Borja Sémper pasa por tener uno de los perfiles más moderados del Partido Popular, a cuya primera línea ha regresado desde hace unos meses. Designado portavoz de campaña para el 28-M y vicesecretario de Cultura, el político vasco es una de las principales bazas de Alberto Núñez Feijóo para imprimir un discurso de centralidad al PP. Este último sábado ha estado en Almería para presentar a los 103 candidatos del partido a las alcaldías. Es una provincia que conoce de escapadas familiares al Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, pero de la que en esta ocasión ha descubierto algo más sobre su patrimonio cultural y sus proyectos culturales de futuro. La visita que ha hecho al rehabilitado Hospital Provincial, que va a ser sede del Museo del Realismo Español Contemporáneo, le ha enriquecido la perspectiva. Allí se realizó esta entrevista.
¿Qué se juega el PP en estas próximas elecciones municipales, primera etapa del calendario?
Sí, sí, es un año electoral, en su sentido más estricto. En esta primera etapa del 28 de mayo se juega muchas cosas. Venimos de un año 2019 en que las elecciones municipales y autonómicas fueron muy mal, con lo cual para nosotros es importantísimo recuperar espacios de representatividad. Las municipales y autonómicas, sobre todo las municipales, son un termómetro de dónde está la voluntad de cambio de los españoles en diciembre. Es verdad que es un termómetro corregido por las particularidades que existen en los territorios. Bueno, veremos. Nos jugamos mucho nosotros, sin duda, pero creemos también que se juega mucho el país. Vamos a dibujar el futuro de la España que queremos.
¿Si el PP no cumpliera las expectativas sería una lectura muy negativa para las generales?
Lo que dicen las encuestas, que las cogemos con la precaución debida, pero lo que nos dicen todas, salvo la del CIS, es que el PP está por encima del Partido Socialista. El segundo dato, más intuitivo, es lo que percibimos en la calle. Esto es muy relevante porque se percibe que ese cambio que apuntan las encuestas es real, con lo cual no entra en nuestro escenario no ganar las elecciones municipales y autonómicas.
¿Ni siquiera como hipótesis de trabajo?
Bueno, todas las hipótesis de trabajo están encima de la mesa, pero no entra entre las diez primeras esta de no ganar las elecciones. Ganar las elecciones autonómicas y municipales significa tener un voto más que tus adversarios. Esto conviene recordarlo. Eso es ganar las elecciones.
¿Es ganar que no se gobierne?
Bueno, el siguiente paso será ver cómo conformas gobiernos. Pero ganar las elecciones es tener un voto más. Y eso a día de hoy yo estoy casi en disposición de decirte que me juego una chuleta vasca con quien sea para defender esta convicción.
Que el PP va a ganar las elecciones municipales.
Pero con toda la humildad. También es verdad que los políticos muchas veces hablamos de los pactos posteriores, antes incluso de que los ciudadanos hayan ido a votar. Y entiendo la pregunta periodística razonable y lógica. Pero creo que tenemos que tratar a los ciudadanos con respeto. Hoy estamos en el momento de ofrecer propuestas y luego vendrá los siguientes pasos.
¿Y Almería qué cree que se está jugando?
Pues seguir creciendo, teniendo oportunidades. Almería está demostrando que se puede mirar al futuro con optimismo y con ambición. Es algo que se está proyectando al resto de España. Almería sin duda es sol y playa, pero también es cultura, tradición, y es modernidad. Es verdad que estoy un poco condicionado por el sitio [el Hospital Provincial], por este tipo de proyectos y por personalidades como la de Javier [García, presidente de la Diputación]. Pero yo creo que la política, por encima de las siglas, la hacen las personas. El poder es no es un fin en sí mismo, si tú tienes el poder y no haces nada, no cambias nada. Yo creo que aquí en Almería mis compañeros evidencian que el poder sirve para transformar las cosas. Yo no dudo que habrá críticas, que también nuestros adversarios tendrán argumentos, pero lo que es evidencia es que Almería hoy proyecta cosas diferentes a hace no demasiados años.
¿Qué está proyectando Almería vista desde la mitad norte de España?
Pues proyecta esa vocación de trascender. Antes hablábamos de sol y playa, pero Almería representa un potencial económico extraordinario, vinculado con el mundo agrario. Lo que proyectan las instituciones de Almería es que no nos conformamos, queremos ser algo más. Y provoca que gente como yo, acostumbrada a venir a disfrutar de los parajes naturales de Almería, ahora llevamos a nuestra agenda otros elementos culturales que van a ser determinantes en la competitividad de las ciudades a futuro. Estas no son infraestructuras para cuatro culturetas, ni solo para los ciudadanos de Almería. Añaden al PIB otro motor, como es el de la cultura. Allí donde se ha hecho bien, funciona. Y estoy pensando en Bilbao y en Málaga.
