Palancas de la historia de Almería

El primero fue un héroe en la Conchinchina y quien proclamó en Almería la Gloriosa Revolución

Cinco generaciones de Carlos Palanca en Almería.
Cinco generaciones de Carlos Palanca en Almería.
Manuel León
22:55 • 17 jun. 2023

Hay un apellido que se ha multiplicado en Almería como las tribus de Israel lo hicieron en la Tierra Prometida; a partir de la sangre del conquistador de la exótica Conchinchina, los Palanca han ido creciendo en esta provincia  a través de las ramificaciones de un  árbol genealógico que hunde sus raíces en Valencia. En Almería abundan Palancas -aunque algunos emprendieron el camino del éxodo a otros lugares- en distintas facetas como la abogacía, la medicina, la economía, la banca, en deportes como el rugby o en las comunicaciones. Son ya siete u ocho generaciones de Palancas, que comenzaron a través de una acción militar -la Gloriosa Revolución de 1868- los que se han mezclado entre los cristianos viejos de Almería que llegaron para repoblar esta tierra de moros que -de otra forma- aún lo sigue siendo. Los Palanca, por tanto, como los Langle franceses, los Alemanes murcianos, los Cassinello italiano, los Perceval ingleses y otros muchos patronímicos más o menos hijodalgos se han ido, a lo largo de siglos, como la gota en la roca, incrustando en la historia de esta ciudad y de esta provincia. 



El primer Palanca que tuvo relación con Almería fue Carlos Palanca Gutiérrez, militar, político y escritor nacido en Valencia en 1819. Ingresó en el Ejército y se convirtió en uno de los oficiales de mayor renombre de mediados del siglo XIX. Tras sus primeras acciones en Navarra fue destinado a Filipinas para volver pronto a Madrid donde aplaca varios alzamientos populares en Sevilla y Cataluña, donde por su heroico comportamiento recibió la Cruz de San Fernando.



Volvió este remoto Palanca a Filipinas en 1854 como comandante  de La Laguna, Tabayas y Batangas, obteniendo  el grado de teniente coronel en la guarnición de Manila. Una de las acciones militares más exóticas a lo largo de su hoja de servicios fue cuando formó parte de la expedición a la Conchinchina para sofocar las persecuciones religiosas del emperador Tonkin que implicaron el martirio de los obispos españoles Fray José María Díaz Sanjurjo y Juan Melchor García San Pedro que fueron salvajemente descuartizados. En el actual Vietnam, en la bahía de Turana, el teniente coronel Palanca ocupó Saigón  y derrotó con su ejército y la ayuda francesa, a 10.000 vietnamitas imponiendo la paz. Fue recompensado por el Gobierno galo con la Legión de Honor. Regresó de nuevo a España y su carrera militar sufrió grandes vaivenes dependiendo del político de turno. Fue destinado como Capitán General de Canarias y en 1865 está ya considerado como liberal, amigo íntimo de Prim y acusado de hallarse entre los militares que conspiraban contra el trono de Isabel II.



Formó parte el brigadier Carlos Palanca de la expedición que proclamó en Almería la Gloriosa Revolución de 1868. Llegó a la costa urcitana el 28 de septiembre de 1868 a bordo del vapor de guerra Vigilante y desde el barco, con una bocina, amenazó con bombardear la ciudad si el gobernador militar,  Manuel Moreta, no se rendía. Lo hizo al día siguiente, y el disparo de los cañones y los vivas a la libertad y a la soberanía nacional  anunciaron a la población que era llegada la hora de que Almería secundara el glorioso Alzamiento de Cádiz.



Hubo un recibimiento popular masivo en el Puerto, donde los marinos fueron aclamados. El brigadier Palanca desembarcó y se dirigió al Ayuntamiento donde fue homenajeado. Se constituyó de inmediata una Junta Revolucionaria provisional  que quedó presidida por Ramón Orozco Gerez, como vicepresidente Felipe Vílchez y Francisco Arias de Reina, como secretario. También estuvo participada por el comandante de Marina Soroa,  el comandante de la Guardia Rural, Gabino Aranda, el teniente coronel de Carabineros Miguel Domansky y como representantes demócratas Gaspar Molina, Gerónimo Abad, Pantaleón Martín, el abogado Fermín Peralta, Rafael Carrillo y el periodista, suegro de Colombine, Mariano Alvarez Robles.



 



Palanca Gutiérrez, tras hacer triunfar la Revolución en Almería, como el aventurero de Ultramar que nunca dejó de ser,  marchó a Puerto Rico y Cuba y después a Canarias y a Madrid donde murió como mariscal de campo en 1876. En Filipinas bautizó a un niño con su mismo nombre y apellido y por ello hay Palancas por doquier en aquel archipiélago hasta el día de hoy.



Su hijo fue Carlos Palanca y Cañas, quien también abrazó la carrera militar, dentro de Caballería, entre España y Cuba. En la isla caribeña se casó con Susana Martínez-Fortún Wilson hija de los marqueses de Placetas. Fue este Palanca uno de los perdedores de la última colonia española en Ultramar teniendo que volver a la Peninsula falleciendo en 1925. Su hijo, Carlos Palanca Martínez-Fortun, ingresó en la Academia de Caballería de Valladolid y contrajo matrimonio con Matilde Lachica Mingo. Alcanzó el grado de coronel, retirándose de la carrera militar con la Ley Azaña. Fue Gobernador Civil durante la Dictadura de Primo de Rivera en Almería desde 1926 hasta la proclamación de la II República. 


Carlos Palanca Lachica, hijo del anterior, truncó la tradición militar de sus antepasados y, tras estudiar Medicina en Granada, se casó con una almeriense, María Vidal Giménez, quedándose a vivir en esta ciudad como médico especialista en pulmón y corazón. Luchó con ahínco para extirpar la tuberculosis que azotaba con fuerza. Fue médico en María y Garrucha, director del Preventorio donde ahora está la alcaldía y presidente del Colegio de Médicos. Sus descendientes lo recuerdan, además de como médico, como un gran orador con una memoria prodigiosa. Su hijo, Carlos Palanca Vidal, fue también durante décadas especialista de pulmón y corazón en la Bola Azul con consulta en la calle Zaragoza y concejal, falleciendo el año pasado. La estirpe de médicos Palancas continúa a través de su hija,  Maruja Palanca Maresca, ejerciente en la sanidad madrileña.


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