El calor de la primavera árabe amaneció ante los muros de la Gran Mezquita de los Omeyas el 15 de marzo de 2011. Los manifestantes desafiaban al régimen de Al Assad con la energía contagiada por sus compatriotas en otras ciudades como Duma, Daraa o Alepo. Un anhelo de democracia en el corazón de Damasco. Nacía la revolución siria.
Los
represaliados ese día ante el monumental símbolo islámico (también
guarda la tumba de San Juan Bautista) no sabían entonces que en ese
mismo lugar florecería el negocio de la explotación de los expatriados
por la guerra. A solo unos pasos, a dos manzanas del bullicioso zoco
Al-Hamidiyah, una supuesta agencia de viajes internacional negociaría
una década después la huida de miles y miles de desplazados, perseguidos
y refugiados. Víctimas de la violencia y la represión. Y también
algunos ex combatientes y yihadistas.
La agencia está
regentada por dos ciudadanos sirios llamados Halil y Haznane, eslabones
de una cadena alargada hasta las playas de Cabo de Gata, sin embargo, el
verdadero corazón de la red de tráfico de seres humanos tiene nombre de
mujer y su centro de operaciones está en Libia, según investigaciones
de los servicios de inteligencia.
Latifa, como es conocida a
modo de marcha comercial, es la mayor traficante de sirios fuera del
país y una amenaza para la seguridad internacional. Desde su refugio
libio gestiona la salida de miles de personas desde Oriente Medio hacia
Europa, exprimiendo cada céntimo de los migrantes y tejiendo una red de
contactos sin precedentes. Europol sitúa sus actividades, al menos,
desde 2017.
Una investigación de la Policía Nacional
iniciada en el año 2022, a cuyos informes ha tenido acceso LA VOZ,
conecta por primera vez con nombres y apellidos a los grandes capos del
tráfico de personas, drogas y armas con la llegada de pateras a la
provincia de Almería a través de la ruta argelina. Y Latifa está en el
centro de todo.
Halil y Haznane captaban a los ‘clientes’ en
Damasco y programaban los viajes hasta Jartum, capital de Sudán y una de
las ciudades más peligrosas del mundo (desde abril el aeropuerto
internacional está cerrado para vuelos comerciales por la grave guerra
civil). Los migrantes pasaban de una Siria devastada a un estado
fallido. En Jartum eran recibidos por una trabajador de ella, conocido
como Abdou el Sudanés, y conducidos temporalmente a un hotel de cuatro
plantas, paredes desconchadas y suelos ennegrecidos situado a pocos
metros del aeropuerto, a las orillas del Nilo Azul.
El viaje
apenas había comenzado. La red conducía a los viajeros desde Sudán hasta
el Aeropuerto Internacional de Benina, en la ciudad de Bengasi (Libia),
conocida por los estragos de la guerra que acabó con Gadafi hace una
década. Latifa habilitó a un colaborador llamado Ali para conducirlos
hasta Argelia, última parada antes de navegar en Alborán en una patera.
La
Policía Nacional, la Guardia Civil y los servicios de Inteligencia
tienen indicios de la llegada de sirios a través de la ruta entre Orán y
Almería al menos desde 2019, cuando las lanchas rápidas casi acabaron
por completo con las débiles pateras de goma en la vía marroquí. Sin
embargo, desde entonces, las mafias se han profesionalizado y
sofisticado sus métodos. La clave está en la capacidad para sortear los
controles y tocar tierra antes de la irrupción de las patrulleras y las
unidades en tierra. Evitar un repatriación bien vale pagar más y para
ello se necesitan embarcaciones más potentes.
La conexión
El 17 de abril de 2022, la Guardia Civil localizó en Playa Macenas (Garrucha) a 15 ciudadanos sirios desembarcados en una lancha con estas características. Los agentes habían observado la presencia de la patera a través de los radares del Sistema Integral de Vigilancia Exterior (SIVE) y se dispuso el correspondiente dispositivo para la captura. Los migrantes interceptados entraron poco después de las 21 horas en los módulos del centro de acogida temporal de extranjeros (CATE) en el Muelle de Poniente del Puerto de Almería. Tras recibir primeros auxilios a manos de la Cruz Roja, un ciudadano sirio ofreció detalles a la Policía Nacional y dio un nombre, Amjad.