¿Quieres decir que proyectos como este Hospital provincial pueden significar para Almería lo que el Guggenheim para Bilbao o la red de museos para Málaga?
Cada uno tiene su contexto histórico. Bilbao se recomponía después de una reconversión industrial y necesitaba elementos que le permitieran rehacerse a través de la cultura. Pero hubo una forma de hacer que fue fundamental: la colaboración entre instituciones. Es necesario que Almería cuente con el apoyo de la Junta Andalucía, pero también con el respaldo del Gobierno. Donde sucede, ha funcionado bien y trasciende de las siglas. Esto es importante porque, a mi juicio, la gente está harta de la mala política, de una incapacidad de comunicación.
¿Por qué es tan complicado que en una campaña electoral los protagonistas no se tiren al barro, por decirlo de alguna manera?
Bueno, la campaña electoral va a agudizar lo que ya venimos viviendo. En un modelo pluralista, lo normal es que se confronten formas de interpretar la sociedad. Pero una cosa es la dialéctica política y otra cosa es el insulto, la política epidérmica, la tuiterización de la política. ¿Dónde está la construcción intelectual? Yo creo que a lo largo de esta legislatura esto se ha agudizado y mi tesis pasa por que hay una cuota de responsabilidad compartida, pero que quien gobierna, tiene una cuota añadida. Primero, porque es un gobierno que ha jugado la confrontación continua, fruto de su aritmética interna. La llegada de Feijóo hace un año supone un cambio. Dijo, y ha cumplido, yo vengo a ganar a Sánchez, no a insultarle. Le hemos ofrecido seis pactos de Estado a Pedro Sánchez. No obtuvimos apoyo. O recuperamos la capacidad de encontrarnos o en los grandes retos que tenemos como país vamos a tener más dificultades.
¿Y la pertenencia a partido y el argumentario no condicionan el comportamiento del político individual?
Sería mezquino negar que cuando tú militas en una formación política y eres un cargo institucional, te debes a unas decisiones que se toman de manera colectiva. Es normal que la posición del partido se comparta con sus miembros a través de argumentarios. Lo que no es normal es que dé la sensación a veces de que eso homogeneiza las formas, incluso de comunicar.
¿Cómo asume uno la defensa de un argumentario que deriva hacia un ataque?
Pues siendo honesto, no creo que ningún argumentario político te pueda pedir que entres en un terreno de descalificación o ataques gratuitos y menos ad hominem, y la política, en estos últimos tiempos, se hace mucho ad hominem. Lo primero es tenerlo muy claro. Nadie te tiene que hacer comulgar con ruedas de molino. Los partidos políticos no son sectas, son organizaciones humanas que, por lo tanto, tienen sus defectos. Pero luego está un concepto, que tampoco funciona mucho, especialmente en esta legislatura, que es el valor de la palabra dada.
Ha dado en un tema sensible.
El principio de contradicción, decir una cosa hoy, la contraria mañana, y que eso no pase factura y ni siquiera sonroje. Hay casos paradigmáticos que yo no voy a señalar. Yo estoy muy a favor de que la gente cambie de opinión. Yo no soy el mismo tipo que era hace diez años. El problema es no explicarlo y que además sea fruto de una táctica, no de un convencimiento compartido con aquellos a los que les dijiste hace 24 horas que ibas a hacer una cosa y haces exactamente la contraria. Todas estas cosas no están en un argumentario, forma parte de lo que cada uno quiere representar y quiere ser.
Borja Sémper tiene fama de moderado, de un estilo diferente en política…
Lo que pasa es que hoy en día si no insultas te llaman moderado, y cuando tienes amigos de otras formaciones políticas o dices oye, a lo mejor el otro tiene parte de razón, ya es tan sorprendente que yo entiendo que periodísticamente hay que usar etiquetas a estas cosas. La de moderado no me disgusta. Me parecería peor que me llamaran cafre, así que estoy contento.
¿Toma pintxos y zuritos con personas de otras ideologías, de otros partidos?
Es que yo a la gente no le voy pidiendo que me digan qué ha votado, a quién besa o a quién reza. No me resulta muy relevante a la hora de valorar a las personas. Hay una serie de líneas rojas que para mí son elementales. El respeto al otro, este tipo de cuestiones que aprendimos en casa y que pasan por tratar a los demás como a ti te gustaría que te trataran.
¿La competencia de Vox puede tirar hacia el extremo de ese PP moderado?
