A Pedro Sánchez le cuadra perfectamente la anécdota que hace años me contó un ilustre abogado almeriense, a propósito de las personas que sostienen una cosa y la contraria sin el menor rubor. Relataba el gran jurista que hubo en Almería en tiempos de Maricastaña un picapleitos que defendía a cualquier delincuente con incontenible verborrea y argumentos cruzados. Un día le habían señalado dos vistas de distintos patrocinados, una a las nueve de la mañana y otra a las doce. Resultó que ambas le tocaron con el mismo juez, ante quien a primera hora nuestro personaje defendió ardorosamente a su primer cliente exponiendo toda una teoría exculpatoria adornada con su florida oratoria. Y a las doce en punto, diferente caso con el mismo juez, a su vez utilizando idéntico ejemplo pero con tesis totalmente contrarias a las utilizadas en la vista anterior. El juez, socarrón y conocedor del desahogo del irredento letrado, le llamó la atención de esta guisa: “Señor letrado: esta mañana ha mantenido usted una determinada postura y sobre ese mismo caso argumenta ahora razones opuestas. Está usted en flagrante contradicción”. A lo que el veterano picapleitos contestó sin el menor sonrojo: “Cierto, señor juez, así es. Pero no me negará su señoría que con una de las dos versiones tengo razón”.
He recordado aquel minucioso relato después de escuchar la magnífica entrevista que hace unos días le hizo Carlos Alsina a Pedro Sánchez en Onda Cero. Porque nuestro todavía Presidente del Gobierno es capaz de mantener una cosa y la contraria, convirtiendo en “cambios de opinión” lo que no son sino burdas mentiras. Pocas veces la definición de mentira recogida en el diccionario de la RAE (“Afirmación que una persona hace consciente de que no es verdad”) podía tener tan atinado ejemplo. Y es que la retahíla de falsedades que le enumeró Alsina ponían de relieve que Sánchez es un mentiroso compulsivo que trata de ganar el momento sin reparar en las consecuencias posteriores de sus palabras, en un mundo tecnificado como el de hoy en el que hasta la respiración queda grabada en las hemerotecas. Pero a diferencia de otros seres mortales para los que la palabra dada y la propia dignidad les son consustanciales, este señor que reside en La Moncloa afirma, sin despeinarse, una cosa y la contraria e incluso puede apelar a una tercera por si alguien tiene dudas de que esté mintiendo.
La pérdida de papeles que está sufriendo Pedro Sánchez desde su amarga noche del 28M ha debido trastocarle el ánimo de tal manera que se encamina a las elecciones generales cometiendo errores de bulto. Ningún asesor con la cabeza en su sitio debería aconsejar al candidato socialista a la Presidencia del Gobierno que acuda al matadero; es decir, que se preste a una entrevista, antes mil veces negada, donde un buen periodista lo va a poner frente al espejo de sus propias palabras. La pendiente que ha cogido Pedro Sánchez, reflejada además en todas las encuestas (y casi incluso en la del CIS de Tezanos), es el despeñadero que conduce al PSOE al abismo. Un Partido Socialista que prestó señalados servicios a la Democracia en tiempos de un gran estadista como es Felipe González.
Pero volvamos a aquel viejo picapleitos que se ganaba la vida en la vieja Audiencia de la calle Gerona. Era seguramente un penúltimo ejemplar de la picaresca española. Se sabía incluso que tenía contratados dos testigos falsos para lo que fuera menester a los que requería su presencia ante el juez para testificar sobre sucesos que no habían presenciado nunca. Muy probablemente viva todavía algún viejo abogado almeriense que recuerde a este singular picapleitos que se salvó de ser fusilado en los años cuarenta después de hacer pública protesta de su inquebrantable adhesión al Caudillo, cuando era bien sabido en la ciudad que durante la guerra había delatado a no pocos paisanos bajo la acusación de ser desafectos al Frente Popular. Todo un caso de cinismo que daría para la más negra de las novelas históricas.
A Pedro Sánchez lo hemos visto negando cualquier posibilidad de hacer un gobierno con Podemos (“quiere usted que se lo repita veinte veces”); de entenderse con Bildu, de conceder el indulto a los independentistas catalanes, por citar solo sus célebres promesas dignas de la antología de la mentira, y hemos ido siendo testigos de cómo se desdecía de todo lo dicho para perpetuarse en La Moncloa. ¿Acaso alguien duda de que el desastre electoral socialista reciente y el probable del 23J traen causa de la conducta de tan irresponsable personaje? El implacable dictamen del electorado sobrevuela todos los rincones de España. Los buenos socialistas no se merecen lo que le está pasando al PSOE. Un desencantado militante de Almería, conocido mío desde la infancia, es de la opinión de que la frase de Pedro Sánchez a Carlos Alsina: “No he mentido, sino que he cambiado de opinión”, le ha hundido ante los españoles que tendremos que decidir el 23 de julio quien ha de ocupar el palacio de La Moncloa. O lo que es lo mismo, en opinión de Narciso Michavila: “La marea azul del pasado 28M se puede convertir en un tsunami el 23J”.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/12/almeria/258933/pedro-sanchez-y-un-viejo-abogado-de-almeria