Los servicios técnicos de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) se ha puesto a echar cuentas de lo que depara un futuro en el que el cambio climático se erige como uno de los grandes protagonistas, con un papel estelar.
El estudio que ayer se presentaba en la Delegación del Gobierno andaluz en Almería aporta datos más que suficientes como para tomarse definitivamente en serio una situación que se va agravando año tras año y que tiene soluciones, sí, pero que no permiten demorar las actuaciones ni las inversiones precisas para tratar de frenar los efectos del calentamiento global.
A las puertas
Una de las primeras reflexiones que ayer trasladaba el secretario general de Coag, Miguel Padilla, es que el cambio climático no se puede considerar una entelequia porque “ya está de hecho aquí”. Lo demuestra el que en estos últimos años se registra ya una merma en la producción agraria que está entre el 6 y el 8 por ciento “y esto no es un cálculo sino una realidad”.
El informe de la organización agraria, que se apoya en los resultados de investigaciones desarrolladas tanto por sus servicios técnicos como por otros centros de estudios, señala que en el periodo comprendido entre 2023 y 2030 los efectos del cambio climático provocarán unas pérdidas en el campo almeriense que se han valorado en 1.288 millones de euros.
Un dato que podría ir en aumento en el caso de que no se adopten medidas para mitigarlo porque ese 6 por ciento es la merma productiva que se producirá cada año hasta 2030 y porque los mayores problemas irán asociados al incremento del estrés hídrico en los cultivos por el aumento de la evapotranspiración asociada al aumento de temperaturas y descenso de las lluvias.
Temperaturas al alza
Y señala el estudio que todo puede ir a peor si fracasan las medidas para frenar ese cambio porque un aumento de las temperaturas en 1,5 grados implicará una reducción del caudal de agua en un 12 por ciento en comparación con el periodo de referencia 1961-2000. Si ese aumento llega a los dos grados, una subida nada descabellada al ritmo actual, el descenso de los recursos hídricos disponibles estará por encima del 15 por ciento.
Las amenazas están a la vista y de hecho ya se están registrando anomalías de consideración en numerosos cultivos. Como señalaba Miguel Padilla los periodos de sequía cada vez son más frecuentes y más largos, hasta un diez por ciento superiores a los que se registraban con anterioridad.
El secretario provincial de Coag, Andrés Góngora, señalaba que la escasez de precipitaciones y los problemas de abastecimiento serán determinantes en áreas tradicionalmente agrarias, en especial las de la Sierra de Los Filabres, de La Estancia, Sierra Alhamilla o la comarca de Los Vélez, donde abundan los cultivos de secano.
“Pero no sólo son los cultivos, porque las consecuencias pueden ser dramáticas para la sociedad rural al completo con la despoblación del territorio y un envejecimiento de la población dedicada a la agricultura que en la actualidad, en el interior, ya tiene una edad media de sesenta años”.
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