Los tiempos cambian y a la par va cambiando la sociedad. Las tendencias son diferentes cada año y las modas se hacen notar en cualquier ámbito de la vida, tanto es así que incluso las preferencias por desempeñar una u otra profesión van cambiando.
Hace unos años, cuando se le preguntaba a un niño o a una niña lo que quería ser de mayor, no faltaban respuestas como: electricista, peluquero o peluquera, albañil, fontanero o fontanera, carpintero o carpintera, futbolista o policía, por lo que parecía que las necesidades de la sociedad del futuro iban a estar perfectamente cubiertas.
No obstante, desde hace algunos años en ciertas de estas profesiones- consideradas como tradicionales- como la carpintería, la fontanería o la eléctrica, se ha empezado a notar una merma en cuanto al relevo generacional. Son cada vez menos los jóvenes que se interesan por desempeñar este tipo de profesiones que son tan necesarias en el día a día.
"En general la apatía hacia estos trabajos ha aumentado", cuenta Alejandro Sánchez Estévez, un electricista de El Ejido, hecho al que atribuye que además no haber profesionales, tampoco hay aprendices.
Pese a que sean cada vez más los centros de educación los que ofertan grados de Formación Profesional relacionados con este tipo de oficios, según el parecer del electricista son muchos los alumnos que inician la formación pero son pocos los que persisten hasta el final. "Muchos de los que inician el curso se van cayendo, o tan solo acaban el grado medio, lo que no es suficiente para comenzar una vida laboral plena con un sueldo pleno, pese a que a lo largo de su formación hayan dispuesto de materiales y buenas prácticas", explica Sánchez Estévez.
Los veteranos de las profesiones "de toda la vida" coinciden en que la falta de formación y las exigencias de los jóvenes convergen en la problemática que resulta ser la razón por la que no se cubren las vacantes necesarias de dichas profesiones. "Es imposible. Los chavales vienen pidiendo el sueldo de un oficial de primera cuando aún no saben hacer las tareas de un peón, entonces primero hay que formarles y ofrecerles un salario adecuado a su desempeño. Todos los empresarios saben cuanto cuesta en impuestos contratar a un trabajador, y si encima el contratado no es capaz de sacar trabajo adelante la operación no es rentable", lamenta Francisco Padilla, el dueño de una carpintería en Antas.
Asimismo, las propias condiciones físicas de estas actividades son las que hacen que sean menos atractivas para las nuevas generaciones. Tanto al electricista como al carpintero se les antoja que los jóvenes del siglo XXI buscan la comodidad por encima de la estabilidad. "Otros trabajos les resultan más cómodos, en los que no haya que pensar y esforzarse demasiado", comenta Padilla. "Los ciudadanos siempre van a necesitar de un carpintero, fontanero o electricista. Eso es lo bueno de nuestro trabajo, la estabilidad que proporciona", añade.
Así lo piensa también Daniel Herrada Gázquez, un almeriense de 29 años que al acabar bachillerato decidió cursar grado medio de FP de Electromecánica y luego uno superior de Robótica, según él por dos simples razones: "era lo que me gustaba y lo que me aseguraba un futuro".
El joven accedió al mercado laboral gracias a la modalidad Dual de la FP, por lo que tuvo la oportunidad de empezar a trabajar en la empresa donde cursó sus estudios. "Ellos me formaron para el puesto que necesitaban cubrir, yo hice un buen papel y desde el principio pude cobrar un buen sueldo", comenta Daniel.
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