Doctor en Veterinaria, catedrático de Anatomía Patológica, rector de Córdoba durante ocho años y presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) durante los últimos cuatro, José Carlos Gómez Villamandos dirige la política universitaria en Andalucía desde el pasado mes de julio, cuando fue nombrado al frente de la Consejería de Universidad por el presidente Juanma Moreno. Desde su actual responsabilidad le toca responder a las demandas que hasta no hace mucho él mismo formulaba como la cara visible de la universidad española frente a las administraciones. Hace unos días hacía su primera visita a Almería como consejero con una buena noticia: el acuerdo para que la UAL tenga un espacio en el centro de la ciudad, en el emblemático edificio del Hospital Provincial. Esta es su visión sobre la situación actual del sistema universitario andaluz y español y las expectativas de futuro.
Por fin la Universidad de Almería va a tener un espacio en el centro, y la Junta de Andalucía tiene mucho que ver. ¿En qué consiste el acuerdo?
Bueno, hemos tenido reuniones con el presidente de la Diputación, con la alcaldesa, el rector, y hemos avanzado mucho en esa vieja aspiración de la ciudad y de la Universidad. Se va a preparar el convenio y vamos a firmarlo a la mayor brevedad. Hay una cesión de una parte del Hospital Provincial, unos 3.000 metros, a la Universidad para actividades. No va a ser edificio de oficinas, ni de enseñanza reglada, sino de formación continua, cosas que tienen calendario todo el año y a lo largo de todo el día, con lo que va a contribuir a revitalizar esa zona.
¿Por qué una universidad necesita un espacio en la ciudad y emblemático?
Es importantísimo en el sentido de que las universidades cada vez más, y la de Almería es un claro ejemplo, están muy implicadas con la sociedad donde se encuentran. Tener un campus fuera de la ciudad pone alguna traba a esas actividades conjuntas. Y desde el punto de vista de los ciudadanos, ver un edificio donde aparezca el logo de la universidad es un referente. No hay que olvidar que laUniversidad la gestionará, pero luego llegarán asociaciones, colectivos, pidiendo ese espacio para actos culturales, eso contribuye a que la Universidad esté cada vez más en relación con la sociedad.
¿No se trataría nunca de plantear el Rectorado en el centro?
Le corresponde al rector abordar ese tema, pero su idea, y creo que el planteamiento es correcto y lo comparto, es que el rector tiene que estar en el campus. Pero posiblemente haya unas pequeñas dependencias, más de cortesía. Si fuera el Rectorado, tendría horario de 8 a 3, y lo que interesa es que tenga mucha vida. Para eso hace falta que no sea solo edificio administrativo.
¿El plan plurianual de inversiones de la Consejería a qué necesidades más importantes va a atender en el caso de la UAL?
El plan cuenta con dos patas. Por un lado, una reivindicación de las universidades de hace tiempo, que es poder utilizar su remanente para inversiones, eso se va a autorizar. Y, por otro lado, desde la Consejería estamos trabajando con fondos europeos y otras consejerías para determinar unas cantidades que podamos poner para cofinanciar obras. En el caso de Almería, está la rehabilitación del edificio del Hospital Provincial, que todavía no sabemos lo que puede costar. Y luego el proyecto para construir la Facultad de Medicina junto al Hospital Torrecárdenas. Evidentemente es un proyecto no inmediato, y, desde luego, iremos de la mano para ayudar a la financiación. La Universidad tiene otros proyectos del ámbito de la investigación que intentaremos la financiación a través de fondos europeos.
¿El debate sobre el número de facultades de Medicina está superado, conviene en varias provincias?
Lo que existe claramente es una demanda y una inquietud social como consecuencia de la pandemia, donde se ha tomado conciencia de la falta de médicos. Y eso nos lleva a dar una respuesta. Esa respuesta, por un lado, es el incremento en el número de plazas, que Almería ha ampliado un 15%. Eso también nos permite la creación de una nueva facultad en Huelva. Lo que necesitamos es que eso tenga continuidad en el MIR, y es lo que estamos reclamando desde la Junta. Ahora mismo se nos quedan 4000 personas al año sin especialidad. Tiene que ir todo encadenado, aumentar las plazas de MIR, mejorar las condiciones y, desde luego, nosotros generar ese número de estudiantes. El incremento que ahora se ha producido en plazas no significa que se vaya a mantener siempre, no es un crecimiento continuo. Hay que tener claro que la titulación de Medicina es la que sale más barata a la universidad.
Esa no es la idea extendida.
