Juan Antonio Cortés
21:47 • 15 ene. 2024
Su alimento es el agua; su retiro, la vega de Íllar; su ídolo, Phelps; su gran valor, la constancia; su sueño, que el deporte sea su viaje. Es el palmarés de un atleta gigante que se tiró al agua con ocho años gracias al colectivo almeriense A toda Vela y que, con apenas nueve, ya había ganado un europeo. Esto es, hizo lo mismo que las gentes del Sáhara hace 4.500 años (Cueva de los nadadores, Egipto). Igual que los babilonios. Y los asirios. Y los del Nilo. O los del Tíber.
No, no compite Carlos Tejada por el Zeus griego, y sí por honor y por honra. Ya lo dijo Platón: “(...) no como otros, que no saben nadar ni leer”. Es nuestro Ulises. Un odiseo con casi 400 laureles: una decena de medallas internacionales, 150 nacionales, medio centenar regionales y más de un centenar de placas en abiertos y travesías en aguas mediterráneas.
El nadador almeriense Carlos Tejada, que compite en el deporte adaptado (Club Natación Almería y, hoy, Club Deportivo Depoadap) y convencional (Club Bahía de Almería), fue el primer andaluz que alcanzó una medalla en competiciones normalizadas. Dos hitos: Medalla de Bronce de la Real Orden al Mérito Deportivo (2022) y Medalla de Oro en los 1.500 metros libres del Europeo de Lugano.
Isa, Inma, Roberto, Lluc, Alfonso, Casimiro, Andrés. Detrás de un poderoso campeón –más de 350 medallas desde 1997- se esconden prominentes entrenadores anónimos. Esto es: apoyos. Los que le sobran de sus padres: héroes de lo cotidiano, taxistas sin sueldo, buscadores de quimeras. Tejada tiene un 65 por ciento de discapacidad intelectual (DI), pero quién discute que el resto de sus capacidades son superiores a la media. Una, muy primera: la de mejorar la vida de quienes tiene al lado con el despliegue de una sonrisa natural y contagiosa. Y una más: la generosidad de su esfuerzo diario.
Con los Tejada, padre e hijo, hemos quedado para echar un rato. Hoy no están en Íllar, Carlos nada cuatro horas como si nada y José Carlos reza por que el tren no le de más disgustos.
(Al padre). ¿Lo vuestro por Carlos es una locura de amor?
De amor infinito y más allá.
(Al hijo). ¿Tienes alguna queja confesable sobre tu padre?
Pues que quizás siempre me ha tutelado en lo deportivo, pero era por mi bien.
(Al padre). Anda que no has dado viajes para llevar a nadar a Carlos...
Pues imagínate en los 21 años que lleva en la natación los miles de kilómetros que hemos realizado...
(Al hijo). ¿Cuántas veces le has dicho “gracias” a tus padres por estar ahí?
Muchas, les tengo mucho cariño.
(Al padre). Lo de nadar 3 o 4 horas diarias es muy friqui.
Es más bien muy duro y Carlos ha superado todas las barreras para llegar a ser un nadador de alto nivel.
(Al hijo). ¿En qué piensas cuando te fallan las fuerzas?
En hacer la prueba bien y esforzándome hasta llegar a tocar la placa de llegada.
(Al padre). ¿A qué querías que se dedicara Carlos de mayor?
Pues a ser funcionario público, como yo, y casi lo ha conseguido.
(Al hijo). ¿Qué deseabas ser de adulto cuando eras niño?
Ser un nadador paraolímpico.
(Al padre). 1997. 8 años. Piscina sindical. ¿Cómo era aquel crío?
Pues un pececillo que empezaba a dar sus primeras brazadas y al que le encantaba el agua.
(Al hijo). 1998. Primera medalla europea. ¿Te lo creías?
Pues no, fue una inmensa alegría el conseguirla. No me lo podía creer.
(Al padre). ¿Por qué no fue a Londres 2012?
El Comité Español lo preseleccionó y finalmente se quedó fuera. Aún estamos esperando una respuesta porque mínima tenía.
(Al hijo). 2012. Londres. Los juegos que no pudieron ser.
Me llegué a probar el traje de la selección pero, aunque con mínima, los presidentes paraolímpicos no defendieron mis derechos como nadador.
(Al padre). ¿Qué te aporta la huerta de Íllar?
El trabajo en el huerto me encanta. Ver crecer las plantas y cuidarlas es una gozada.
(Al hijo). Íllar es el pueblo de tu madre. Has sido hasta pregonero.
Para mí Íllar es un pueblo muy querido y me quiere mucha gente. Me han hecho muchos actos de reconocimiento, incluido su escudo de oro.
(Al padre). ¿Qué valor subrayas de Carlos?
Su bondad, su cariño y su eterna sonrisa.
(Al hijo). ¿Qué le dices a esos ninis que no quieren ni estudiar ni trabajar ni hacer nada?
Que se activen y practiquen deporte.
(Al padre). Tu hijo es una sonrisa que nada. ¿Viene de serie?
Buena pregunta. Pues no sé. Lo que sí sé es que la sonrisa de Carlos es especial.
(Al hijo). Jamás se te ve enfadado. ¿Vaso medio lleno o medio vacío?
Siempre, vaso lleno. Intento ser positivo en mi vida.
(Al padre). ¿Cuánta gente ha dudado de la capacidad de Carlos por tener discapacidad intelectual?
Pues en sus inicios algunas personas dudaban que pudiera nadar los 400 libres. En el 2010 logró el campeonato de Europa en los 1.500 metros.
(Al hijo). Más de 350 medallas. ¿Washapeas con tus entrenadores de siempre?
De vez en cuando nos llamamos por teléfono y nos ponemos al día.
(Al padre). ¿Le han hecho falta a Carlos muchos sermones?
Pues la verdad es que muy pocos. Siempre ha sido muy responsable.
(Al hijo). ¿Qué consejo has seguido a rajatabla de tu padre?
De ser responsable y respetuoso con los demás.
(Al padre). Sindicalista puro. ¿Vamos hacia una distopía? ¿Crees aún en una sociedad de iguales?
Suspendemos la asignatura de la igualdad. Creo que entre todos, y los partidos políticos los primeros, tenemos que construir una sociedad más justa, solidaria e igualitaria.
(Al hijo). ¿Qué te asusta de la sociedad actual?
Pues las guerras. Las personas que están muriendo. La falta de integración de las personas con discapacidad en la sociedad.
(Al padre). ¿Cuál es tu mayor pasatiempo en las 6 horas y media de tren hacia Madrid?
Me encanta ver desde la ventanilla los paisajes, leer un par de periódicos y la visita obligada a la cafetería.
(Al hijo). ¿Te ha prometido tu padre un viaje a Madrid en AVE?
Cuando llegue, seguro que sacará billetes para toda la familia.
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