Creo que en otro tiempo eso pudo ser un riesgo, en este no. Nosotros estamos intentando ensanchar nuestro espacio electoral, no parecernos a nuestra izquierda, no parecernos a nuestra derecha.
Van hacia la franja del votante del PSOE, hacia el centro.
Bueno, el PP es un partido de amplio espectro cuya posición ideológica debe de ser la de la centralidad, que significa estar buscando permanentemente las respuestas a los problemas que tiene el país. Obviamente, somos un partido de centro derecha, esto nos caracteriza con una serie de valores y de posiciones concretas. Ahora bien, ¿eso significa que quien ha votado en el pasado al Partido Socialista no te puede votar? Yo creo que no. ¿La mayoría de Juanma Moreno es fruto solo de gente que comparte todo lo del PP? No, es gente que ha identificado determinados liderazgos como los ideales que aportan estabilidad, tranquilidad y respuestas a los problemas. Esto es lo que queremos representar. A algunos esto les parece la derechita cobarde. A otros les parecerá que somos de extrema derecha. Nos da igual. Vox es un partido que ha nacido con la vocación de…
... ¿de provocar?
Bueno, es fruto de los tiempos también, y es un fenómeno que está surgiendo en todas las democracias occidentales. Partidos de corte populista, que irrumpen en un momento de crisis económica, y que se regodean en los problemas que tienen las sociedades y en el enfado de la gente. No dan respuestas, sino que alimentan el enfado. Eso es un riesgo para las formaciones políticas tradicionales que pueden tener la tentación de emular a esos populismos para combatirlos. Nuestra tesis es que no hay que emularlos, hay que perseverar en una idea de centralidad, de moderación, y de gestión eficaz de los problemas de la gente.
O sea, que el PP va a evitar entrar en la provocación o en el argumentario de Vox.
Lo estamos haciendo. Pero ni en el de Vox ni el de nadie. Vamos a cambiar el orden de las cosas. Lo tradicional hasta ahora era que tú hablabas 90% mal del gobierno y un 10% de lo que ibas a hacer tú. Bueno, hay que cambiar ese porcentaje, al menos hay que decir un 50% lo mal que hace el Gobierno y un 50% lo que quieres hacer tú. Esto es un cambio importante que queremos consolidar a lo largo de esta campaña y en los próximos años.
¿El bipartidismo no ha muerto sino que va a recuperar fortaleza?
Nunca ha habido un bipartidismo total, porque siempre había partidos en nuestros perímetros. Lo que es verdad es que algunas de las orientaciones ideológicas crecieron. En ese momento se creyó que iba a suponer unas ventanas abiertas a la democracia, que la política se iba a regenerar, que todos íbamos a ser mucho más guapos, más altos y más ricos, que la política iba a ser mucho más edificante. Hoy, con perspectiva, podemos concluir que eso no ha sido así.
¿Han sido un fiasco?
No lo calificaré, pero la política de hoy, a mi juicio, es peor en fondo y forma de la que era antes de la irrupción de esas formaciones. Es bueno que exista el pluralismo, lógicamente, pero es bueno también que haya formaciones políticas sólidas, con perspectiva de futuro, con vocación de Estado a través de las cuales se articule la institucionalidad y se pueda llegar a acuerdos que permitan convivir. Y los que han venido, sobre todo los extremos, no han venido a eso, han venido a echar más gasolina a las llamas. Y de lo que se trata es de apagar el fuego.
¿Para cuántas novelas da la política española? porque para poesía no mucho.
Mira, yo creo que España es un país extraordinario, del que podemos sentirnos orgullosos y nuestra política no es tan mala como algunos se empeñan en que parezca. Creo que tenemos gente en política muy buena, muy capaz, con una vocación de servicio público más que acreditada. Hacer política no es un chollo, es un honor. Hay cientos y cientos de miles de cargos electos en todo el país, de todos los partidos políticos, a los que les supone un esfuerzo personal, familiar, vital dedicarse a la política.
¿Las redes sociales, a la política, le están haciendo mucho más daño de lo que están ayudando?
A mi juicio, un daño extraordinario a la política y al periodismo y, por lo tanto, contamina el debate público, pero también a la sociedad. Las plataformas digitales son una oportunidad para compartir ideas, para conocer gente, para informarte. Esta es la parte que nadie cuestiona. El problema está que se ha degenerado de tal manera la conversación que se han convertido en tóxicas. A día de hoy aportan mucho más negativo que positivo. Lo siento por los dueños de Twitter, pero lo creo.
Sí, pero no hay ningún político que se sustraiga a usarlas.
Una cosa es estar, es necesario estar ahí, y otra cosa es cómo estás.
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