Esta es la historia de Tonsan Mante quien a sus 30 años se tragó 110 cápsulas de cocaína para saldar una deuda de 10.000€. Sufrió condena en una cárcel de máxima seguridad de Budapest, armado solo con un 18% de su vista, 3 comidas calientes y una hora de aire libre al mes. Durante su encarcelamiento sus familiares no lo visitaron como repulsa, la fe lo liberó. Hoy trabaja en una cooperativa agrícola y no falta a la iglesia.
Mante perdió a su padre cuando era un niño y a los 14 años a su padre. Unos familiares suyos que vivían en Almería lo trajeron hasta aquí y lo adoptaron como su hijo, él era el mayor de 4 hermanos que dejaba en Carungal, Guinea Bissau. “Saber que iba a vivir aquí (Europa) era lo máximo. Mi padre adoptivo, Armando, me recordaba los valores de la familia. Durante la comida me preguntaba qué sentirían mis hermanos, si estaban bien, qué comerían”, dice Mante.
El guineano regresó a ver a su familia cuando tenía 20 años, sus hermanos no lo reconocieron al principio, dice que los sorprendió en su lugar favorito en la casa en medio de la selva y que todos acudieron a recibirlo, estaba tan emocionado por el reencuentro que ni comió aquel día.
Una de las decisiones más dolorosas para Mante fue dejar el atletismo, había ganado campeonatos de Andalucía, pero necesitaba dinero, así que trabajó como operario de una grúa pórtico de los túneles de la línea 3 de Madrid. El hombre regresó a Roquetas para apoyar a su familia adoptiva, su tío Armando, quien fuera su padre en España había fallecido y había dejado niños pequeños.
Cuando tenía 25 años mientras trabajaba en el invernadero su vista se empezó a nublar, el joven pensó que era por el cansancio, pero al día siguiente no mejoró. Las pruebas médicas dieron el resultado; Mante había perdido el 82% de su visión.
Vivir con otros ojos
El protagonista tuvo que aprender a vivir de nuevo y ver con otros ojos. El primer día de trabajo en Decathlon de Vícar el jefe se dio cuenta de su situación y, le aconsejó que pidiera ayuda a sus compañeros porque ellos también iban a necesitar de la ayuda de Mante. Las palabras de apoyo de su superior lo animaron y pronto trazó un mapa mental de dónde estaban los objetos. Los compañeros de trabajo de Mante preferían preguntar al guineano dónde estaban los artículos porque era más rápido que consultar el ordenador. De esta forma pasaron las fatigas de Mante por no poder ver el número de la talla de los zapatos.
En el año 2009, Mante acababa de ser padre e invirtió 10.000€ de su familia en un negocio que salió mal. Para saldar la deuda se tragó 1.100 gramos de cocaína y realizó un trayecto de avión con dos escalas: Lagos y Dubai hasta llegar a su destino Budapest donde lo arrestaron en un apartamento en la ciudad húngara. La policía de Hungría en su web añade un vídeo con la detención del protagonista. En las imágenes se ven las manos de Mante esposadas y sujetando una pequeña mochila, el único equipaje con el que viajaba.
“Estuve en tres prisiones diferentes de máxima seguridad de Budapest. Durante los primeros 17 meses solo tenía acceso a tres duchas a la semana, tres cenas calientes a la semana, 1 hora de patio techado al día para caminar, veía el sol por una ventana y, una vez al mes salía al patio donde veía el cielo. Mi familia jamás vino a visitarme porque cogí su dinero”, dice Mante.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó a Hungría en el año 2015 por el trato inhumano de los presos hacinados en las cárceles. Tonsan estaba agradecido de no haber dormido nunca con más de 8 reclusos. La FIFA sancionó a este país por los cánticos racistas a los jugadores ingleses durante el mundial de Qatar. Además las personas LGTBIQ+ se enfrentan a desafíos legales y, las mujeres antes de abortar son obligadas a escuchar el latido del corazón del feto.
¿La cárcel cambió tu vida?
Mi vida cambió en la prisión. No te dan clases, no puedes aprender, no es un lugar para reeducar o restaurar a una persona. La única visita que recibí durante la estancia fue de un veterano de la guerra de Vietnam, Pole Mehan, me dijo que si leía la biblia Dios me iba a salvar. El hombre para entrar allí había tenido que atravesar varias puertas, desnudarse e incluso agacharse para comprobar que no llevaba nada en absoluto.
Mi condena por tráfico de drogas, blanqueo de dinero y delito contra la salud pública se estimaba entre 12 y 25 años. No esperaba que me pusieran en libertad, pero leer la Biblia me liberó de las cadenas. Dios es el mejor arquitecto para un hombre que empieza de cero y se reconstruye.
Su última etapa del Via Crucis fue en el aeropuerto de Budapest donde pasó mes y medio en deportaciones antes de volver a Málaga. La última humillación de despedida fue llevarlo a sacar dinero esposado a un centro comercial. “Es un país donde hay pocos negros y los negros son señalados, pero yo ya me sentía libre, no podían castigarme”, dijo el guineano.
¿Tonsan cuánto valía tu vida en ese trayecto?
No es mucho dinero y, aunque lo fuera la vida es preciosa, valiosa y muy importante, más que el dinero que uno pueda llevar en un trayecto. Se cobra por los gramos y yo llevaba 1kg y 100gr, saldría como 5500€ más o menos.
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