Con motivo del pasado 15 de octubre, Día Mundial de Concienciación sobre la muerte Gestacional, Perinatal y Neonatal, dedico estas letras a la Ginecóloga que nos dio luz a la Vida:
Hay momentos en la vida en los que la oscuridad se cierne a nuestro alrededor en ese temido y gélido abrazo que tarde o temprano terminamos conociendo todos. Cuando estamos sumidos en esa oscuridad no hay lugar en nuestro corazón para la esperanza. Sin embargo, hay personas que tienen el don de abrir grietas en esa bóveda de oscuridad y ofrecer un tímido rayo de luz capaz de salvar vidas.
Uno de esos rayos de luz es Noemi Bedmar, la ginecóloga que tuvo que poner en palabras el motivo por el que mi hijo Mateo no llegó a nacer con vida. Explicarle a una madre por qué su bebé de treinta y seis semanas ha perdido el latido de su corazón es un trabajo que nadie debería tener que hacer. Ese momento de oír la autopsia, en el que sabía que nada podía cambiar, y devolverme a mi hijo ya no era posible. Pero la vida lo incluye, y personas como ella cargan sobre sus hombros con la difícil tarea de sembrar esperanza donde sólo hay oscuridad.
Y eso es lo que hizo la doctora Bedmar, y lo hizo tan bien que esa pequeña y diminuta semilla prendió en mí en la forma de otro embarazo y de una nueva vida. Es fácil imaginar la inseguridad y el miedo que puede llegar a sentir una mujer embarazada por segunda vez a la luz de la experiencia de un final tan trágico en su primer embarazo. Esa era yo, una montaña rusa de nervios, inseguridades y temores que Noemí supo bajar con mucho tacto y profesionalidad para llevar a buen puerto esta segunda oportunidad. Y la vida se abre camino, y mi hija Luna que es hija de la vida, fue recibida al nacer por unas manos bondadosas, que le dieron la bienvenida al mundo. Gracias a esas manos que recogen la vida, a esos brazos que abrazan, y a ese corazón humano que late y siente, para poder sostenernos y llevarnos por el camino de la esperanza, al destino del amor de mi bebé Arcoiris.
Sé que personas como la doctora Bedmar hacen que podamos confiar en el futuro y encomendarnos a él con mayor confianza. Gracias por tu trabajo en el Materno Infantil de Almería, y la Clínica Alborán, gracias a ti y a las personas con las que trabajas, porque encarnáis lo mejor de esta ciudad.
Gracias por trabajar así desde el anonimato y, permitidme que os saque de él, aunque sea brevemente, para poner nombre a esos Milagros que ocurren constantemente y de los que normalmente no somos conscientes.
Con gratitud y cariño,
Mateo, Luna y Nuria Hidalgo Asensio.
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