El rotundo resultado electoral del 28M que ha otorgado la mayoría absoluta al Partido Popular en el Ayuntamiento es fiel reflejo de la confianza de los almerienses en la gestión compartida durante los cuatro últimos años por Ramón Fernández-Pacheco Monterreal y María del Mar Vázquez Agüero. Y es también un voto de impulso para la continuidad de unas políticas que están redundando benéficamente en la calidad de vida de la ciudad. No se puede interpretar de otra manera la manifestación de los electores que le están diciendo a la nueva Corporación municipal que siga por ese camino otros cuatro años.
No me cabe la menor duda de que entre las asignaturas pendientes de la gestión urbanística ocupa un primer lugar el Paseo, nuestro gran salón social, nuestra pasarela de presentación ante los visitantes y al arteria que históricamente ha articulado la vida de la ciudad desde que en el siglo XVI se retrajo la muralla apuntando ya lo que sería la calle que vendría hasta nuestros días. El Paseo lo ha sido todo en Almería: ha vibrado con las fiestas y las celebraciones civiles, militares y religiosas; ha levantado acta de los cambios de régimen político rotulando las esquinas con nombres distintos según cada situación, pero sobre todo ha sido eso: un Paseo donde la gente socializaba, iba de tiendas, tomaba café, rajaba del gobierno, merendaba, resolvía sus asuntos bancarios (antes de la irrupción de Internet), o simplemente subía y bajaba a ver lo que caía. Incluso a echarse novia/o. No hay ningún acontecimiento, evento o suceso en el que no haya tenido protagonismo el Paseo.
Este Paseo nuestro dónde ahora parece amanecer una cierta decadencia. Cierran algunos grandes o pequeños comercios y al atardecer es una vía muerta –da miedo por la noche, dicen muchos vecinos-, porque antes, aun cerradas, las luces de las tiendas le daban vida y sensación de seguridad, pero ahora hay tramos apagados por los que no se ve pasar ni un alma. Es el sino de los centros en las grandes ciudades. Véanlo también en Granada, Málaga o Sevilla en las que algunas de sus renombradas calles padecen idénticos síntomas. Como no soy urbanista no cometeré la imprudencia de decir lo que se debe hacer. Pero si tengo la firme convicción de que hay que hacer algo, antes de que el Paseo se nos muera.
Hay una calle en Sevilla que puede servir de ejemplo. Cuando hace años el Ayuntamiento anunció la peatonalización de la calle Asunción –vía comercial por excelencia del barrio de los Remedios- vecinos, tiendas y público en general criticó la decisión por las incomodidades que supondría a residentes y comerciantes, bien por el acceso a sus viviendas o por la dificultad del reparto de mercancías. Pasado el tiempo, y normalizada como gran vía peatonal, las críticas son ahora positivas y la calle revive en sus terrazas llenas de gente sentada donde antes solo pasaban los coches; niños en algarabía y peatones acaso a ninguna parte, que en eso consiste pasear. Al alcalde que tomó aquella decisión de peatonalizar la calle Asunción a lo peor todavía le duele la cabeza de los disgustos que se llevó. Hoy se elogia su valentía.
El Ayuntamiento que quedó ayer constituido en Almería tendrá que afrontar definitivamente el modelo de Paseo que se quiere. Y creo que la mejor solución no es otra que la de restringir al máximo el tráfico rodado para ganar espacio para la gente a pie. Es muy probable que entonces se recupere la vida comercial y que los escaparates vuelvan a escanciar luminosidad sobre las aceras ahora vacías de noche. Los buenos urbanistas saben bien de esto y lo ganadores del concurso de ideas todavía
inédito le pondrán la guinda a un proyecto definitivamente inaplazable. Hay cuatro años por delante para el debate, para los críticos y los que aplaudan. Cuatro años que, a no dudarlo, consolidarán una opinión mayoritariamente favorable a unos cambios en el Paseo absolutamente necesarios. La nueva filosofía urbanística de ciudades sin coches (o con los menos posible) gana adeptos en todo el mundo: ciudades para vivir y no garajes al aire libre.
Y una sugerencia final: la denominación de Paseo del Príncipe Alfonso es el nombre más tradicional de nuestra calle principal. Su reforma acaso pueda coincidir con la jura de la Princesa de Asturias como heredera de la Corona, al cumplir los 18 años el próximo 31 de octubre, en sesión solemne de las Cortes Generales. Sería un gran gesto de adhesión de nuestra ciudad a la Monarquía que se recuperase el rótulo histórico, si bien con el nombre de Paseo de la Princesa Leonor. Estoy convencido de que esta noble iniciativa contaría también con el visto bueno de la mayoría absoluta de los almerienses.
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