La Inmaculada de la Iglesia de San roque vuelve a su templo tras un largo periplo dentro de los muros de la Iglesia de San Antón. La historia de este retorno tiene que ver con la generosidad del desaparecido cura de Pescadería, Don Marino Alvarez, quien la cedió a los frailes marianistas de San Antón en un periodo que se ha hecho más duradero de lo que se había previsto en un principio.
Por eso, la feligresía y la Parroquia de Pescadería reclamó su vuelta, que cristalizó el pasado Jueves, día de su onomástica, presidiendo el altar en la Misa Dominical de la Iglesia de Pescadería. Pero antes de ser expuesta de nuevo a sus devotos, ha permanecido durante ocho meses en reparación en el taller de Javier Arcos Quero, el tallista de la madera de la calle Lope de Vega de la capital. El artista durante este tiempo le ha construido con paciencia mineral unas nuevas manos a la imagen mariana y le ha reparado todos los desperfectos del paso del tiempo, incluida la pintura y el barniz de la peana. La imagen es una imitación de Alonso Cano y fue realizada en madera de pino de Flandes por el maestro don José Hervás que la talló en los año 50, siendo Javier uno de sus jóvenes alumnos de la Escuela de Artes.
La imagen presidió la Misa del domingo en la Iglesia Parroquial de San Roque. En los próximos días será colocada en un pedestal del templo. Allí está también presidiendo el altar mayor la Virgen del Carmen que realizó Perceval después de la Guerra Civil y el Cristo que fue también restaurado hace unos años por el propio Javier Arcos. La Inmaculada de Pescadería fue costeada en su momento por el Instituto Social de la Marina. También aparecen en la Iglesia la figura en madera policromada de San Roque y un San José.
Javier Arcos es un apreciado artista restaurador de imágenes religiosos, uno de los últimos supervivientes de un oficio ancestral que no tiene demasiados continuadores en Almería. Por sus manos ha pasado parte de la restauración del coro de la Catedral y la del retablo principal. Es también un consumado belenista.
El artista de la calle Lope de Vega
Javier Arcos nació en Felix, aunque proviene de una familia de pescadores con orígenes en el mar de Balerma. Su padre era armador de pesca y él desde pequeño se aficionó al dibujo para el que tenía notables cualidades. Ingresó en la Escuela de Artes y trabajó de aprendiz en el taller de Manuel Llerín, en la calle del Emir.
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