Dentro de unas pocas semanas, Almería vivirá el que sin duda va a ser uno de los grandes hitos en la historia comercial de la ciudad. La apertura de un establecimiento de la marca sueca del mueble Ikea, prevista para el día 5 de julio, promete ser un acontecimiento de los que dejan huella en la memoria colectiva por décadas. Más allá de su atractiva oferta de miles de productos de decoración funcionales, modernos y asequibles, de sus servicios punteros o del reclamo que ejercerá para compradores de toda la provincia e incluso de otras, la llegada de Ikea representa para los almerienses de la capital un desquite.
Al igual que durante años ha padecido la carecencia de unas infraestructuras y unos servicios de comunicación adecuados, Almería ha ido acumulando un sentimiento de 'esquina' y una sensación de olvido en lo que a implantación de enseñas comerciales 'de pedigrí' se refiere. Y el caso más representativo es el de los grandes almacenes El Corte Inglés. La capital almeriense nunca ha tenido -y ya parece difícil que alguna vez lo tenga- un Corte Inglés como ha sido el sueño de alcaldes, concejales, pero también del tejido empresarial de la ciudad, que veía en su llegada una oportunidad para que ejerciera de locomotora de otros negocios.
Las especulaciones sobre posibles emplazamientos, las negociaciones para que se instalara y hasta los acuerdos que llegaron a cristalizar para luego desvanecerse han ocupado tantos titulares, minutos de radio, declaraciones y debates públicos que se pierden en la bruma de los años y en los rincones de las hemerotecas. Los almerienses, cuando viajábamos fuera de la ciudad a casi cualquier otra de España, teníamos como lugar fijo de visita unos almacenes de El Corte Inglés. Ni siquiera la apertura en 2010 del centro de El Ejido compensó esa especie de 'orfandad' de la capital respecto a la ausencia de una marca tenida por sinónimo de prestigio comercial.
El más firme de los intentos que la enseña fundada por Ramón Areces en 1935 hizo por instalarse en Almería fue el que se plasmó en el convenio para adquirir el colegio La Salle, en el año 2005. Los problemas con el Plan de Ordenación Urbana y la posterior llegada de la crisis económica, que frenó las expansiones, dieron al traste con la posibilidad. Bien es cierto que la posterior expansión del comercio digital, y la posibilidad de comprar su amplio catálogo por internet, han modificado la perspectiva, y El Corte Inglés ya ha dejado de ser ese objeto de deseo colectivo de los almerienses. Con todo y con eso, la noticia de la llegada de Ikea, cuyo desembarco en la capital almeriense se conoció en 2017, ha sabido en Almería a algo más que a la simple apertura de una nueva marca comercial: el desquite por El Corte Inglés que nunca fue.
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