Adiós a un histórico símbolo de La Cañada frente al mar

Durante el pasado jueves el temporal que azotó sobre buena parte de la provincia almeriense dejó a su paso imágenes en la capital de grandes ramas caídas en parques y calles, árboles y contenedores tumbados e incluso el desprendimiento de parte de un muro junto a un residencial de la Vega de Acá. Los fuertes vientos no tuvieron piedad tampoco de las palmeras, como las que cayeron en plena Avenida Cabo de Gata, en la Rambla, en El Toyo, en calle Bilbao o la que se tuvo que cortar en el Paseo Marítimo. Pero hubo una cuya rotura ha entristecido a todo un barrio almeriense.

Desde tiempos inmemoriales permaneció frente al mar, con unas privilegiadas vistas al Cabo de Gata, convirtiéndose en todo un icono para los vecinos de La Cañada que hace medio siglo bajaban por el camino de los Chacones, en la vieja Vega de Allá, hasta una playa que desapareció con el paso de los años debido a la erosión. Allí, entre los terrenos de los cortijos Trafariño y Algaidas, esta palmera fue punto de encuentro de grupos de amigos, parada de descanso a la sombra para los bañistas cuando la orilla quedaba mucho más lejos que ahora.

Cuando era día para ir a la playa, los críos se iban con la comida en la boca para no perder tiempo y llegar los primeros para instalarse bajo su cotizada sombra. Y como recuerdan estos días en redes sociales los que se daban esas caminatas desde los cortijos hasta la costa, allá por los 60, era un bien de interés natural, puesto que fue la más próxima al mar que existió durante décadas en el litoral capitalino almeriense. Su pérdida ha despertado entrañables recuerdos de infancia y juventud a numerosos cañaeros y cañaeras.

No se conocen datos claros de los años que podía llevar ahí esta palmera pero fue testigo del nacimiento, unos pocos cientos de metros más hacia el Cabo de Gata, del barrio de Costacabana, de los primeros vuelos del Aeropuerto de Almería y del germen y el posterior desarrollo de la Universidad de Almería, desde donde ha sido fotografiada millones de veces por estudiantes mientras esperaban al autobús.

Formó parte del skyline previo a la llegada a la rotonda de entrada a la UAL por la carretera A-3202, la de la costa, junto a la que ha sobrevivido como fiel compañera de pescadores o de parejas que buscaban de madrugada un sitio idílico y tranquilo para dar rienda suelta a su romance. Sus palmas saludaban a ciclistas y caminantes a los que el Paseo Marítimo se les quedaba corto. También a conductores para los que esta palmera era un punto de referencia, pero los que más la echarán de menos serán los habitantes de La Cañada que tuvieron el privilegio de vivir aquella época en la que su barrio tenía una gran playa de la que ya, con la pérdida de esta palmera, no queda nada.