En Madrid hay una chica de origen almeriense (entre sus antepasados hay alcaldes y diputados, los Orozco) que está de moda: Ha hecho ganar MasterChef Celebrity a Miki Nadal y Lorena Castells. Para la próxima edición ha “educado” en los fogones a otros dos famosos. Es una trabajadora incansable: alumnos conocidos y anónimos, servicios de chef a domicilio, cursos con escuelas de cocina, team building para empresas. Ella agradece todo a sus padres, sin los que dice no estaría donde está.
De chef a domicilio y cursos de cocina a clases particulares, ¿cómo le llegó?
La gente se me metía mucho a la cocina cuando daba servicios de chef a domicilio, me preguntaban cómo hacía las cosas y vi que me encantaba enseñar. He tenido más peticiones como profe de cocina que como chef a domicilio, y ya la cosa se disparó cuando Miki Nadal me contactó, que aluciné.
Debió de quedarse de una pieza.
Sinceramente, venía en el coche de renunciar a una oferta de trabajo que no me había acabado de convencer, me sentía aliviada, y en ese momento vi que me entraba un mensaje por Instagram de Miki Nadal, no me lo creí y pensé que era una cuenta “fake”. Insistió y me pidió hablar, preparar un plan de formación, le encantó y empezamos a trabajar, y a partir de ahí ha sido un in crescendo.
Después, los famosos se han pasado su teléfono y la cosa ha seguido.
Sí, Miki me dijo que tenía un par de amigas interesadas, Lorena Castell me llamó agobiada porque le quedaba una semana para empezar y la verdad es que fenomenal, lo pilla todo y es currante como ella sola, fue súper fácil.
Ha tenido nuevo alumnado para la siguiente edición de MasterChef Celebrity.
Sí, he tenido a Miguel Diosdado y Álvaro Muñoz Escassi, con muy buen feeling los dos. Encantadores, currantes, cada uno a su estilo. Miguel es más nervioso y súper concienzudo, muy involucrado; Álvaro tiene una personalidad más “happy”, pero muy bien los dos.
Usted enseña a famosos y anónimos a cocinar, pero ¿qué le enseñan ellos a usted?
Lo que más me ha dado este tipo de servicios es una paciencia infinita. Antes de entrar en el mundo de la cocina era una persona muy nerviosa e impaciente, he aprendido a esperar, observar los procesos de los demás y eso me ha dado más capacidad de empatía, adaptarme mucho al momento de cada persona y a su momento anímico también.
Hay una vertiente del coaching ahí.
Sí, sobre todo con los Master Chef, porque son formaciones muy intensas. Miguel Diosdado por ejemplo me comentaba que soy casi más coach que profe de cocina por el trabajo que hacía con él de mentalizar, animar, calmar, preparar psicológicamente para cada programa y eso es algo que me gusta mucho.
Es almeriense por parte de madre, ¿hay poso gastronómico almeriense en su forma de cocinar?
Creo que sí. Uno de los mejores recuerdos que tengo es estar con mi abuela en su cocina oliendo y viendo lo que estaba preparando, me apasiona el producto almeriense con unas verduras espectaculares.
¿En la forma de cocinar también?
Ahí tengo un conflicto de mi herencia almeriense con mi trabajo actual porque en mis formaciones cuando no tienes conocimiento de algo sueles ser muy cuadriculado y los alumnos me piden medidas exactas, gramos, cantidades y eso choca bastante con mi formación almeriense de cuna, mi abuela era de “una pizca”, “una miaja” y yo cocino así, rara vez uso con medidas salvo que sea pastelería. Esa influencia tiene su encanto porque lo que sacas es el gusto de cada persona aplicado a un plato, una misma receta puede saber de mil formas diferentes dependiendo de qué persona la haga.
¿Cuál es su plato preferido almeriense?
Las migas, y además tengo verdadero mono de ellas porque la última vez que estuve no tomé porque no llovía y me quedé con las ganas. También las torrijas, las que hacía mi abuela.
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