Un ingeniero almeriense entra en el ‘olimpo’ espacial americano

Hijo de un otorrino de Pescadería, compitió hace años con Pedro Duque para ser astronauta

Antonio Abad nació en la Plaza Granero de Almería en 1963.
Antonio Abad nació en la Plaza Granero de Almería en 1963.
Manuel León
23:03 • 02 oct. 2023

El ingeniero Antonio Abad Martín (Almería, 1963) ha sido elegido miembro del Instituto de Aeronáutica y Astronáutica Norteamericano (AIAA), una sociedad profesional para el campo de la ingeniería aeroespacial. La AIAA es el representante de los Estados Unidos en la Federación Astronáutica Internacional y el Consejo Internacional de Ciencias Aeronáuticas. El organismo ha comunicado a Abad que “le concede esta distinción como persona que ha hecho notables contribuciones a la tecnología aeronáutica”. Solo entra un miembro por año entre 150 aspirantes seleccionados para ser becados. En la actualidad, solo cuatro españoles más forman parte de este selecto club. 



Abad se ha posicionado también desde hace unos años como director Técnico y de Operaciones de Hispasat en un hombre clave en el desarrollo de los satélites en España y Europa. 



El almeriense, ingeniero aeronáutico, entró en la compañía en 1991, justo cuando la empresa estaba empezando a rodar y ahora tiene ante sí toda la responsabilidad en definir estructuras espaciales y terrestres para dar servicio avanzado de telecomunicaciones. “Tenemos mucho futuro por delante, mucho trabajo por hacer para mejorar la vida y la conectividad de las personas”, expresa Abad desde su despacho madrileño en la sede social de Alcobendas, que comparte con otro en el centro de control en Arganda del Rey, desde donde el espacio interestelar se le muestra en toda su dimensión.



Abad es uno de los hombres claves en el desarrollo de satélites en nuestro país. Pero antes de mirar al cielo, Antonio tocó el suelo en la almeriense plaza Granero. Allí correteó este hijo de otro Antonio Abad, médico otorrino de la Casa del Mar en Pescadería. Y allí se fue aplicando en los estudios, junto al olor de los barriles de vino de la Bodega Montenegro y los partidos de pelota en la Plaza de la Catedral.



 Quizá para expiar culpas por tanto balonazo a las columnas de Juan de Orea, Antonio se apuntó de monaguillo con don Juan López Martín, aunque dimitió pronto del cargo cuando la familia cambió de barrio y se fue a vivir a la calle Méndez Núñez. En La Salle fue uno de los alumnos más brillantes en matemáticas. Allí recuerda sobre todo como profesores a Emilio Albacete, que impartía química y el Hermano Domingo que daba historia, “que nos dio un ejemplo de tolerancia en plena Transición”. Se fue a Madrid a estudiar Aeronáutica y llegó a ser candidato a astronauta en la selección que ganó el actual ministro Pedro Duque. “Tengo buena relación con él, a pesar de todo”, apostilla. 



Empezó a trabajar en Telefónica y desarrolló un sistema de seguimiento de satélites para la Agencia Espacial Europea, pero se desencantó cuando vio que solo iba a ser una demo sin aplicación.  Por eso, vio que había encontrado su sitió cuando ingresó en Hispasat para poner en la práctica su sueño de hacer del satélite una herramienta popular.  Regresa a Almería los veranos, aunque pertenece a una minipeña almeriense junto a sus amigos y paisanos Octavio López Lafuente y José Manuel Delgado.






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