Le esperan para varias reuniones, sale de viaje hacia Sevilla par asistir al Pleno del Consejo andaluz de Cámaras esa misma mañana, pero Jerónimo Parra (Antas, 1959) se acomoda en el sofá de la sala en la que tiene lugar esta entrevista como si no tuviera nada más que hacer. Llueve fuera y una chimenea arde en la enorme pantalla que preside la estancia. La actividad bulle en los pasillos de su empresa, pero la charla discurre casi como si estuviéramos en un brasero tomando café.
¿De qué van a hablar en Sevilla?
De los problemas de cada provincia en particular. En la mayoría de las cosas coincidimos. Hasta ahora no coincidíamos en la problemática del agua, pero ahora ya coincidimos también porque el Guadalquivir está muy mal. Yo cuando les digo lo que hacemos con un metro cúbico de agua alucinan. El aprovechamiento del agua en Almería es espectacular a nivel mundial.
Presidente de la Cámara desde 2019, ¿Le ha cambiado mucho la vida?
Me ha servido para una cosa muy importante, y es que si no fuera por esto no le hubiera dado la oportunidad que les estoy dando a mis hijos, no habría delegado como lo estoy haciendo. Me lo pienso mucho para asumir una responsabilidad de este tipo, no soy persona de ir detrás del santo en las procesiones, con el guardia civil y con el cura, a mí me gusta implicarme.
¿Cuál es su máxima preocupación en este momento?
No nos podemos dispersar y pedir la luna. Lo que no puede ser es que no tengamos tren y queramos un cercanías con poniente, que no lo descarto, pero hay que establecer prioridades. Vamos a intentar traer un tren digno a Almería, que no lo tenemos, a intentar conseguir más vuelos en la península y a un precio razonable, que no los tenemos. Hay que concentrarnos en cosas importantísimas como es el agua, sin agua no hay nada. Hay tres cosas importantes: infraestructuras de comunicaciones, agua por encima de todo y nuestra agricultura.
¿Cómo vamos de iniciativa empresarial en la provincia?
Me preocupa, hay muy poca. Puede ser debido al momento de incertidumbre que vivimos, hay un poco de miedo quizás. La mayoría de la gente quiere ser funcionario, opositar, tener una vida cómoda que no critico, pero si todos hacemos eso ¿dónde se genera el empleo? Todos no podemos ser funcionarios.
¿Qué se ha dejado por el camino para tener la empresa que tiene ahora?
Muchísimas cosas. No me suelo arrepentir de lo que hago pero me he dejado cosas que no voy a permitir que mis hijos hagan. Yo no sé lo que es un cumpleaños de mis hijos, no me acuerdo de haber estado con ellos jugando. Solo recuerdo cuando el pequeño cumplió 9 años, cuando hizo la primera comunión recuerdo irme con ellos a París. Trabajaba doce horas físicamente y doce horas mentalmente, porque me llevaba todos los problemas a mi casa. Y se trabajaba de otra forma, no había internet.
¿Qué enseñanza les transmite a sus hijos?
Una de las condiciones que les he impuesto, que les he impuesto muy pocas cosas, ha sido que no renuncien a disfrutar de su vida.
¿En quién se ha mirado? ¿Quiénes son sus referentes?
En mi abuelo y mi padre. Son personas que me han influenciado mucho para ser empresario. Mi padre ha trabajado muchísimo, con tractores sin cabina y sin nada, con el frío, se iba a Granada a trabajar con el tractor. De alguna forma me inculcó que ser empresario es bonito pero muy duro. Mi abuelo lo tenía más claro, me decía “no trabajes nunca para nadie, lo que ganes para ti”, esa era la obsesión de mi abuelo. Tienes que hacer las cosas bien y no engañar nunca a nadie.
¿Le han propuesto entrar en política?
Sí, varias veces, pero yo soy un defensor del empresariado, y como he visto que no se pueden aplicar criterios empresariales a la política porque eso no funciona ahí, no me interesa, sería muy mal político, me crearía muchos enemigos, como político sería horrible. Yo por ejemplo jamás entendería cómo se gastaron 400 millones de euros en hacer los túneles del AVE y tenerlos tapiados después de doce años, un empresario jamás invertiría dinero propio para inmovilizarlo de esa forma tan inútil.
¿Qué le diría si pudiera al Jerónimo Parra de quince años?
Que haga lo mismo que hizo pero con una diferencia, que sepa compaginar vida familiar y empresarial, que se puede hacer. Yo por desgracia no lo hice hasta que llegó un momento en el que sufrí un cambio radical, porque ese estrés se acumula. Cogí una depresión de caballo, todo el mundo creía que me moría, llegué a pesar 48 kilos, no comía nada, mi familia ya no sabía qué hacer conmigo. Hasta que me puse en tratamiento y gracias a eso cambié el chip en parte. A partir de ahí empecé a vivir, me enseñaron a desconectar.
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