No es una carrera que salga especialmente cara porque el laboratorio de prácticas lo pone el Servicio Andaluz de Salud, el hospital y los centros de salud donde se forman los médicos. Y una parte del sueldo de los profesores la paga Salud y otra la Universidad, con lo cual no tiene un coste excesivamente alto.
¿Una titulación low cost?
No, no es low cost, lo que pasa es que para la universidad no supone un coste importante, pero mantener esos hospitales y esos centros de salud donde nuestros estudiantes hacen prácticas sí tiene un altísimo coste para Andalucía. El coste está muy repartido entre Salud, la Consejería de Universidad y la propia Universidad.
Almería tenía agotado el mapa de titulaciones. ¿Qué hay en perspectiva para una universidad joven como esta?
Es verdad que no se permitió nuevas titulaciones que no estuvieran en el acuerdo de 2010. Eso ha hecho que nuestras universidades hayan perdido oportunidades. Nosotros queremos un mapa de titulaciones dinámico, donde las universidades cada dos o tres años hagan una propuesta de titulaciones, que tiene que estar basada en una serie de principios. Evidentemente, la demanda social, desde luego la empleabilidad, y luego la territorialidad en el sentido de que si una universidad como Almería diseña un título muy atractivo, no pongamos ese mismo título en la universidad de al lado años después, porque estamos creando un perjuicio.
Como tener derechos de autor.
Pues sí. Tenemos que diseñar muy bien porque el problema que han tenido universidades pequeñas es que si no se controla a la universidad grande próxima y más antigua en poner títulos, lleva a que la pequeña se vea muy perjudicada. Eso lo vamos a evitar. Y van a ser las propias universidades las que van a hacer los planteamientos. Les hemos pedido a los rectores que vayan pensando con una visión muy estratégica y no vayamos a repetir los títulos que tiene la de al lado. En Andalucía nos interesa mucho crecer en los másteres, que sean mucho más competitivos, más internacionalizados, hacer un esfuerzo para bajar los ratios. Universidades como Almería tienen una gran ventaja, su tamaño, un tamaño ideal porque tienes mayor capacidad de maniobra, te permite más eficacia.
¿Dónde se quedarían disciplinas con poca demanda, poca empleabilidad y no asociadas a un territorio tipo Humanidades?
Hay titulaciones que sí o sí debemos tener. Y las humanidades son fundamentales para una sociedad, fundamentales.
¿Esas sí salen caras?
Pero no por el coste, sino por el número de estudiantes. Yo hago una apuesta por las humanidades a muerte, porque estamos hablando de valores, de historia, en definitiva, lo que le da identidad a un pueblo. Las humanidades tenemos que reforzarlas, y también intentar que den un paso hacia el futuro, que ya se está haciendo en algunas facultades. Hay que enseñarlas posiblemente de otra forma, buscar una metodología que las haga más atractivas, con una vision más contextualizada. Ahí la universidad tiene un margen de mejora importante, pero se puede hacer, incorporando tecnologías. Necesitamos ese giro.
Existe la inquietud cuando en una titulación hay diez alumnos de matrícula.
No va a desaparecer, de eso puede estar todo el mundo seguro. Nosotros no vamos a quitar ni una titulación en la universidad. Titulaciones como las lenguas semíticas, aquí en Andalucía ¿cómo no vamos a estudiar el árabe, el hebreo? hay un poso cultural que debemos preservar, la universidad no es solamente buscar la empleabilidad, es mantener también un conocimiento, pero podemos hacerlo de una forma más eficiente. Si yo tengo pocos estudiantes y tú también, vamos a ver cómo hacemos un título universitario, optimizamos recursos e innovamos. Es tener una visión a medio y largo plazo.
Hablando de excelencia ¿no hay una inflación de ranking para estar bien situados, porque si no, no somos una buena universidad?
La verdad es que hay demasiados. No hay que olvidar que los indicadores los ponen unos señores en un despacho, con lo cual, quitando quizá el de Shangai, todos los demás tienen una subjetividad muy importante. Ahora mismo, con acierto, universidades como Harvard o California, se han salido de los ranking porque no se tenía en cuenta la dimensión social de la universidad. Los ranking hay que mirarlos con respeto, intentar estar, pero ser consciente de que tu mejor ranking es la confianza que generas en tu entorno. Si tú estás en el mejor ranking y tu entorno, Almería, no te ve con confianza, lo estás haciendo mal.
En el sistema de acreditación del profesorado parece que hay hiperinflación de publicaciones. ¿Ese tipo de sistema es más objetivo?
