cuestión de Física. “¡Hay más superficie en un mililitro de partículas de 20 nanómetros, que en la misma cantidad de partículas de una micra! Tenemos más superficie y producto útil de contacto. Y son partículas más pequeñas que una célula, y entramos directamente a la planta”. Además, otra ventaja: tienen una disolución lenta. “Tú echas nitrato, y eso, con un riego, ya va al acuífero. Nosotros permanecemos en la superficie, y la nanopartícula va disolviéndose poco a poco. A la uva, para mejorar su calidad para hacer vinos, se le echa urea en el albero. Bueno, en nuestros experimentos con el CSIC, vimos que se necesitan ¡15 veces menos de nuestras nanoureas, que con la urea pura!”.
Y está la precisión. “No echamos papillas en el campo”, dice Francisco. “Los fertilizantes que se echan son bioestimulantes. Son una gran tecnología, pero no hay precisión. Nosotros sí sabemos, exactamente, qué es lo que se le está echando a la planta. Esa es la diferencia tecnológica. No hacemos química de síntesis, o bioestimulantes, estamos en el camino del medio, hacemos química verde y unimos Física, Química, y Agronomía”. Las partículas que se estudian en Beyond Seeds “también se usan en cosmética”, añade, “como filtro solar, para la reconstrucción dental, pastas dentífricas...”.
Proyectos
El grupo Beyond Seeds, además, está compuesto por otras cuatro empresas. En Bullsoft, por ejemplo, analizan la semilla también desde el punto de vista de la bioinformática. “Hacemos el único software de mejora genética en castellano”, afirma Francisco. “Nuestro objetivo es que nuestra plataforma de software maneje el patrimonio genético nacional, homogenizando el germoplasma vegetal en todos los centros de investigación nacionales, públicos y privados. Y luego saltar a Latinoamérica”.
Otra empresa es Seeds for Innovation, donde se desarrolla ‘speed breeding’, “la tecnología previa al trabajo de mejoras genéticas”, explica. “Si para poder conseguir una variedad se necesitan ocho generaciones, nosotros lo conseguimos en una generación y media. Tenemos la tecnología para hacerlo. Democratizamos todo el departamento de biotecnología que puede tener una multinacional de semillas, y se lo ofrecemos al resto de empresas medianas y pequeñas que no tienen acceso a ello...”.
Y tienen una de las plataformas de marcadores moleculares de tomates más importantes de Europa, “que solo tienen las grandes multinacionales”, apunta. “Y se lo ofrecemos al resto de casas de semillas. Más de 500 marcadores... Y tenemos un sistema de fenotipado masivo, un robot, que nos ha financiado el Ministerio, para caracterizar, con visión artificial, miles de plantas”. Las otras dos empresas son Agrointec y Microbius, en la que se trabaja en el desarrollo de microrganismos, y diseñan nutraceúticos veganos ricos en Omega 3 para perros... Pero eso ya os lo cuento en otra ocasión...
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