El testigo protegido
escuchó por primera vez el apodo de Amjad en una cafetería de Líbano,
donde intentaba salir hacia Europa. Allí eran captados los 'clientes' y
clasificados por las distintas redes (léase las distintas vías y
precios). Amjad era un potente traficante y sus contactos vendían su
servicio con una oferta única. Estaba asentado en España.
Los
investigadores de la UCRIF de la Policía Nacional confirmarían después
que era un antiguo amigo de Latifa, a la que conocía porque juntos
emigraron desde Siria a Libia, y ahora se había erigido como su
principal socio instalado directamente en la provincia de Almería con
una especie de acuerdo por un año.
El Líbano necesitaba
ayuda y disponía de un colaborador llamado Marwan, que recogió en su
nombre los 3.600 euros del viaje a Argelia, un primer pago por un primer
tramo. El testigo protegido terminaría luego montando en una lancha
rápida con destino a Garrucha (Almería), donde intervino la Guardia
Civil aquel mes de abril de 2022.
La información suponía una mina de oro para completar el rompecabezas de la explotación. La Policía Nacional conseguía muchos datos de la mayor red de tráfico de sirios. El modus operandi era muy conocido, lanchas rápidas desde el entorno de Orán, en llamadas pateras-taxi. Sabía también el origen de los migrantes y la ruta por cuatro países hasta llegar a la provincia de Almería. Tenía indicios de su destino final, gracias al relato de los detenidos y servicios de Inteligencia en Alemania y Francia, y sabía los nombres de quienes se lucraban en esta travesía. Sin embargo, quedaba un enorme trabajo para desarticular toda la organización de mafiosos y cooperadores radicada en Almería. A esta investigación se bautizó como Operación Orontes. LA VOZ DE ALMERÍA adelantó su avance en publicaciones en marzo y julio y EUROPOL anunció sus conclusiones el martes.
La UCRIF reconstruyó las
actividades de Amjad en Almería y sus conexiones con varios traficantes
sirios y argelinos, especialmente radicados en Roquetas de Mar y se
centró luego en la trama española. Sin españoles el motor de la
organización se habría gripado.
La rama logística estaba
protagonizada por un grupo de vecinos de Cabo de Gata, El Alquián y
otros barrios periféricos. Su misión era proveer de embarcaciones y
motores fueraborda a la red, una labor que alargaron hasta principios de
2023.
La Policía Nacional captó cómo ponían las
lanchas en el agua en puntos como El Perdigal y cómo luego daban
cobertura en las llegadas. Se detectaron una docena de 'operaciones' de
desembarco, aunque las pruebas recopilados acreditan una actividad mucho
mayor y manifiestamente anterior. El sistema estaba rodado. Muy rodado.
La
fase de explotación de la operación se realizó en el mes de marzo y
acabó con 14 detenidos en Almería y uno en Málaga. Ahora bien, su valor
se mide más allá de las cifras. La Policía Nacional cortó el hilo
conductor de la mayor red de tráfico desde Siria hasta el momento y
obtuvo información detallada de todo el periplo. El mapa es amplísimo y
conecta una agencia en Damasco, un hotel de Jartum, un cafetería en
Beirut, un piso franco en Bengasi... Y los refugios en Argelia. Y una
casa de El Alquián... Y un bazar en Marsella.. Y las pateras que miran
Reino Unido desde Calais. Y Alemania y Noruega. Una auténtica empresa
multinacional de la explotación, donde el cliente paga (y no deja de
pagar) hasta su destino final (España es solo un paso intermedio).
¿Cuántos?
La denominada Operación Orontes de la Policía Nacional desvela una red inédita en el tráfico de ciudadanos sirios hacia Europa a través de Almería. No hay certezas sobre el volumen real de migrantes explotados por la organización coordinada desde Libia, pero las investigaciones apuntan a cifras muy superiores a las calculadas oficialmente por Europol.