Los sistemas de evaluación deben ser objetivos, en eso estamos todos de acuerdo. Es verdad que ha tenido su parte buena. Veníamos de una universidad de los 70, los 80, donde los niveles de investigación en España eran muy bajos y hoy España es la 10ª potencia mundial. Eso ha sido gracias a los sexenios de investigación y a los sistemas de acreditación. Pero ha llegado el momento de darle un giro, porque ahora mismo tenemos gente más preocupada de investigar para tener JCR que de hacer una buena docencia. Hay que establecer mecanismos para promocionar por la docencia y no solamente realizando investigación. El sistema es complejo y ha faltado una pensada seria y compartida.
¿Qué va a traer la nueva ley de universidades?
La universidad española necesitaba una nueva ley que permitiera competir en Europa. Y eso, por desgracia, no se ha conseguido. Se ha intentado hacer a trozos, contentando con cada trozo a un colectivo y al final no contenta a nadie. No hay un hilo conductor, no hay una estrategia, ni una visión de futuro. Ha dejado de abordar uno de los principales problemas, que es la gobernanza. Desde la Conferencia de Rectores se le hicieron propuestas innovadoras. Lo que nos hemos encontrado es que se les da una serie de prebendas a los independentistas. Creo que va a lastrar el sistema universitario al menos una década. La financiación, por ejemplo, se limita a un 1% del PIB no de cada comunidad sino la media del Estado. Va a hacer que tengamos universidades públicas de primera y de segunda.
¿Desde las competencias autonómicas se va a intervenir en algún aspecto?
Estamos analizando todo aquello en lo que tengamos competencia autonómica. Evidentemente vamos a influir y vamos a hacerlo de una forma coordinada con los rectores y los grupos parlamentarios y esperemos poder modificar algo y ajustar. Cuando estaba de rector me quejaba de que se le daba mucha competencia a la autonomía y ahora me hubiera gustado que nos hubieran dado más, pero luego veo otras comunidades y digo menos mal, porque en alguna vamos a encontrar que el gobierno de turno pone al rector de una forma indirecta, la independencia se va a perder y eso es gravísimo.
Perder la independencia del rector, ¿eso cómo va a poder ser?
En el momento en que el profesor no es un funcionario, sino personal laboral, como da esa opción, los contratos laborales dependen de la comunidad autónoma, y por otro lado, tu contrato está sujeto a los sindicatos. Aquí seguiremos manteniendo la independencia de las universidades en ese sentido. Y desde luego intentaremos que sean personas con la mayor valía y que lideren. Los rectores tienen que liderar su universidad, se les elige no solo para que la gestionen, si no, pondríamos a un gerente.
En la financiación, los rectores, y usted lo era antes, siempre están pidiendo, ¿cómo lo aborda ahora desde el otro lado?
En Andalucía ya se destina el 1% del PIB, nuestra intención es ir incrementando. El modelo no puede ser un reparto de dinero, sino una herramienta de mejora de la universidad. Y por eso nuestro planteamiento es, por un lado, asegurar la financiación básica, y junto a eso, otra adicional, que haya contratos y que de forma consensuada, veamos dónde mejorar. A medida que vayan poniendo medidas, la disponibilidad de los fondos va a ser mayor. Y van a tener otra cantidad de libre disposición. Con esas dos variables, ayudarles a la mejora.
Se han aprobado universidades privadas, más las diez públicas. ¿Es sostenible un sistema público y uno privado en Andalucía?
Hay que tener en cuenta que, primero, no jugamos de Despeñaperros para abajo, jugamos en el contexto nacional e internacional. Punto dos, la creación de universidades privadas no afecta absolutamente nada a la financiación a las públicas. Tercero, la captación de estudiantes no llega ni de lejos a la del sistema público. Lo que sí vamos a vigilar muy mucho es la calidad de los títulos y los indicadores de investigación.
En Almería se ha denegado una.
Había ocho y cuatro han sido denegadas. Nadie tiene que dudar de que desde el Gobierno estamos apoyando al sistema público. El sistema universitario nunca se ha trabajado tan de la mano con la universidad como ahora.
¿Por qué decidió pasar del Rectorado a la política?
No siento que haya cambiado de sitio. Estoy haciendo lo mismo que antes, defender el sistema público y que nuestras universidades sean lo mejor posible. Antes lo hacía con una, ahora con diez. Mi plan no era este. A mí me llama el presidente un lunes por la mañana, y yo el viernes había terminado de preparar mi despacho para la vuelta. La verdad es que el reto era importante, eso que tanto has pedido, que tú seas capaz de ponerlo en marcha. Y claro, ante eso…
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