Algo pasa en el Cerro de San Cristóbal. Desde que la ermita fue saqueada y volada en la Guerra Civil nada volvió a ser lo mismo. Tras la batalla, colocaron un Sagrado Corazón de Jesús que miraba a la ciudad de Almería y tras la restauración de los noventa, algo salió mal y colocaron a Dios mirando a Roquetas de Mar. Alguien metió la pata.
La cara que se le quedó al Obispo de la Diócesis no se la puedo contar porque no estaba presente, pero en mi primera visita pude comprobar como de nuevo los almerienses la habíamos ‘liao’ metiendo el burro en misa como se suele decir.
Así continúa ahora en plena restauración del entorno, mirando a la ciudad (de lado) y a su espalda la muralla y a la derecha La Alcazaba. Sigue siendo Dios pero de lado como ya dieron de lado a su santo Cristóbal en plena revuelta.
Gafado
Sorprende ponerte delante del Cristo y ver que no está perpendicular a su pedestal y que lo inclinaron hacia el Este. En días de sol se nota que Roquetas es hacia donde dirige la mirada: pero ya da igual. El caso es que este lugar siempre ha estado gafado porque hubo intentos de restaurar la ermita y no llegó el dinero. Se intentó limpiar y adecentar el barrio que se construyó a sus pies y se hizo sobre la bocina de los nuevos tiempos.
Ha podio comprobar el Señor como de marranos somos los almerienses tirando basura a sus pies desde tiempo inmemorial. Hasta hubo una escuela donde ahora solo están los arcos y un altar hacia el norte donde le hacían una misa al año. Nunca llegó a brillar y fue su entorno el water de emergencia para los vecinos de un barrio sin baños.
Paco el cojo
Los domingos era el día más concurrido porque algunas familias subían a rezar y otras a tomar el sol y contemplar las hermosas vistas de la ciudad. Para la nueva generación de los ‘Saberes’ que vivíamos en la calle Murcia y Magistral Domínguez era la gran evasión para fumarnos un cigarro a escondidas. Quedábamos en la puerta de mi abuela (la Mama) Luis, Toñi, Manolito y Antonio Miguel (yo) para ir al Kiosko Amalia a comprar cigarrillos para nuestros padres.
Pegado al kiosko estaba con su carrillo Paco el cojo que nos conocía y por un duro nos daba Celtas, Ducados o Palmitas, sueltos. Tocábamos a uno por cabeza y el que sobraba para todos. Los Palmitas eran cigarros canarios muy duros de pelar y aunque no me tragaba el humo: la pillabas.
Por la calle como santos y nada más llegar a los pies del Santo mi prima Toñi sacaba la caja de mixtos y a fumar todo el mundo y el que se chivaba no volvía. Luego con nuestros padres al ‘Negresco’ a comer jibia a la plancha y a tomarnos un biscúter (cerveza en vaso pequeño) y todo el mundo a comer a su casa. Si el Santo hablara...
Cursillistas
Cuando nos fuimos a vivir al barrio de Los Ángeles y nos apuntamos al Colegio Virgen del Mar, no perdimos las ‘buenas costumbres’ y volvíamos al Cerro de San Cristóbal en una excursión que parecía más larga de lo que ahora es, por los descampados.
Nuestros padres, Manolo y Luis hicieron el Cursillo de Cristiandad en Aguadulce y comenzaron a subir los viernes por la noche a rezar el rosario a los pies del Santo. Con Pepito el de ‘Los Espumosos’, Paco Agudo y otros amigos íntimos de la familia, que ejercían lo que ellos llamaban el ‘apostolado’. A nosotros el rosario no nos volvía locos, pero al bajar un chato de vino con tapa en ‘La Reguladora’ merecía un ‘ruega por nosotros’. Aquellas patatas con asadura quitaban el ‘sentío’ y el vinillo nos calentaba el cuerpo de aquellas tardes de frío. Mi padre llevaba un crucifico siempre en el bolsillo del pantalón que sacaba a los pies del Santo.
Los ‘Cursillistas’ tenían proyectos para el Cerro de San Cristóbal que no cuajaron porque bastante tenían con llegar a fin de mes. Sobre todo Paco Agudo que tenía una familia muy numerosa y era muy querido por todos: porque se trataba de un hombre bueno y entregado a ayudar a los demás.
Restauración
Aquellos ‘Cursillistas’ que subían la cuesta y que miraban al Cine Moderno en el verano y al arrabal en decadencia a los pies del Santo, no pudieron contemplar la restauración del Sangrado Corazón de Jesús y la desaparición del local de la vieja escuela para darle un entorno más religioso al lugar.
Llegaron las grúas y montaron al Señor como si fuera un puzzle y lo pusieron mirando a Roquetas de Mar ante el asombro de aquellos que subimos un día a rezar y lo vimos ya ladeado al Este.
Como decimos en Almería: lo han dejado 'revirao'.
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