El año que cerraron el Cañarete

En noviembre de 1973 cerraron totalmente el tráfico de la Nacional 340 durante 40 días

Tramo de la Carretera Nacional 340 junto al complejo Bayyana a comienzos de los años 70. La gasolinera y el restaurante se abrieron en marzo de 197
Tramo de la Carretera Nacional 340 junto al complejo Bayyana a comienzos de los años 70. La gasolinera y el restaurante se abrieron en marzo de 197 La Voz
Eduardo de Vicente
20:32 • 05 nov. 2023

El uno de noviembre de 1973, hace ya medio siglo, los almerienses nos despertamos con una buena noticia que traía el periódico: por fin, el enlace directo por teléfono con Sevilla era una realidad. Ese día, los abonados de la capital y de Roquetas de Mar pudieron marcar directamente desde sus casas los números de Sevilla anteponiendo el prefijo 954. De esta forma, Almería quedaba comunicada sin necesidad de tener que pasar por una centralita con ocho capitales de España: Madrid, Granada, Málaga, Murcia, Cáceres, Ciudad Real, Guadalajara y Sevilla, por lo que ‘solo’ nos quedaban ya cuarenta y un enlaces para estar conectados con todas las redes provinciales que había en el país, que entonces eran cincuenta.



Una vez que estuvimos conectados con Sevilla, las autoridades locales y Telefónica se marcaron como objetivo inminente tener también hilo directo con Barcelona ya que eran muchas las quejas que llegaban a diario a la compañía de esos miles de almerienses que tenían familiares en Barcelona y no disponían del servicio para comunicarse con ellos directamente sin pasar por la incomodidad y la pérdida de tiempo que suponía marcar primer el número de la centralita.



En aquellos primeros días de noviembre del año 73 nos encontramos también con algunas sorpresas desagradables, entre ellas, el corte de la complicada y polémica carretera del Cañarete que nos comunicaba con Aguadulce. Las fuertes lluvias que habían caído semanas atrás habían dejado maltrecho el camino y los desprendimientos de piedras y el peligro de las rocas aconsejaban cerrarlo para poder llevar a cabo las obras que eran necesarias  con el fin de evitar los peligros y de paso terminar con algunas de las mejoras que se estaban realizando en la carretera. Los almerienses ya estaban acostumbrados entonces a que cada dos por tres se cortara la carretera de Aguadulce, pero esta vez el problema fue más grave y el corte fue de los que pasan a la historia. Desde el 12 de noviembre al 22 de diciembre, es decir, durante cuarenta días, los conductores se quedaron sin la vía principal que nos unía a los pueblos del poniente. 



La decisión no solo afectó a los usuarios de la carretera, sino que fue un duro golpe para los empresarios que tenían allí sus negocios, especialmente para el complejo Bayyana, que con su moderna estación de servicio de primera categoría, con su correspondiente gasolinera y su restaurante de tres tenedores, se quedó en fuera de juego cuando cortaron el tráfico, que era su fuente de vida.



Aquel mes de noviembre de 1973 la provincia seguía recuperándose lentamente de los trágicos efectos que habían producido las inundaciones. La emisora local de Radio Juventud, que en aquel tiempo era de las más populares, llegó a organizar un festival en el patio del colegio de la Salle para recaudar fondos y ayudar a los damnificados.



Noviembre nos trajo también la noticia del inminente cierre de Almacenes El Águila después de sesenta años de relación con la ciudad y la ilusión del sorteo extraordinario que el Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Almería organizaba con motivo del día universal del ahorro. Hace cincuenta años ahorrar era un objetivo colectivo, un acto de fe en la mayoría de las familias almerienses, que gracias a esa capacidad de ir guardando mes a mes, peseta a peseta, para alimentar su cartilla, pudieron ir haciendo frente a los grandes retos que se iban presentando: la carrera del hijo en Granada, el sueño del coche nuevo o la primera letra de ese piso nuevo que tanta falta hacía para que los niños pudieran tener cada uno su dormitorio.



Aquel mes de noviembre del año 73 todavía había quienes se resistían a aceptar que los tiempos estaban cambiando vertiginosamente y seguían reuniéndose en la Cruz de los Caídos para recordar a José Antonio Primo de Rivera. Los de la Vieja Guardia organizaban un rosario a las siete de la mañana al que cada año acudía menos gente.




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