Bajo los matojos que poblaban la hondonada de La Hoya, rodeado de basuras y hasta de coches, durante años se ha escondido un trocito de la historia de los almerienses. Se trata de un trozo de tapial de la muralla sobre la que se realizó la conexión entre la Alcazaba de Almería y la muralla de San Cristóbal que se podrá contemplar cuando este espacio definitivamente pase a convertirse en un Jardín Mediterráneo.
Este resto de muralla tiene un tamaño considerable y permite que pueda ser contemplado a simple vista desde cualquier punto en altura de este espacio. Durante el transcurso de la obra que ejecuta la UTE Jarquil-Copsa en la zona, este trozo de tapial se encuentra acordonado con el objetivo de garantizar su protección y evitar que pueda ser dañado o durante los movimientos de tierras o con el paso de maquinaria.
Este fragmento de tapial que se encuentra en La Hoya, según explica uno de los arquitectos del proyecto, Vincent Morales, se quedará en los nuevos jardines para que los almerienses puedan contemplarlos. Una decisión tomada tras consultar a la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía y de que esta diera su visto bueno ya que se encontraría en el entorno al que pertenece.
Pero, ¿cuándo y cómo llega esa parte de la muralla hasta la hondonada? Los arquitectos del proyecto siguen la tesis doctoral de Diego Garzón Osuna, ‘Compendio de obras en la plaza militar de Almería y su Alcazaba: siglos III al XX’, que sitúa estos derrumbes entre el año 1957 y 1959.
Motivaciones
La existencia de capilaridad en el muro provocó que una capa de los tapiales, la cara que se sitúa en la zona sobre la que se trabaja actualmente, se viniera abajo y de aquellos restos procede el fragmento de tapial que aún se conserva. En las imágenes que se conservan en el archivo fotográfico de Fernando Ochotorena se puede comprobar claramente cómo se derrumba la parte central de la muralla dejando un rastro de escombros, algunos de ellos pequeños trozos de tapial y otros de mayor porte como el que queda actualmente.
La rehabilitación de la muralla se ejecutaría a partir del año 1960 tras recibir fondos por parte del Gobierno de la dictadura, de hechos, en ese verano ya estaría en marcha.
Se realizaron con las técnicas de la época que, evidentemente, no eran tampoco las más adecuadas para tratar una muralla de este tipo. Pero al menos se arreglo y parte de esos restos de tapial se quedaron por la zona y ahora, aquellos que recorramos La Hoya, podremos verlos mientras paseamos por la nueva zona ajardinada.
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