El trasvase Tajo-Segura y el agua para Almería

La hemeroteca evidencia que el itinerario fue lento en un ambiente de animosidad

Trasvase del Tajo-Segura.
Trasvase del Tajo-Segura. La Voz
Juan Antonio Cortés
20:00 • 16 ene. 2023

El 23 de diciembre de 1977, el socialista Gregorio Peces Barba intervenía en una interpelación en el Congreso al Gobierno de la UCD. A debate, las actuaciones del trasvase Tajo-Segura y las obras de compensación en la Meseta: “El agua debe ser un agua para la democracia y no un agua para la autocracia (…)”. El diputado decía que esas obras iban a beneficiar a ciertos monopolios y recordaba -como hemos cotejado en las sesiones del Congreso-, que el trasvase era un anacronismo o imagen del franquismo. El ministro ucedista Joaquín Garrigues Walker respondía ese día: “(…) no tiene por qué afectar negativamente a los ciudadanos de esa cuenca (la del Tajo)”. Y advertía que lo del trasvase “viene de lejos”.



Meses después, aquella obra esperada por las provincias del sudeste y denostada en Castilla-La Mancha llegaba a su término. La hemeroteca evidencia que el itinerario fue lento en un ambiente de animosidad entre territorios. El 15 de marzo de 1978, en La Voz del Tajo, el grito periodístico era: “Toledo decía no al trasvase”. En la pancarta de la movilización de regantes y agricultores castellano-manchegos, un mantra: “En defensa del Tajo”. Frente a la oposición manchega, la Cámara de Comercio de Murcia ejercía de lobby de presión social en el Levante. La Voz (de Almería) se hacía eco en abril de 1978 de un informe extenso de la institución cameral defendiendo la idoneidad de las obras. “El trasvase, un libro de cabecera para todo el sureste”, rezaba el titular de este diario. Creará riqueza y “paliará el desempleo y la emigración”, proponía el segundo subtítulo.



Era Garrigues Walker diputado por Murcia y ministro de Obras Públicas en el Gobierno de Adolfo Suárez -en abril pasó a ser ministro Adjunto a la Presidencia- cuando el 31 de marzo de 1979 se inauguraba oficialmente el trasvase: 292 kilómetros de una infraestructura sin precedentes. “Las aguas del Tajo llegarán esta semana a Almería”, titulaba La Voz de Almería -pieza periodística en la página siete (Martes, 3 de abril de 1979)-.



El trasvase desde tierras manchegas al Levante fue el resultado de un perezoso proceso. “Aprobado el trasvase” era el título a cinco columnas del diario murciano La Verdad -14 de septiembre de 1968-, un día después de que el Consejo de Ministros, con el ministro franquista Federico Silva (Obras Públicas), refrendara el proyecto. Por delante, diez años de trabajos.



Pero la idea de llevar agua a las regiones más secas de España no nació en la dictadura de Franco. Los profesores Encarna Gil, Ramón Martínez y José María Gómez, en un artículo publicado en la revista académica Tecnología y ciencias del agua (2018), recordaban que ya en el siglo XVI, en los tiempos de Carlos V y Felipe II, Murcia intentó la llegada de agua del Castril y Guardal, pero las guerras lo impidieron: “ (…) en 1540, por las guerras contra los protestantes; en 1566, por la rebelión de los moriscos; en 1573, por la expedición a Inglaterra (la Armada Invencible)”, precisan.



A finales de marzo de 1934, el diputado de la CEDA por Almería Luis Jiménez Canga-Argüelles no mostraba demasiado entusiasmo con la idea del ingeniero madrileño y trabajador del Ministerio de Obras Públicas, Manuel Lorenzo Pardo: el trasvase Tajo-Segura. Canga-Argüelles era partidario de recuperar un viejo proyecto que empezó a planificarse en 1926 -Real Orden de 22 de diciembre-, el trasvase de Castril y Guardal -se hizo realidad en 2003 cuando se construyó la conexión Negratín-Almanzora-, y de construir un pantano en el Almanzora para aprovechar los excedentes de lluvia. En un intercambio de mensajes en el Congreso de los Diputados con el ministro de Agricultura, el letrado le reprochaba al socialista Indalecio Prieto que pretendieran ejecutar un plan de cuyo final se dudaba: un canal desde el Tajo y el Guadiana al Levante español.



En septiembre de 1934, en la capital, la comisión creada por la Asamblea Municipal para estudiar las conclusiones del plan hidráulico del Gobierno recelaba de la idea de Lorenzo Pardo. Creían que “las aguas procedentes de estas obras serian absorbidas en su totalidad por las provincias de Albacete, Valencia y Murcia”. Además, se oponían a la construcción del pantano de Río Chico, alimentado por el río Adra, el de la Bayabona, en Huércal-Overa, y otro más en Turre.



Alicante, 1933. Indalecio Prieto, del PSOE, defendía la necesidad de consenso y dejaba una frase para la historia: "Quienes por patrocinar el régimen republicano una empresa de esta naturaleza le negara su asistencia y su auxilio, serían, no enemigos del régimen, sino unos miserables traidores a España". El PSOE quería el trasvase y lo consideraba una idea de Estado.


Ese año era inicialmente aprobado el proyecto en las Cortes dentro del Plan Nacional de Obras Hidráulicas. Un ambicioso plan que buscaba crear 338.000 nuevas hectáreas de regadíos en Alicante, Murcia y Almería. La determinación política de aquel gobierno republicano tuvo su origen, según relatan los profesores Gil, Martínez y Gómez, en la visita que en octubre de 1932 hizo a Hijate (Alcóntar) el profesor y escritor de Cuevas del Almanzora Martín Navarro Flores, acompañado por los ingenieros Manuel Lorenzo Pardo y Clemente Sáenz García. “En dicho viaje parece que los ingenieros también pensarían en abastecer de agua a tales tierras desde otras cuencas, como las del Guadiana y Tajo”, rememoran. En el coche, de vuelta por Alicante, los visitantes comentaron que habían comprendido la necesidad de llevar agua a estas tierras resecas.


No fue así hasta 1979. Hoy, cuatro décadas y media después, el Gobierno incluye un caudal ecológico. La ministra Teresa Ribera dice que da cumplimiento a cinco sentencias del Tribunal Supremo que condenan al Estado por no preservar el Tajo, pero los regantes del frente mediterráneo puntualizan que el Alto Tribunal no fija una cantidad para ese caudal ecológico. La consecuencia puede ser el recorte de 105 hectómetros cúbicos de agua a Alicante, Murcia y Almería.


Como se aprecia, el trasvase de agua no solo ha sido signo de la guerra del agua entre territorios y cuencas. También es la crónica de la lucha intestina entre la clase política. Lo que parte de la derecha denostaba, hoy defiende. Lo que parte de la izquierda defendía, hoy denuesta. Aquello que era una idea de estado republicana es hoy la antítesis del ecologismo postmoderno. Un siglo después, Antonio Machado:


“Pero yo he visto beber hasta en los charcos del suelo. Caprichos tiene la sed”


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