La vieja Casa Blanes se muda de templo

La histórica tienda de especias de Obispo Orberá, de 1932, se trasladará a finales del verano

Edificio donde se encuentra la tienda Casa Blanes, adquirido por el grupo Olivencia.
Edificio donde se encuentra la tienda Casa Blanes, adquirido por el grupo Olivencia. La Voz
Eduardo de Vicente
19:48 • 27 may. 2023

El apellido Blanes ha reinado durante décadas en el corazón comercial de la ciudad, en la calle dedicada al Obispo Orberá, pero pronto dejará de hacerlo, ya que el nombre ha desaparecido del rótulo de las tiendas de deportes, ahora bajo una nueva denominación y también desaparecerá del dintel de la puerta del espléndido edificio con balcón colgante de madera donde durante noventa años ha impuesto su ley la tienda de Casa Blanes.



Allí ha permanecido desde que en 1932 los hermanos Blanes emprendieron una aventura que no ha podido ser ni más fructífera ni más longeva. Casa Blanes no ha sido un comercio más, a lo largo de un siglo se ha convertido en una referencia comercial y sentimental, en un negocio que le ha dado prestigio a la calle y ha llevado su nombre más allá de nuestras fronteras locales. Antonio Sánchez Blanes, su actual propietario, me cuenta que vienen clientes de Barcelona, de Madrid, del País Vasco, preguntando por la tienda. A Casa Blanes le ha pasado algo parecido a Casa Puga, que se ha hecho internacional de boca en boca, sin necesidad de hacer propaganda.



La historia del establecimiento empezará un nuevo camino, posiblemente a finales del próximo verano. El edificio en el que se encuentra ubicado desde su fundación ha sido adquirido por la firma Olivencia, que le ha comunicado al propietario de la tienda que tiene que buscarse otro emplazamiento. La vieja y renovada Casa Blanes ha encontrado un nuevo refugio muy cerca del actual, a tan solo unos metros, nada más cruzar de acera, en un local de la calle de Juan Lirola, lo que le permitirá seguir arraigado a la vida comercial de Obispo Orberá. Aunque tenga que mudarse después de noventa años establecido en el mismo escenario, su dueño, Antonio Sánchez, promete que la tienda va a seguir conservando toda esa esencia que la hace diferente y que si cabe, va a tener más en cuenta aún los detalles históricos que la definen. Tiene previsto, entre otras ideas, rescatar una vieja máquina de aceite tan antigua como el propio establecimiento y seguir apostando por las especias de todos los sabores y todos los colores que han sido el alma del lugar desde sus comienzos.



Aunque hayan pasado noventa años desde que echó a andar el negocio, Casa Blanes no ha perdido ni un ápice de su identidad. Aún sigue teniendo la magia y conservando la atracción de aquel bazar donde empezaron a triunfar los hermanos Blanes, de aquella tienda que en la posguerra agotaba las existencias de velas cuando se acercaba la procesión de la Virgen del Carmen o cuando caía una tormenta, de aquel templo al que peregrinaba media provincia cuando se acercaba el mes de diciembre y había que comprar los avíos para las matanzas, de aquella Meca de las especias y de los frutos secos por donde pasaron todos los venderos de pipas y cacahuetes callejeros durante medio siglo.



Casa Blanes sigue siendo ese negocio, aunque ha reforzado sus existencias, adaptándose a los nuevos tiempos. La población emigrante que ha venido de otras culturas, especialmente, los musulmanes, le han obligado a descubrir otros condimentos que hoy están a la altura del histórico pimentón o de la canela que siguen perfumando las paredes del establecimiento.






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