El día que nació la Náutica Ginés Alonso

Cayeron 100 litros en diez minutos y la borraron del mapa

Todo se derrumbó
Todo se derrumbó

Tony Fernández

Tony Fernández
08:04 • 25 dic. 2023

Cada año nos vemos para celebrar la Navidad y hablamos de todo menos de aquel día en el que todos volvimos a nacer. Ginés Alonso Pérez lleva toda la vida trabajando y ahora jubilado se da una vuelta por el negocio que ha cambiado enormemente de la mano de su hija Rocío y su yerno Sergio, que es un fuera de serie. Nunca charlamos de aquel día pero hoy toca recordar todo lo que hicimos bien en aquel tiempo.



Como tantas cosas en la vida la inundación llegó cuando la empresa iba viento en popa y su plantilla identificada con el jefe remaba por aguas tranquilas. Nos quedamos ‘desnudos’, sin nada. Empezamos de cero y el seguro no pagó lo que se perdió. Puedo dar fe de ello porque llevé personalmente las gestiones.



El día



Los que trabajan y trabajaron con Ginés no han mantenido con él una relación de jefe-empleado. Se trata de una empresa familiar con las distancias muy cortas. Aquel día llegó Ginés en su Ford verde y lo aparcó en la puerta. Peor suerte llevaron Juan y Miguel que lo dejaron en la rampa por donde luego pasaría un río enorme.



En la oficina mi querido Jesús Pérez ‘Perito’ (q.e.p.d.) y yo. José Muñoz que echaba una mano ya se había marchado. El cielo se puso negro y encendimos la luz. Comenzó a llover sin parar. Ginés, en la puerta, y Miguel, salió para reparar en el Club de Mar y solo Juan quedaba en el taller.



De pronto un estruendo nos hizo salir hacia el pasillo y vimos cómo el barco que estaba en reparación en el taller salía flotando por la puerta. Y los barcos nuevos, y los motores. El agua entró en la oficina y se llevó el ordenador, la caja, el repuesto... Todo.



Jesús y yo agarrados a la viga del techo con el agua a la altura del pecho gritando el nombre de Juan, que no aparecía. Aquello no paraba y cuando estábamos desesperados le vimos agarrado a la pared. Estaba vivo. De Ginés no sabíamos nada. Cuando aquello paró le vimos entrar por la puerta con los ojos rojos... Lo había perdido todo.



Todo.




La plantilla

Cuando vi mi coche en la puerta del Bar La Barraquilla cubierto de barro me quería morir, pero lo importante es que todos estábamos vivos y nos pusimos a limpiar la nave. No vino nadie para preguntar por nosotros. Nadie. Pero yo era ya redactor de LA VOZ de Almería y llamé a Antonio Lao para que mandara un redactor y un fotógrafo. Allí estaba en un par de horas y nos vio rotos, pero fuertes porque nos iba la vida.


Ginés no era nuestro jefe, era mucho más que eso y se dio perfecta cuenta de que tenía soldados a su cargo. Nos quedamos sin nada. Un montón de chatarra que eran los motores y los barcos rotos en su mayoría. Ese día nos fuimos a casa pasadas las doce de la noche y si comimos ni me acuerdo. Porque al día siguiente Ginés Alonso Pérez abrió su negocio y nosotros con él.


El perito

La empresa iba viento en popa y teníamos seguros de todo. La cuenta del banco estaba bien -gracias a Dios- y los bancos nos prestaban dinero. Ginés y yo valoramos las pérdidas en 50 millones de pesetas. Vino Paco Gil que era el rey de los seguros y nos mandó un perito de Huelva que se llamaba Salvador.


Lo primero que me pidió fue la póliza del seguro y una serie de datos de la última declaración del IVA o de Hacienda. Estábamos tomando café en La Barraquilla y casi me ahogo. Le dije que no teníamos nada, que se lo llevó todo la famosa Gota Fría con los 100 litros por metro cuadrado. Estuvimos una semana de papeleos y no hubo forma de llegar a los 50 millones. Pero conseguimos un préstamo ‘apañao’ y volvimos a ponernos entre los mejores de España con VOLVO PENTA y vendiendo barcos como rosquillas.


Todos nos levantamos y salimos adelante. Aquel golpe nos hizo más fuertes y sacó lo mejor de cada uno de nosotros en la empresa.


Ginés

Al verano siguiente me llegó una oferta de la Radio que no podía rechazar. Me consta que a Ginés le hizo daño mi salida porque había dejado en mis manos muchas responsabilidades. Aguanté todo lo que pude y dejé a Jesús todas mis competencias, pero yo sabía que a Ginés no le iba a gustar. Yo era el que menos tiempo llevaba, pero me quería como al más viejo. Y nos despedimos de ‘morros’ porque no era el momento. La culpa fue mía. Ginés sabía que yo no le cambiaría por otra empresa salvo que fuera una Radio.


Pasaron un par de años y como era más lo que nos unía que lo que nos separaba le llamé y volví por allí. Esa siempre va a ser mi casa y Ginés un hermano mayor. Todos los años me prepara mi caja de arenques (que es lo que más me gusta), la mojama, el atún, la pintaroja... y echamos un café oliendo a mar como toda la vida.


En buenas manos

Hoy como antes a la hora de comprarse el almeriense un barco busca a Ginés Alonso. Tiene palabra y te dice la verdad. No te confunde, te ayuda y aciertas. Pero los tiempos pasan y Ginés ha sabido evolucionar con ellos y, su hija Rocío con su marido Sergio le han dado un plus a la empresa sin precedentes.


Hoy aquella Naútica de Ginés Alonso que saltó por los aires por culpa de la Gota Fría es una empresa consolidada que no ha perdido el aroma familiar y la cercanía con todos los que le rodean.


Volveremos a echar un café en la próxima Navidad y me contará cómo va el negocio, pero no hablaremos de aquel fatídico día del 89.


Ginés Alonso ya era el rey de la náutica en aquel 1989.



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