El cambio de paradigma en el Mar de Alborán agita el análisis sobre los flujos migratorios en la frontera sur, los controles policiales y la respuesta de los sistemas de acogida y atención humanitaria. Las pateras han mutado. Las mafias actúan de manera diferente.
La ruta entre Orán y Almería ha profesionalizado la actividad de las organizaciones, con estructuras en territorio español para la adquisición de embarcaciones en buen estado y motores de gran potencia capaces de cubrir la travesía en solo cinco horas.
Las ramificaciones de estas migraciones exprés son amplias y se dejan notar en las estadísticas. Según datos del Ministerio del Interior, facilitados en una respuesta a los parlamentarios Miguel Ángel Castellón y Juan José Matarí (PP), la llegada de pateras a la provincia de Almería ha disminuido desde los picos de 2018 y 2019, pero esto no ha tenido una incidencia en el número de patrones detenidos. Justo al contrario. La cifra de pateristas detenidos en la provincia de Almería el año pasado alcanza niveles de récord.
Según la estadística de Interior, en 2022 las fuerzas de seguridad del Estado arrestaron a 47 pateristas. La cifra de imputaciones a estos traficantes han aumentado de manera continuada desde 2018. Dicho de otro modo, llegan menos migrantes irregulares, pero hay muchas más detenciones de miembros de las mafias.
Hay dos razones esenciales. La primera es una mayor preocupación de las fuerzas de seguridad del Estado por localizar a quienes alimentan el tráfico de seres humanos. En este sentido, se ha realizado una esfuerzo importante en las áreas de Información e Inteligencia, donde la agencia europea Frontex también ha añadido recursos.
Y, en segundo lugar, la nueva ruta argelina aporta características propias para justificar mayores arrestos. Los conductores de las embarcaciones no son ya migrantes con escasos conocimientos que sostienen el timón para ahorrarse el billete, sino auténticos profesionales de la navegación. Pilotan en varias travesías seguidas para sacar el máximo rendimiento. Ordenan a los ocupantes, se coordinan con los jefes e incluso viajan armados o con la cara cubierta. Son, por tanto, señalados de manera directa cuando son descubiertos por patrulleras o helicópteros y también identificados por los migrantes cuando son rescatados, sea en el mar o en la costa de Cabo de Gata.
Según Interior, el año pasado fueron trasladados a los módulos de custodia del Puerto de Almería más de 4.000 migrantes irregulares. Existe además un número indeterminado de embarcaciones que consiguieron alcanzar tierra.
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