Estamos despidiendo a un amigo que, como en el verso de Antonio Machado, era en el buen sentido de la palabra, bueno. Luis Criado del Águila respondía a ese perfil de hombre tranquilo y afable al que nunca le escuchamos la menor descalificación de nadie, muy al contrario tenía un grado superlativo de empatía entre tanta gente que lo conocía y lo apreciaba. Ese era mi caso.
La Semana Santa pasada cumplí una íntima promesa de acompañar a la Soledad en su estación de penitencia del Viernes Santo. Luis, que era del todo indispensable en nuestra Hermandad de Santiago, quiso que escoltáramos al párroco don Francisco Escámez con una vara cada uno delante del paso de Nuestra Señora de los Dolores, conocida como la Soledad en Almería. Ahí íbamos en el recorrido procesional, muy distinto al de mis años juveniles, cuando al desembocar de la calle Infanta a la calle Real Luis Criado tropezó y cayó de bruces al suelo, con su capirote, túnica y cola al brazo, siendo rescatado por el público que esperaba en la acera. Nada le ocurrió a nuestro hermano, pese a la aparatosa caída, y tan campantes pudimos continuar camino de la catedral.
Luis había agotado en dos ocasiones sendos mandatos como hermano mayor de la Soledad y durante más de medio siglo fue toda una referencia para los cofrades, los costaleros y los numerosos devotos de la Virgen que en Almería se cuentan por millares. Su larga permanencia como cabeza visible de la Hermandad y su peso específico en la Agrupación de Cofradías lo convirtieron en una auténtica personalidad en el mundo de la Semana Santa almeriense. Durante más de sesenta años tuve ocasión, a veces en la distancia, de convivir con él, siempre al tanto de todo e informándome de las novedades, de manera particular del doscientos cincuenta aniversario que se cumple ahora. Luis Criado ha sido el alma de nuestra Hermandad de la Soledad y a los creyentes no nos cabe la menor duda de que lo seguirá siendo desde el Cielo.
Además, tuvimos itinerarios profesionales paralelos como periodistas, él en la Cope y yo en la prensa escrita y la tele. Y no había vez que viniese a Almería que no quedase con Luis a desayunar en La Dulce Alianza. Ocasión que aprovechaba para ponerme al corriente de las noticias locales. Su magnífica ejecutoria en la radio, dueño de una poderosa locución salpimentada con el acento almeriense, y su buena pluma de la que dio cuenta en numerosos escritos y en varios pregones de enorme éxito, hicieron de Luis Criado un personaje muy popular y querido en muy distintos ambientes ciudadanos, entre ellos el taurino, en el que demostró sabiduría y buena mano izquierda como experimentado comentarista. Así se lo reconocieron los compañeros de la crítica en el verano de 2011 en un homenaje inolvidable.
Con Luis Criado del Águila se va el epítome de una generación de almerienses que nunca abandonaron la ciudad y que vivían su trabajo, la cultura, la calle, las tertulias y el sentido de la amistad con la sencilla apostura de quien no espera otra cosa de los días que la paz y la tranquilidad propias de una tierra como la nuestra. Desde bien jóvenes nos veíamos con frecuencia a la hora del aperitivo en el bar Imperial donde mi padre tenía su breve reunión de mediodía con varios amigos, entre otros un tío de Luis, el muy popular empresario Miguel del Águila, el único almeriense que lucía sombrero de ala ancha todos los meses del año. Y naturalmente, convivimos en el Colegio de la Salle donde hicimos todo el bachillerato si bien en cursos distintos.
Y al desearle la paz eterna, le decimos adiós con otros versos de Machado:
Es el mejor de los buenos
quien sabe que en esta vida
todo es cuestión de medida:
un poco más, algo menos…
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