“El poder debe ser representado. Hay dramaturgia, ficciones y emociones”

Entrevista a Elías Palmero Villegas

Elías Palmero Villegas.
Elías Palmero Villegas. La Voz
Juan Antonio Cortés
19:20 • 17 dic. 2023

Con Alférez, Piquico, Zamora y otros cuantos rodilleó en El Ejido de los 60. Gestor cultural y jefe de Protocolo de la Diputación durante décadas, al jubilado Elías Palmero Villegas (1956) le viene chico el siglo. Licenciado en Bellas Artes. Fumador. Culto conversador. Actor desde el IES Santo Domingo. Un perro: Hipi. Pasa la tarde en una tertulia cafetera de Villablanca. Elegante, bohemio. Un ilustrado. Escucha sin mirar el móvil. De otro tiempo.



Yo veo gigantes, pero soy muy de Sancho. De qué siglo soy.



Eso le pasa por dedicarse al periodismo. Le cuesta mucho integrar lo elevado y lo cotidiano, ¿verdad? Ese sentimiento es universal y ahistórico.



Elías ve gigantes o molinos.



A esta edad, molinos; pero sin la idea de que pudieran ser gigantes la vida no tendría gracia.



Enjuto, alto, gran lector. Le da un aire a aquel Quijano.



Me lo dicen mucho. Es una percepción metonímica. No se confunda: me formé en el Siglo de las Luces “atreviéndome a saber”.



Fuenteovejuna o La vida es sueño.

No me lo ponga tan difícil: La dignidad y el honor frente al poder, en el primer caso, y el mono humano encerrado que aspira a las libertades del mundo. Con gestos de mono interpretaba a Segismundo el actor José Luis Gómez allá por los 70.


Por qué se enamoró Hamlet de El Ejido. 50 años de amor.

El teatro es una experiencia compartida de ficción y emociones, un lenguaje muy distinto que el cine y la televisión no te pueden trasladar. El secreto, las buenas programaciones.


El invernadero creció a la par que el teatro. Paradoja.

Ese es un prejuicio provinciano y capitalino. Fue una auténtica simbiosis. Roquetas también tiene un excelente calendario cultural y deportivo. Se trata de políticas culturales y nada más.


Mili en Granada. No le veo con fusil.

Era un juego casi de niños que compartí con Juan Carlos Arroyo (Faemino, de los Faemino y Cansado). Me castigaban a limpiar los lavabos de la Compañía y los dejaba como patenas. El Capitán lo entendía como una ironía… Y es que, claro, no se habían limpiado desde 40 años atrás. Hacer las cosas bien puede llegar a crearte enemigos, doy fe.


1986. Diputación. Media vida.

En la provincia estaba todo por hacer y el Palacio empezó a cumplir muy bien con su función subsidiaria dejando atrás las “beneficencias”. Me siento muy orgulloso de haber trabajado para Corporaciones tan distintas. Y conservo allí grandes amigos.


¿Qué hace un intérprete liderando el Protocolo de la Diputación?

Me lo he preguntado hasta yo muchas veces. Descubrí que en una sociedad democrática el poder también debe ser “representado” conforme a leyes y normas, espacios y símbolos que lo justifican. Ahí también hay dramaturgia, ficciones y emociones.


¿Sabe más por lo que calla?

Sí, pero ya no importa, aunque con la edad te es más fácil pensar en voz alta.


¿Por qué los presidentes confiaron en usted?

No del todo. Desde muy pronto aprendí a decirle a los jefes la verdad -aunque no les gustara- al objeto de que pudieran adoptar las mejores decisiones. El territorio de la verdad / es claramente pequeño, estrecho /como una senda en un precipicio, dice el escritor polaco Adam Zagajewski, Premio Princesa de Asturias de las letras en 1917.


En el Patio de Luces ha organizado grandes muestras. Escoja una.

La reunión de la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo en al año 1988. Un gesto de llevar a la “periferia de la periferia” las instituciones de la UE. Una gestión espléndida del lamentablemente fallecido Hermelindo Castro. Dejamos a los funcionarios belgas anonadados.


Museo Nacional del Realismo Contemporáneo. Antonio López. A qué suena.

Gran proyecto en manos de los mejores técnicos que pueden llevarlo. Suerte. Pero su éxito dependerá en gran parte de las políticas culturales de la ciudad, sin duda, no del propio museo.


Tiene un perro muy educado. ¿Sabe protocolo?

Tiene sus normas en el ADN. “Chimpancé más protocolo, igual a hombre”, leí de Juan Luis Arsuaga, director de las excavaciones de Atapuerca. Los animales conocen muy bien las razones de su lugar en la manada… (risas).


En casa hablamos con los perros. Y contestan. Muy cuerdos no estamos…

Todo lo contrario. Si el camarero tarda, mi perro se coloca en la puerta de la cafetería para indicarle que “ya estamos aquí para desayunar”. El mío habla idiomas: mi asistenta dice que se entiende con él perfectamente en rumano. Hable con su perro, es terapéutico: dicen los médicos.


Con quién no se tomaría un café.

Un café no se le niega a nadie, ni a los enemigos. Con el café se habla.


¿Ha pensado escribir algo con los personajes de los Libros de firmas de Honor?

Me lo pide la gente cotilla. Las firmas de las autoridades forman parte de la habitual retórica institucional. Las de los cineastas y artistas costaban mucho dinero, soportar muchas manías y, en general, me producían mucha pena.


Ha dicho que la luz es el mejor medio para hablar con Dios.

¿Yo? No, no. Eso lo escuchó usted de mí poniendo la parabólica mientras yo hablaba con una amiga sobre estética medieval en una terraza de verano. Le impactó, ¿eh? No son más que las teorías neoplatónicas sobre la percepción.


Apura un libro sobre protocolo para los pueblos. Protocolo. No marketing.

La actividad institucional de un pequeño municipio es tan seria y respetuosa como la de cualquier ente o administración del Estado. El marketing es propio de las empresas. Las administraciones públicas informan; los políticos, relatan.


Tiene su tertulia cafetera. De qué hablan.

De todo un poco. Predomina la salud, las enfermedades, los amores que se gastan con el tiempo, los divorcios, el futuro de los jóvenes, la política y, por supuesto, de lo mal que sigue la Seguridad Social…


El titular de su vida.

Discúlpeme … me saldrían epitafios y todo eso me da grima.


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