4.700 kilómetros. Es la distancia entre Sierra Leona y Almería. La que trazaron hace una década Gabriel, Edwin, Daniel y Víctor, cuatro niños soldado que estudiaron en la UAL y en algún instituto gracias a la ONG Todos son Inocentes. Ellos tuvieron suerte, pero hay por ahí otros 300.000 chiquillos alineados en guerrillas (fuente: Unicef). Con apenas ocho o nueve años, los separan de sus padres. Empiezan un adiestramiento militar que solo terminan los fuertes. Les obligan a tomar cocaína y anfetaminas y los envían a matar al enemigo.
En el rito de iniciación, a algunos les ordenan arrancarle las vísceras y comérselas. Son niños considerados asesinos que, en realidad, no dejan de ser esclavos drogados que matan porque alguien les apunta con un rifle a la sien. Este lunes es el Día Internacional contra el uso de niños soldado. Proponemos un café con uno de los mayores expertos mundiales: el presidente de Todos son Inocentes (sede en Aguadulce), el cooperante Miguel Serrano. Un dato: nueve de cada diez madres de Sierra Leona han visto morir en la guerra a uno de sus hijos.
Los testimonios de los niños son durísimos. ¿Recuerda alguno que le haya impresionado sobremanera?
Tengo miles, pero hay uno que debería hacernos pensar. Yo tenía que dar una conferencia en la Universidad de Sevilla. Pensé que, como era para alumnos de 5º de Psicología, la aguantarían y decidí llevar conmigo a uno (niño soldado). En el camino ya para Sevilla y tomando un café horroroso, me cogió la mano y me dijo: “Miguel, yo tengo miedo”. ¿Por qué?, le pregunté. Si se enteran los soldados de la ONU, me volverán a capturar y me matarán.
¿Qué dicen los ojos de esos niños?
Miedo, falta de infancia, terror a volver a su destino, que siempre es el mismo.
¿Qué esconden las miradas de esas niñas violadas?
Lo mismo, pero multiplicado por mil. No solo fueron violadas. Fueron después repudiadas.
¿Es una mirada limpia, agradecida?
Cuando te conocen, sí. El agradecimiento te lo dan con una sonrisa y mirándote a la cara.
Esposas de la selva. Así les llaman a las niñas soldado. No dejan de ser esclavas, Miguel.
No se les llama de nada. No existen, se las ignora y se las condena a la prostitución.
¿Por qué matan a los padres cuando reclutan a los niños?
El ritual de “reclutamiento” no es siempre ese. El mayoritario es raptarlos en el bosque (la selva no existe). Si van a una aldea a reclutar y alguien se resiste, es asesinado de inmediato y ante su hijo. Muy pocos han sido obligados a matar a su padre o madre.
¿El odio es el fuego del conflicto, no? Necesitan el odio. Alimentarlo.
El odio en un niño o una niña de ocho años no existe. Aparece de golpe en sus vidas y les acompañará mientras vivan.
¿Qué les espera a esas niñas tras ser liberadas? Hay ahí un estigma de por vida.
¿Qué es ser liberadas para esas niñas? ¿La prostitución para mantener a dos o tres pequeños? ¿El sida? La indiferencia de la sociedad internacional.
¿Quién financia ese armamento? ¿Hay intereses subrepticios?
Occidente siempre. Ten en cuenta que no se usan armas caras para matar a pobres. La población tras una guerra, con el consentimiento de la ONU y la comunidad internacional, junto algunas élites de etnias, se convierte en personas esclavas. Sus bienes (país) son expropiados.
¿Qué labor está haciendo ahora Todos son Inocentes allí?
Ahora mantiene las instalaciones de la llamada ‘Plataforma Almería’. Pronto volveremos a poner en marcha el ambulatorio y la solución médica TCM-1 en el hospital de distrito. Eso puede cambiar la vida en 56 países. 1.700 millones de personas. Queremos que todo el sistema lleve el nombre de Almería.
¿Cómo es un día de ayuda en Sierra Leona?
Apasionante. Es hermoso ayudar a quien nadie le da ayuda. Sea cual sea tu función en los equipos, no tienes tiempo ni para cansarte.
¿Qué reflexión hace cuando se dirige a la cama?
En mi caso, me planifico el día siguiente, rezo (soy creyente) y luego escribo o leo.
Aquí empezamos a sufrir una sequía que asusta. Pero en muchos lugares de África siempre falta el agua. Y llega la malaria.
En Sierra leona no hay sequía. Es el país de los ríos. Nosotros estamos en la Península de Lungui en un estuario en el que hay islas que no ves si no vas a buscarlas. Es inmenso.
Llevan ustedes allí a arquitectos, médicos, enfermeros, psicólogos. ¿Qué perfil reúne el voluntario?
Valor, generosidad y firmeza en valores. Lo demás, lo coge la primera vez que salva a un niño/a de una muerte segura. Se le nota orgulloso/a de lo que ha conseguido hacer.
Dígame de dónde saca la fuerza y la moral ante escenarios tan crueles.
De mi fuerte creencia en la defensa de los niños. También de mi fe. La fuerza también se retroalimenta. Te hace más fuerte. La ayuda a las mujeres es importantísima. Ellas son África.
Incide en eso. En el empoderamiento de la mujer, no.
Ellas levantarán África. La Diputación financió una exposición de fotografías sobre lienzo (sobre este asunto). Más de 300.000 personas la han visto en media España.
¿Ha visto lo peor del ser humano. ¿Y lo mejor? ¿Lo ha visto también allí?
Si, ambas cosas. Un ejemplo fue en 2014 (el ébola). La llamada guerra invisible. Llegábamos allí mientras en la pista estaba embarcando todo el personal blanco no imprescindible, incluida su famosa ONG ‘Cuerpos de Paz’, también llamada CIA. Nosotros llegábamos con 180 kilos de medicinas básicas, antibióticos infantiles, antimaláricos. No teníamos protección NBQ.
Fue un lío la vuelta. Algo inédito.
Yo no tuve ni repatriación. Afortunadamente, mi equipo pudo volver diez días antes en el vuelo de la BA. Yo me quedé un par de semanas para ayudar a las autoridades civiles y religiosas, a la vez que cumplía el encargo de la AACID. Ni pagaron mi rocambolesca salida de un país asolado.
Aquí, en Almería, quizás no haya niños esclavos. Pero sí hay migrantes esclavas sexuales. ¿Por qué miramos para otro lado?
No hay más ciego que quien no quiere ver. Las pandemias viajan.
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