Si no fuera porque lo estamos leyendo en sitios web de medios informativos serios -entiéndase por ello solventes en términos de credibilidad- bajo forma de reportes de una publicación científica merecedora, en principio, de crédito, podríamos pensar que estamos ante una fake al uso o una vacilada en toda regla. Que la investigación de dos geofísicos chinos, publicada en la revista Nature Geoscience y difundida en las últimas horas, haya constatado que el núcleo interno de la tierra ha frenado su rotación y puede estar girando en sentido inverso produce, así, de partida, la sensación de estar leyendo la sinopsis de una distopía, tan del gusto del cine americano.
Y, sin embargo, si algo nos han demostrado los últimos tiempos es que situaciones que teníamos por absolutamente inverosímiles o superadas gracias al -teóricamente- imparable progreso humano y avance de las sociedades (léase pandemias, crisis económicas tipo crash, nuevas guerras en Europa, descongelación de los polos y otros grandes desastres) no solo no son inconcebibles, sino que se suceden unas a otras sin tregua para un respiro.
Como la gran mayoría no somos geofísicos y sabemos tan poco de las entrañas de la tierra como de los secretos de nuestros propios vecinos/amigos (no se explica si no tanta violencia que pasa desapercibida a los entornos, y ahí lo dejo, que eso es harina de otro costal), una noticia como esta sobre el comportamiento del núcleo de nuestro maltratado planeta puede generar, además de perplejidad, desazón e interrogantes. No parece -o, mejor dicho, no se ha explicitado- que esto vaya a tener consecuencias inminentes en la vida cotidiana de las personas, pero sí que los efectos se podrían dejar notar en alteraciones climáticas o en el nivel del mar, y en un acortamiento de los días. Así empezamos con el calentamiento global y sus consecuencias, de las que tanto costó convencerse a pesar de las evidencias. En fin, si de verdad queremos aprender de las últimas lecciones globales que ha recibido la humanidad, la primera debería ser tomar buena nota de lo que aporta y anticipa la ciencia. Eso sí que es progreso.
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