“Esta red criminal, bien establecida en varios países
de la UE y de Oriente Medio, utilizó una ruta inusualmente larga y
costosa para introducir de contrabando a inmigrantes irregulares desde
Siria a la UE; comenzando en Siria, los inmigrantes irregulares fueron
llevados a través de Sudán o los Emiratos Árabes Unidos hacia Libia. De
Libia fueron llevados a Argelia, antes del viaje a Europa a través del
Mediterráneo”, señaló Europol el pasado martes.
La agencia
policial europea habla del “contrabando de al menos 200 inmigrantes”. No
obstante, conversaciones captadas por la UCRIF de la Policía Nacional
elevan estas cifras a varios centenares más. Dos pinchazos telefónicos
autorizados por el Juzgado de Instrucción número Uno de Almería y
captados por la Policía Nacional el 16 y el 18 de enero de 2023
ratifican los grandes beneficios obtenidos y el flujo migratorio.
En
las llamadas, dos detenidos diseñan la llegada de embarcaciones
clandestinas y hablan del negocio de un socio cerrado unos meses antes
en Almería. “No digas quién te trajo, no delates a nadie, aquí no es
como en Siria. Los van a subir (llevar a Almería) a todos, el verano
pasado tenía a 270 y los subió a todos. En un mes o dos están todos”. En esa operación ganó un millón de euros.
Otras
informaciones obtenidas durante la investigación esbozan la existencia
de una nómina de 500 sirios en manos de Latifa, distribuidos en diversos
puntos de la ruta el Sudán, Libia y Argelia, listos para emprender la
última parte del viaje. Además, testigos protegidos ofrecieron datos
sobre pisos de la organización en ciudades argelinas como Mostaganem u
Orán, con ‘bolsas’ de hasta 60 personas esperando a un hueco en las
embarcaciones rápidas fletadas desde Almería (vacías).
Las lanchas salían entre Almería y Cabo de Gata, fundamentalmente desde las playas de Torregarcía o El Perdigal, con fácil acceso para vehiculos 4x4 y remolques, surcaban las aguas de Alborán hasta una distancia cercana a la costa argelina, al suroeste de Orán, y solo tomaban tierra cuando los traficantes confirmaban en tierra que los sirios habían sido conducidos desde los bosques y viviendas cercanos sin intromisiones.
Seguimientos
y testimonios recopilados en la denominada Operación Flixita,
desarrollada por la Guardia Civil a finales de 2022, sacaron a la luz
pública la irrupción de traficantes sirios en Almería y denunciaban los
asaltos que los migrantes de aquella estructura criminal sufrían en el
norte de Argelia cuando se dirigían a las playas para embarcar.
"Esperamos escondidos en el bosque para evitar a las bandas", recordó un
migrante en ese caso desvelado por LA VOZ en febrero de 2023.
Las
estadísticas publicadas por la Agencia Europea de Guardia de Fronteras y
Costas (Frontex) no recogen un número de migrantes sirios tan elevado
como el reseñado en la Operación Orontes, aunque las investigaciones
describen un volumen de personas que habrían entrado sin ser detectados y
que duermen en un limbo.
De hecho, entrevistas realizadas
por la UCRIF a víctimas de la red confirman que la red de la traficante
colocó a grupos de hasta 250 personas en aviones cargados en el Aeropuerto Rafik Hariri de Beirut,
todos en las mismas condiciones y con destino intermedio en Bengasi
(Libia). Los datos apuntan a un trafico de miles de personas, también
con salida por el Mediterráneo Central. El drama humanitario se mueve
como vasos comunicantes y está en la orilla. En esta orilla.
Un mercado de personas nacido en 2017
La investigación de los servicios de Inteligencia de España, Alemania y Francia, en colaboración con la Policía Nacional, reconstruyeron los pasos de la mayor red de tráfico de seres humanos desde Siria a Almería. Aunque la ruta argelina explotó de manera notable en el año 2019, Europol cree que la red de Latifa habría explotado a expatriados sirios desde el año 2017. Las informaciones acreditan que Latifa y Amjad se conocían desde su salida de Damasco y que habían alcanzado un acuerdo (al menos un año) para explotar conjuntamente la ruta desde Orán a Almería. Para ello, Amjad habría accedido a establecerse en la provincia, mientras Latifa nutría un flujo constante de ‘clientes’. Por estos viajes llegaban a cobrar hasta 20.000 euros a los migrantes.
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